lunes, 25 de febrero de 2019

El Pequeño Libro Rojo De AA (Parte 8)

OCTAVO PASO

Hicimos una relación de todas aquellas personas con las que obramos mal y nos dispusimos a enmendar el daño que les causamos
(Véase el Capítulo 6 del Libro Grande)


NOVENO PASO

Reparamos, hasta donde humanamente nos fue posible el daño que causamos a esas personas salvo en aquellos casos que el hacerlo ocasionaría perjuicio a ellas o a otras El objetivo de los Pasos Octavo y Noveno es delinear y llevar a la práctica un curso operante de conducta que enmendara directamente el daño o mal que nuestra manera de beber puede haber ocasionado a otros y así, tener una relación armoniosa con Dios y con nuestros semejantes.
La práctica de la Filosofía de A.A. llena adecuadamente estos requisitos. Es una “Manera de Vivir” comprobada a través de la cual el alcohólico corrige sus errores pasados y hace restituciones al pariente, al amigo o al enemigo, a mediad que lleva a cabo su propia recuperación de los estragos físicos, mentales y espirituales del alcoholismo.
Muchos alcohólicos están de acuerdo en la eficacia de nuestra Filosofía pero dejan de beneficiarse con ella porque no han valorizado adecuadamente su enfermedad alcohólica.
Como no creen que están enfermos, no ven ninguna razón para molestarse en ponerse bien. Las reservas que tienen respecto a su enfermedad espiritual crean indiferencia en lo relativo a “Enmendar”. Los miembros de A.A. no frenan su alcoholismo ni logran recuperarse solamente con estar de acuerdo con los principios de la filosofía de A.A.
Solo se recuperan si los Viven. Estos Pasos operan en conjunción el uno con el otro. Tenemos una relación de aquellos a quienes hemos dañado, tenemos nuestra relación de rencores, tenemos una relación de aquellos a quienes hemos dañado y que viviendo este Programa estamos primero haciendo reparaciones a nosotros mismos a nuestros maltrechos, a nuestras mentes confusas, a nuestros espíritus presa del desasosiego.
No es difícil hacer una relación de las personas que sufrían porque bebíamos. Nuestro verdadero problema consiste en llegar a un estado de ánimo que acepte el daño que hemos causado y que abarque una sincera disposición a enmendarlo.
El Noveno Paso no puede llevarse a la práctica ni fácil ni rápidamente. Comienza a haber cierto grado de restitución cuando aceptamos el Programa de A.A. como una “Manera de Vivir” este es generalmente limitado porque no es sino hasta que hemos pertenecido a A.A. por varios meses y fortalecido nuestra sobriedad con un conocimiento fundamental solido del Programa, cuando adquirimos la fortaleza espiritual y la comprensión necesaria para hacer con discreción las reparaciones.
El miembro se encuentra con muchos obstáculos en el acatamiento de este Paso.
Encontramos que el dejar las cosas para después es un impedimento para algunos miembros. Esto debe evitarse. Por otra parte están aquellos que son demasiado ambiciosos para reedificar, por dejar el asunto terminado de una vez. Recuerde que en la mayoría de los casos se requerirá toda la vida para completar el Noveno Paso. Algunos miembros se ponen emocionales con la inspiración de la nueva personalidad que se están forjando y obran impulsivamente. Su actuación propende a quedar lejos de
su logro. El orgullo es un obstáculo. Otro obstáculo y el cual es común, es la confusión ocasionada por la interpretación incorrecta del propósito de Este Paso.

Los miembros más antiguos podrán ayudar, si se les consulta, donde quiera se presenten confusiones. No proceda precipitadamente o cuando estén en duda pídales su opinión a ellos, formule entonces un plan de acción y con la ayuda de Dios, empiece a reparar los daños de los que es responsable.
La meditación y la oración son necesarias para hacer restituciones. No puede hacerse ninguna restitución que no haya sido precedida por la oración porque le faltara plena intención y efectividad. El contacto consciente con Dios en lo referente a hacer reparaciones no solamente dará lugar a un resultado más satisfactorio sino que le ayudara a determinar las reparaciones que podrían perjudicar a otros. La discreción en lo que respeta a eso es imperativa.
(Véase el Capítulo 6 del Libro de “A.A.”)

La presencia de Dios ahora en nuestras vidas eleva y su sublima nuestras actitudes mentales y físicas. Nos da la humildad que necesitamos para hacer reparaciones y un incentivo para poner manos a la obra. “Estamos tratando de poner en orden nuestras vidas. Lo hacemos sirviendo a Dios y a los que nos rodean en todo lo que podamos”. Ahora surge esta cuestión: ¿Los nombres de quienes deben estar en nuestra relación? ¿Cómo lo hacemos para hacer restituciones a esas personas? ¿Cuál es el procedimiento a seguir?
Nuestras respuestas a esas preguntas se encuentran en el Capítulo 6 del Libro de “Alcohólicos Anónimos en la sección que trata de los Pasos Octavo y Noveno.
El siguiente resumen de ciertas indicaciones tomadas de esas páginas es incompleto y tiene que ampliarse cada miembro al aplicarlo a sus necesidades particulares.
No resulta imposible cubrir en su totalidad este asunto tan complejo, pero hemos catalogado unos cuantos ejemplos e indicaciones. En nuestra lista están clasificados cuatro tipos de personas y se comenta sobre un quinto tipo que generalmente no se incluye en la relación de aquellos a quienes se va a hacer reparaciones, pero que necesita ser tomado en consideración si se va a asegurar una sobriedad permanente.

PRIMER GRUPO: AMIGOS: - En este Grupo están las personas con las que hemos
estado relacionado por una intima amista, por negociones, etc., aquellos con los que debíamos ser amistoso pero hemos cortado nuestro tratado por resentimiento, orgullo o por agravios imaginarios; aquella a quienes hemos tratado injustamente pero que no hemos dañado, excepto con palabras duras o con una manera tonta de proceder y con quienes de hecho no estamos en deuda.
La técnica que ha de observarse al abordar a las personas que están en esta clasificación se basa en la sinceridad. Nuestro enfoque es “calmado, franco y abierto”. Tratamos de convencer a la persona con quien nos acercamos, de nuestras buenas intenciones de que este seguro que lamentamos el trato que de nuestra parte recibió.
Le hablamos de nuestra enfermedad alcohólica y de la naturaleza de los resentimientos y del odio en relación a nuestra sobriedad. Le explicamos cuáles son nuestras intenciones y le pedimos que nos perdone y que nos ayude en nuestras futuras asociaciones. Nuestro propósito es crear buena voluntad y recuperar la amistad. Evitamos darle a cualquiera la impresión de que somos religiosos en grado fanático, pero nunca soslayamos el tema de Dios si se presenta en la conversación.
No tratemos de hacerle restituciones a alguien que todavía este “ardido” por un injusticia reciente, ni de hacer reparaciones que puedan lastimar a otra persona. Habrá pocos casos en los que nuestras solicitudes sean rechazadas. Si no podemos entablar una reconciliación y no se nos recibe favorablemente, sencillamente abandonemos el caso con la esperanza de que, con el tiempo, nuestra sobriedad y nuestro trato futuro reparan la brecha.
El punto principal que ha de tenerse presente es que estamos cumpliendo con un deber, que no nos alteraremos ni nos desanimaremos cuando se nos reciba desagradablemente o con aspereza, que el propósito de nuestra visita es el de lograr un acuerdo y que en ninguna circunstancia nos retiraremos de mal humor o resentidos.

