Paz en la familia
El mejor campo para una operación de no violencia es la familia o la
institución considerada como familia. La no violencia entre los miembros de
tales familias debería ser fácil de practicar. Si eso falla, significa que no
hemos desarrollado capacidad para la no violencia pura.
Existe un prejuicio natural contra el ayuno (huelga de hambre) como
parte de la lucha política. El político común la considera como una
interpolación vulgar, aunque siempre ha sido un recurso de los prisioneros. Mis
propios ayunos estuvieron siempre estrictamente de acuerdo con el programa de
la sathyagraha; bajo ciertas circunstancias, su "arsenal" representa
el arma más grande y más efectiva. No cualquiera está calificado para
emprenderlo sin un curso preparatorio adecuado.
El ayuno no puede ser emprendido mecánicamente. Es algo poderoso, pero
se vuelve peligroso si se maneja incompetentemente. Requiere una purificación
completa de sí mismo, mucho mayor de la que hace falta cuando se enfrenta la
muerte, aunque el impulso de represalia sea mental.
Infalibilidad de la ahimsa
La ahimsa es siempre infalible. Por lo tanto, cuando parece haber
fallado, la falla se debe a la ineptitud del devoto.
Nuestra no violencia continúa siendo todavía un asunto confuso. Sin
embargo, ahí está y sigue funcionando como un fermento, de manera invisible y
silenciosa, poco entendida por la mayoría. Pero es la única manera.
Diariamente pagamos un precio muy elevado por el error inconsciente que
hemos cometido al confundir la resistencia pasiva con la no violencia.
Puede asegurarse que un conflicto fue solucionado según los principios
de la no violencia si no deja ningún rencor entre los enemigos y los convierte
en amigos. Pude experimentar lo en Sudáfrica, con el general Smuts. Enemigo
irreductible al comienzo, actualmente es mi amigo más cordial.
Todo nace de la acción
En este mundo no se ha hecho nunca nada que no se deba a la acción.
Rechazo la expresión "resistencia pasiva" porque no traduce por
completo la realidad y podría verse en ella el arma de los débiles.
La no violencia es mi credo. Jamás lo fue del Congreso hindú. Para el
Congreso fue siempre una política.
La ley de la sathyagraha requiere que un hombre, sin armas y sin ningún
otro recurso para encontrar una solución, cumpla el sacrificio supremo
inmolando su propio cuerpo.
No soy otra cosa que un humilde explorador de esa ciencia que se llama
no violencia. Sus profundidades insondables no dejan de llenarme de confusión y
de maravilla, igual que a mis demás compañeros de investigación.
No violencia no es cobardía
Mi fe en la no violencia me da mucha fortaleza para obrar. Hay que
rechazar por completo toda cobardía y hasta la más pequeña debilidad. No es
posible esperar que un cobarde se convierta en no violento, pero sí cabe
esperar esto de un violento. Por eso, nunca lo repetiré bastante: si no sabemos
defender por nosotros mismos a nuestras esposas y nuestros templos, recurriendo
a la fuerza que brota de la renuncia; o sea, si no somos capaces de no
violencia, debemos por lo menos, si somos hombres, atrevernos a emprender la
lucha para defendernos.
Quien no puede protegerse a sí mismo ni proteger a sus seres más
cercanos y más queridos, o su honor, enfrentando la muerte mediante la no
violencia, debe y tiene que hacerlo encarándose violentamente con el opresor.
Quien no puede hacer una de ambas cosas, resulta una carga.
La no violencia no es una pantalla para la cobardía sino que es la
virtud suprema del valiente... La cobardía es enteramente incompatible con la
no violencia... La no violencia presupone la capacidad de golpear.
No violencia no es cobardía
La ahimsa es un atributo de los bravos. La cobardía y la ahimsa no van
juntos mucho más de lo que van el agua y el fuego.
Permitir que, en nombre de la ahimsa, los cultivos sean comidos por los
animales, mientras existe una hambruna, es por cierto un pecado.
En la sathyagraha, la causa tiene que ser tan justa y clara como los
medios.
Si la gente no está preparada para ejercitar la no violencia de los
valientes, debe estar preparada para el uso de la fuerza como autodefensa. No
tiene que haber disimulo alguno... Jamás debe ser secreta.
