Señor mío y Dios mío, te alabo y te bendigo por esta mañana en la que me permites una vez más abrir mis ojos.
Quiero, al iniciar mi día, pedirte una sola cosa: háblame.
Quiero escucharte en este día, mi Señor; muchas veces las cosas superficiales roban mi atención y por eso no logro escucharte; por eso hoy te pido con convicción que me hables.
Abre mis oídos a tus palabras para acogerlas de tal manera que ellas sean mi ruta de vida.
Necesito escucharte, mi Señor, necesito que me digas si estoy haciendo las cosas bien, necesito saber si mis acciones son agradables a Ti.
Si es necesario, corrígeme y sabré que es por mi bien.
No permitas que me aparte de tu camino por cosas pasajeras; por el contrario, que pueda seguir dando la lucha por seguirte.
Quiero estar atento a tus palabras hoy, quiero descubrir hoy tu voz.
Confío en que solo Tú tienes palabras de vida eterna y por eso te pido con el corazón que me hables.
Amén