GRUPO DOS: LA FAMILIA:- (Véase el Capitulo “La Familia Después”, del Libro “Alcohólicos Anónimos”).
Las personas incluidas en este grupo generalmente se encuentran en nuestras familias. Los ejemplos más salientes son las esposas en los casos de alcohólicos y en los casos de mujeres alcohólicas, los maridos. Siguen las madres, los padres, los hijos e hijas y frecuentemente, amigos íntimos a quienes hemos causado trastornos en su vida con nuestros hábitos egoístas y desconsiderados.
Hemos sido como “huracanes que pasan rugiendo por la vida de otros”, causando pesadumbre y matando las relaciones cordiales. El daño que hemos causado a las personas de este grupo abarca muchos años. Se necesitaran muchos años para repararlo.
La técnica que se usa para abordar a las personas de este grupo no es un problema a menos que el hogar se haya deshecho y una separación haga imposible el contacto necesario para hacer la reparación. Aun siendo así, el miembro se beneficiara siguiendo el Programa porque la persona lastimada generalmente llega a saber de su sobriedad, puede ser que necesite tiempo para llevar a cabo una reconciliación, pero los arreglos satisfactorios vendrán pronto por lo general.
Muchas veces se han traído por carta estos asuntos pero el contacto directo es preferible en solos casos que sea posible. Si el hogar no se ha desbaratado, la familia del miembro se percata de su deseo de retractarse de su alcoholismo y rara vez deja de apoyarlo en su propósito.
Es importante que sus familiares lean el Libro “Alcohólicos Anónimos” para así adquirir un conocimiento del alcoholismo y de los Pasos que indican en nuestro Programa para su tratamiento. Un miembro nuevo necesita la comprensión y cooperación completa de su familia.
Las reparaciones que hace a ellos son más completas y las hace más fácilmente sus familiares se dan cuenta de lo que él está tratando de hacer.
Nuestra sobriedad es una bendición para las personas del Grupo Dos. Por regla general, es por sí sola la más grande restitución que les podemos hacer, aunque a pesar de esto tiene que ir seguida por actos de bondad y consideración. (Se recomienda repasar el Capitulo “A las Esposas” del Libro Alcohólicos Anónimos). El abstenerse de beber, en sí solo, no es suficiente. Tenemos que ser atentos y considerados con toda la familia.
Debe haber armonía y cooperación. Las demostraciones de nuestro cariño y deseo de ser merecedores de su respeto serán muy útiles. Los daños irreparables puede ser muchos: cuando encontramos casos de estos solo podemos compensarlos con manifestaciones obvias de nuestra buena voluntad para enmendar el daño si fuese posible. No perdamos tiempo para enmendar los que se pueden.
Los problemas sexuales complican la vida de muchos alcohólicos. Los primeros que tenemos que considerar para tratarlos es que es necesario cortar la dificultad en su origen. La honradez es un factor primordial en la vid de todos los miembros de A.A. y no deja lugar al adulterio.
El daño que se causa a otros tiene que considerare al resolver nuestros problemas sexuales. Siempre tenemos mucho tacto para manejar la situación en que se indicado hacer una reparación. Cuando se despiertan los celos, impiden nuestro progreso. Hay que tener confianza en la ecuanimidad, la meditación y la oración. Ponemos el asunto en manos de Dios y entonces nos guiamos por dictados de su Voluntad y de nuestra conciencia.

GRUPO TRES: LOS ACREEDORES:- “No eludimos a nuestros acreedores”.
(Véase el Capítulo 6 del Libro “Alcohólicos Anónimos”).
El acreedor generalmente sabe que demos. Si no, debemos “poner las cartas sobre la mesa”. Si se puede pagar hacemos el mejor trato que sea posible. Puede ser que en una fecha futura cuando empecemos a hacerlo con pequeñas cantidades hasta que podamos pagar más. Lo principal es llegar a un entendimiento. Debemos estar tranquilos en este sentido porque de otra manera el miedo puede llevarnos otra vez a la bebida. Cuando nuestro acreedor comprende la naturaleza de nuestra enfermedad alcohólica puede darse cuenta de que no podrá haber dinero en un futuro próximo a menos de que mantengamos nuestra sobriedad y así, estarán en mejor disposición para escuchar nuestra proposición.