En el diccionario de la sathyagraha, la palabra "enemigo" no
existe.
En un punto secreto de mi corazón, estoy en perpetua polémica con Dios
porque permite que prosigan cosas como la guerra. Mi no violencia parece casi
impotente. Pero al final de la discusión cotidiana viene la respuesta: ni Dios
ni la no violencia son impotentes. La impotencia está en los hombres. Debo
seguir intentándolo sin perder la fe, aunque me destroce en el intento.
La falla no está en la no violencia
La violencia de los motines populares no significa que la no violencia
haya fallado. Lo mejor que podría decirse es: no encontré todavía la técnica
requerida para la conversión de la mente masiva.
No tengo deseos de vivir, si la India se sumerge en un diluvio de
violencia, como amenaza hacerlo. Estoy en el medio de las llamas. Que el fuego
no me consuma, ¿es la bondad de Dios o es su ironía ?
Si no tengo nada que ver con la violencia organizada que promueve el
gobierno, tampoco tengo nada que ver con la violencia desorganizada del pueblo.
Antes que verme en la necesidad de elegir entre las dos, preferiría más verme
aplastado por alguna de ellas.
Cuando la ahimsa sea universal
Mi fe es tan poderosa como siempre lo fue. Es bastante posible que mi
técnica tenga fallas... A mis consejeros puedo decirles que deberían tener
paciencia conmigo hasta que compartan mi creencia de que no hay esperanza para
el doliente mundo salvo a través de la angosta y recta senda de la no
violencia. Millones como yo podrían fallar en probar la verdad en sus propias
vidas; ese sería apenas su fracaso, jamás el de la ley eterna.
Cuando la práctica de la ahimsa se vuelva universal, Dios reinará en la
tierra así como lo hace en los cielos.
Tal vez sea un error describir mi actual estado mental como depresión.
No soy lo suficientemente vano como para pensar que el propósito divino sólo
puede realizarse a través de mí. Podría ser que haga falta un instrumento más
eficaz para llevarlo a cabo o que yo no sea lo suficientemente bueno para
representar a una nación débil o a una fuerte. ¿No será que para el propósito
final hará falta un hombre más puro, más corajudo, más visionario? Esto es pura
especulación. Nadie tiene la capacidad de juzgar a Dios. Somos gotas en ese
ilimitado océano de misericordia.
La ley de la especie humana
La no violencia es la ley de nuestra especie, por la misma razón que la
violencia es la ley de los brutos. En el hombre brutal todavía no se ha
despertado el espíritu: no conoce más ley que la fuerza física. La dignidad
humana exige que el hombre se refiera a una ley superior que haga vibrar la
fuerza del espíritu.
No se puede ser genuinamente no violento y permanecer pasivo ante las
injusticias sociales.
Tengo la firme certeza de que la ética constituye la base de todo y
tiene como sustancia la verdad. Por otra parte, asumí la verdad como mi único
objetivo. Día tras día aumentaba su importancia ante mis ojos, mientras le
otorgaba a esa palabra un significado cada vez más profundo.
Resulta imposible identificarse con todo lo viviente, sin una
purificación personal. Si uno no se purifica, es inútil y quimérico observar la
ahimsa. Si uno no es puro de corazón, nunca podrá realizar a Dios. Dicha
purificación debe ejercerse en todos los planos. Y entonces, gracias a su
virtud eminentemente contagiosa, conduce a una purificación de todo lo que nos
rodea.
La ley suprema
Considero que la no violencia no tiene nada de pasivo. Todo lo
contrario: es la potencialidad más activa del mundo... Es la ley suprema. En
los términos de la no violencia nunca encontré alguna situación que me haya
desconcertado por completo. En algún momento, siempre se presentó el remedio.
No me propongo solamente liberar a la India del yugo inglés. Estoy
empecinado en liberarla de todas las formas de esclavitud que pesan sobre ella.
No tengo deseo especial alguno de cambiar un rey inútil por un rey que nos
explote. Por eso he creado el movimiento de swaraj (autonomía), en el que a
cada uno se le exige que se purifique interiormente.
La genuina moralidad consiste, no ya en seguir caminos trillados sino
en encontrar por nosotros mismos el verdadero camino que nos conviene, y en
seguirlo de modo intrépido.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario