Por eso, lo importante no es compararse con nadie, sino darnos cuenta de que esas descalificaciones personales que hemos escuchado desde pequeños son mentiras que debemos quitar de nuestra mente. He insistido mucho en la calidad de tu diálogo interior.
Mucho de lo que tú mismo te dices no te sirve para estar en paz, para crecer, para confiar en ti, ni es verdad ni válido.
La confianza en Dios pasa por la confianza en uno mismo y, si no eres capaz de confiar en ti, menos podrás abrir tu corazón para confiar en el Señor. El Señor cree en ti (Isaías 43,1-7) y espera lo mejor de ti. Él te ha dicho que tú eres luz del mundo (Mateo 5, 13-16 ) y eso lo dice porque sabe de tus capacidades, de tus cualidades y te ha elegido para que vivas según su Palabra.
Hay mucha gente que dice cosas buenas de ti, que te valora, que te hace crecer y confía en tus capacidades, a esas personas hay que escucharlas más, hay que dejar que su palabra también te mueva.
Muchas veces el miedo que tienes es producto de todas esas descalificaciones, por eso, tu diálogo interior tiene que ser limpio, sano, objetivo y optimista. La experiencia de Dios tiene que ayudarte a cambiar la actitud frente a la vida.
Sabiendo que tu Dios te ama y confía en ti, no puedes seguir con una actitud negativa. Es el momento de pensar positivamente en todos tus proyectos, de ser objetivo y descubrir las verdaderas posibilidades que tienes. No seremos luz del mundo si no somos capaces de saber cuánto valemos y todo lo que podemos hacer.
TAREA DEL DÍA: Esfuérzate en recordar todos tus triunfos, y haz una lista. Es necesario ver que sí se puede
Alberto Linero
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