CUARTO GRUPO: LOS QUE HAN FALLECIDO:- El daño que les causamos a parientes y amigos que ya han fallecido suele ser motivo de auto condenación. Esto no debe ser; resulta dañino. Para evitarlo, nos valemos de la oración. Tenemos que darnos cuenta de la ineficacia del remordimiento por errores que ya no podemos corregir. No permitamos que los errores del pasado perjudiquen la oportunidad de ser útiles en lo futuro. Razonemos que el daño que hemos causado será compensado en parte con nuestra manera de vivir de acuerdo con esta filosofía; que, puesto que están fuera de nuestro alcance los ya fallecidos, lo que debe es hacer restituciones a sus familiares que están vivos. Si esto no es posible recurrirnos a Dios con la oración pidiéndole que vea nuestra buena voluntad y que nos perdone nuestras faltas a esas personas.
Luego están las reparaciones que tenemos que hacer diariamente a Dios. Estas llegan a ser automáticas; son los requisitos de cada uno de los Doce Pasos. El programa de A.A. es una Gran restitución dividida en doce partes.
Antes de poder determinar el daño que hemos causado a otros, tenemos que eliminar la causa de nuestra devastación física y moral. El alcoholismo es nuestra enfermedad. Es la razón de haber dañado a nuestras familias, a nuestros amigos y a los seres queridos ya desaparecidos. Es la razón de nuestra deuda; es responsable de nuestro deterioro físico; nos ha acarreado una manera irracional de pensar, una conducta insana y una enfermedad del espíritu.
Nos hacemos restituciones a nosotros mismos, a nuestras personalidades de antes de volvernos alcohólicos, comprendiendo nuestra enfermedad, aclarando cuales son nuestros defectos de carácter y eliminándolos
de nuestras vidas, con el debido cuidado de nuestro organismo, con la restauración de nuestra mente a través de la sobriedad, y con el tratamiento de nuestra enfermedad espiritual recurriendo a la comprensión y obediencia de la Voluntad de Dios. La recuperación del alcohólico depende de la restitución y dependerá de esta toda su vida.
Muchas veces tendemos a atiborrar nuestra relación con faltas insignificantes, ya olvidadas y sin importancia. Las reparaciones en estos casos serian interminables; debemos olvidar. Muchos de nosotros hemos estado inciertos acerca de si es aconsejable hacer ciertas reparaciones. Habrá otras que hacer en nuestra relación y encontramos que los nuevos errores que están ocurriendo constantemente en nuestras vidas llevaran de vuelta a reparar otros que ya están en nuestra lista.
El Noveno Paso ha dado lugar a muchas reconciliaciones ha llevado paz y felicidad a las vidas de aquellos que sufrían por nuestro alcoholismo. Su gran poder recuperativo también ha afectado las vidas de miles de alcohólicos a través del despertar espiritual que han experimentado. Debido a este Paso, estos mismos alcohólicos han recobrado su propia estimación, han adquirido valor y fortaleza y han asumido sus responsabilidades. Sienten la presencia de Dios y con su presencia viene la realización de que sus vidas se están volviendo gobernables de nuevo.

RESUMEN:- Difícilmente podríamos exagerar el valor que tiene “Hacer Restituciones”.
La mayoría de nosotros subestimamos su poder para cambiar nuestra actitud hacia Dios, hacia nuestros semejantes y hacia las circunstancias diarias de una vida sobria. Nuestro deseo de llevar una nueva vida y de que se nos tolere y perdone, nos debe hacer reaccionar con tolerancia y clemencia y mover a reparar nuestros errores. A.A. nos enseña que “vivir y dejar vivir” es salvaguardar nuestra sobriedad. Una actitud de resentimiento con otros impedirá nuestra recuperación. Corregimos esta
actitud en la práctica del Noveno Paso. La restitución integra nuestras personalidades mediante relaciones armoniosas y operantes con Dios y con las victimas de nuestra obsesión alcohólica. No podemos odiar y hacer reparaciones a la vez. Admitir y rectificar nuestros errores es un proceso regenerativo necesario para nuestra recuperación.
Nos da la comprensión y fortaleza espiritual que contribuye a encontrar la sobriedad. Los Doce Pasos son una restitución que hacemos a Dos y a nosotros mismos. Nuestra propia conservación lo exige. Pagamos a nuestros acreedores; confesamos de plano nuestras faltas a Dios y hacemos reparaciones a parientes y amigos, excepto cuando el hacerlo les perjudica a ellos o a otros. Las actitudes de reserva y de falta de buena voluntad son peligrosas para nosotros. Nos llenan de descontento y nos tornan beligerantes, dando como resultado la borrachera. “Estamos tratando de poner en orden nuestras vidas. Lo hacemos sirviendo en todo lo que podemos a Dios y a los que nos rodean”. Creemos que este es el propósito de los Pasos Octavo y Noveno.

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