domingo, 2 de diciembre de 2018

Reflexiones Sobre La No Violencia - Gandhi (5)


Paz en la familia


El mejor campo para una operación de no violencia es la familia o la institución considerada como familia. La no violencia entre los miembros de tales familias debería ser fácil de practicar. Si eso falla, significa que no hemos desarrollado capacidad para la no violencia pura.

Existe un prejuicio natural contra el ayuno (huelga de hambre) como parte de la lucha política. El político común la considera como una interpolación vulgar, aunque siempre ha sido un recurso de los prisioneros. Mis propios ayunos estuvieron siempre estrictamente de acuerdo con el programa de la sathyagraha; bajo ciertas circunstancias, su "arsenal" representa el arma más grande y más efectiva. No cualquiera está calificado para emprenderlo sin un curso preparatorio adecuado.

El ayuno no puede ser emprendido mecánicamente. Es algo poderoso, pero se vuelve peligroso si se maneja incompetentemente. Requiere una purificación completa de sí mismo, mucho mayor de la que hace falta cuando se enfrenta la muerte, aunque el impulso de represalia sea mental.


Infalibilidad de la ahimsa


La ahimsa es siempre infalible. Por lo tanto, cuando parece haber fallado, la falla se debe a la ineptitud del devoto.

Nuestra no violencia continúa siendo todavía un asunto confuso. Sin embargo, ahí está y sigue funcionando como un fermento, de manera invisible y silenciosa, poco entendida por la mayoría. Pero es la única manera.

Diariamente pagamos un precio muy elevado por el error inconsciente que hemos cometido al confundir la resistencia pasiva con la no violencia.

Puede asegurarse que un conflicto fue solucionado según los principios de la no violencia si no deja ningún rencor entre los enemigos y los convierte en amigos. Pude experimentar lo en Sudáfrica, con el general Smuts. Enemigo irreductible al comienzo, actualmente es mi amigo más cordial.





Todo nace de la acción

En este mundo no se ha hecho nunca nada que no se deba a la acción. Rechazo la expresión "resistencia pasiva" porque no traduce por completo la realidad y podría verse en ella el arma de los débiles.

La no violencia es mi credo. Jamás lo fue del Congreso hindú. Para el Congreso fue siempre una política.


La ley de la sathyagraha requiere que un hombre, sin armas y sin ningún otro recurso para encontrar una solución, cumpla el sacrificio supremo inmolando su propio cuerpo.

No soy otra cosa que un humilde explorador de esa ciencia que se llama no violencia. Sus profundidades insondables no dejan de llenarme de confusión y de maravilla, igual que a mis demás compañeros de investigación.


No violencia no es cobardía

Mi fe en la no violencia me da mucha fortaleza para obrar. Hay que rechazar por completo toda cobardía y hasta la más pequeña debilidad. No es posible esperar que un cobarde se convierta en no violento, pero sí cabe esperar esto de un violento. Por eso, nunca lo repetiré bastante: si no sabemos defender por nosotros mismos a nuestras esposas y nuestros templos, recurriendo a la fuerza que brota de la renuncia; o sea, si no somos capaces de no violencia, debemos por lo menos, si somos hombres, atrevernos a emprender la lucha para defendernos.

Quien no puede protegerse a sí mismo ni proteger a sus seres más cercanos y más queridos, o su honor, enfrentando la muerte mediante la no violencia, debe y tiene que hacerlo encarándose violentamente con el opresor. Quien no puede hacer una de ambas cosas, resulta una carga.

La no violencia no es una pantalla para la cobardía sino que es la virtud suprema del valiente... La cobardía es enteramente incompatible con la no violencia... La no violencia presupone la capacidad de golpear.

No violencia no es cobardía

La ahimsa es un atributo de los bravos. La cobardía y la ahimsa no van juntos mucho más de lo que van el agua y el fuego.

Permitir que, en nombre de la ahimsa, los cultivos sean comidos por los animales, mientras existe una hambruna, es por cierto un pecado.

En la sathyagraha, la causa tiene que ser tan justa y clara como los medios.


Si la gente no está preparada para ejercitar la no violencia de los valientes, debe estar preparada para el uso de la fuerza como autodefensa. No tiene que haber disimulo alguno... Jamás debe ser secreta.

En el diccionario de la sathyagraha, la palabra "enemigo" no existe.

En un punto secreto de mi corazón, estoy en perpetua polémica con Dios porque permite que prosigan cosas como la guerra. Mi no violencia parece casi impotente. Pero al final de la discusión cotidiana viene la respuesta: ni Dios ni la no violencia son impotentes. La impotencia está en los hombres. Debo seguir intentándolo sin perder la fe, aunque me destroce en el intento.


La falla no está en la no violencia

La violencia de los motines populares no significa que la no violencia haya fallado. Lo mejor que podría decirse es: no encontré todavía la técnica requerida para la conversión de la mente masiva.

No tengo deseos de vivir, si la India se sumerge en un diluvio de violencia, como amenaza hacerlo. Estoy en el medio de las llamas. Que el fuego no me consuma, ¿es la bondad de Dios o es su ironía ?

Si no tengo nada que ver con la violencia organizada que promueve el gobierno, tampoco tengo nada que ver con la violencia desorganizada del pueblo. Antes que verme en la necesidad de elegir entre las dos, preferiría más verme aplastado por alguna de ellas.


Cuando la ahimsa sea universal


Mi fe es tan poderosa como siempre lo fue. Es bastante posible que mi técnica tenga fallas... A mis consejeros puedo decirles que deberían tener paciencia conmigo hasta que compartan mi creencia de que no hay esperanza para el doliente mundo salvo a través de la angosta y recta senda de la no violencia. Millones como yo podrían fallar en probar la verdad en sus propias vidas; ese sería apenas su fracaso, jamás el de la ley eterna.

Cuando la práctica de la ahimsa se vuelva universal, Dios reinará en la tierra así como lo hace en los cielos.

Tal vez sea un error describir mi actual estado mental como depresión. No soy lo suficientemente vano como para pensar que el propósito divino sólo puede realizarse a través de mí. Podría ser que haga falta un instrumento más eficaz para llevarlo a cabo o que yo no sea lo suficientemente bueno para representar a una nación débil o a una fuerte. ¿No será que para el propósito final hará falta un hombre más puro, más corajudo, más visionario? Esto es pura especulación. Nadie tiene la capacidad de juzgar a Dios. Somos gotas en ese ilimitado océano de misericordia.

La ley de la especie humana

La no violencia es la ley de nuestra especie, por la misma razón que la violencia es la ley de los brutos. En el hombre brutal todavía no se ha despertado el espíritu: no conoce más ley que la fuerza física. La dignidad humana exige que el hombre se refiera a una ley superior que haga vibrar la fuerza del espíritu.

No se puede ser genuinamente no violento y permanecer pasivo ante las injusticias sociales.

Tengo la firme certeza de que la ética constituye la base de todo y tiene como sustancia la verdad. Por otra parte, asumí la verdad como mi único objetivo. Día tras día aumentaba su importancia ante mis ojos, mientras le otorgaba a esa palabra un significado cada vez más profundo.

Resulta imposible identificarse con todo lo viviente, sin una purificación personal. Si uno no se purifica, es inútil y quimérico observar la ahimsa. Si uno no es puro de corazón, nunca podrá realizar a Dios. Dicha purificación debe ejercerse en todos los planos. Y entonces, gracias a su virtud eminentemente contagiosa, conduce a una purificación de todo lo que nos rodea.


La ley suprema


Considero que la no violencia no tiene nada de pasivo. Todo lo contrario: es la potencialidad más activa del mundo... Es la ley suprema. En los términos de la no violencia nunca encontré alguna situación que me haya desconcertado por completo. En algún momento, siempre se presentó el remedio.


No me propongo solamente liberar a la India del yugo inglés. Estoy empecinado en liberarla de todas las formas de esclavitud que pesan sobre ella. No tengo deseo especial alguno de cambiar un rey inútil por un rey que nos explote. Por eso he creado el movimiento de swaraj (autonomía), en el que a cada uno se le exige que se purifique interiormente.

La genuina moralidad consiste, no ya en seguir caminos trillados sino en encontrar por nosotros mismos el verdadero camino que nos conviene, y en seguirlo de modo intrépido.

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