LOS DOS CAMINOS
En el
sermón del monte, Jesús señaló los dos caminos que uno puede seguir en la vida:
1. Llevar
una vida espiritual de acuerdo con la ley de Dios. Este camino termina en la
vida eterna.
2. Llevar
una vida de acuerdo solamente al egoísmo, sin darle importancia a la voluntad
de Dios. Al final de este camino se cosecha el resultado que produce el egoísmo
sin Dios: la eterna condenación.
Desde que
llegamos al uso de razón empezamos a caminar por estos caminos. A ratos quizá
por el uno, y a ratos quizás por el otro. Y es probable que nos haya gustado
más andar por el camino ancho del egoísmo sin Dios, que lleva la propia
destrucción. Pero ahora afortunadamente, las desdichas mentales, emocionales y
físicas, nos hacen conscientes que la causa de nuestras desgracias es el no
haberle dado al creador el puesto que se merece en nuestra vida, y esto nos
lleva a entregar su exilio y su amistad. Este es el paso decisivo.
Al Buscar
la ayuda divina, al proponerse a ordenar la vida de acuerdo con la ley de Dios,
y al convencerse que Jesucristo vino al mundo para pagar en su cruz nuestros
propios pecados, y que está a la derecha de Dios intercediendo cada día por los
que queremos ser sus amigos y "que sí hemos pecado, abogado tenemos ante
el Padre: Jesucristo, cuya sangre nos purifica de nuestros pecados",
entonces nuestra vida cambia de rumbo y se dirige hacia la alegría y la paz.
DOS CAMINOS A LA ETERNIDAD
La más
admirable expresión de amor que el mundo ha conocido está simbolizada por la
cruz de Jesucristo. Por eso en este gráfico se presenta la cruz de Cristo como
un puente por el cual, cualquiera de nosotros puede pasar del camino ancho que
lo lleva a la muerte eterna, El maravilloso camino que lo conduce hacia la
salvación y a la felicidad. Jesús dijo: "Yo soy el camino... Nadie va al
padre sino por mí".
CUATRO VERDADES TRASCENDENTALES
PARA DAR EL GRAN PASO
Para
llenar el vacío tan grande que hay en nuestro espíritu y nacer de nuevo a una
vida de alegría hay que comprender 4 verdades fundamentales:
1a. La
mayor desgracia de nuestra vida han sido nuestros pecados. No nos puede suceder, por
grande que sea, que pueda ser mayor que perder la amistad con Dios. Y mientras
nuestros pecados no hayan sido perdonados No puede haber Paz ni felicidad
verdadera se nuestro espíritu.
2a.
Jesucristo murió en la cruz para que se nos perdonen nuestros pecados. Inspirada por el espíritu santo
se dijo esta frase en la Biblia: "mejor que muera uno solo por el pueblo,
para que no perezca toda la nación". Ya murió Jesús por el pueblo, para
que no perezcamos nosotros.
San Pablo
dice que en la cruz Jesús tomó nuestra sentencia de condenación y la borró con
su propia sangre.
Pero como
dice San Agustín: "si tú quieres, Cristo murió por ti. Si tú no quieres:
Cristo no murió por ti". Hay que aceptar para nuestro provecho esa muerte
salvadora del hijo de Dios. Y por los méritos de la pasión y muerte de Cristo
pedir perdón muchas veces al padre Dios.
3a.
Jesucristo resucitó no sólo para darnos vida eterna, sino para que nosotros también
resucitaremos de nuestras miserias. Cristo resucitado quiere darnos valor y
entusiasmo para vencer nuestras debilidades.
4a.
Debemos creer en Cristo y esperar en Él. Creer es estar seguros de que él sí puede
ayudarnos. Esperar es: estar seguros de que él sí quiere venir a cada momento
en nuestra ayuda. Sus promesas para los que creen en él Y esperan en su bondad
son maravillosas: "todo es posible para quien tiene fe". "Nada
es imposible para el que cree". "Según sea tu fe así Serán las cosas
que te sucederán". "Si tienes fe aunque sea como un granito de
mostaza, le dirás a una montaña, quítate de aquí y lánzate al mar, y te
obedecerá", etc.
Una vez
que hemos reconocido que el mayor mal en la vida es el pecado. Que Cristo murió
para conseguir el perdón de nuestros pecados, y que si pedimos Perdón en su
nombre lo conseguiremos. Jesús resucitado nos quiere resucitar también a una
vida de paz y felicidad aún en esta tierra. Y qué "todo lo podemos en
Cristo que nos fortalece" y que "sí cristo está en favor nuestro
nadie podría contra nosotros", entonces hemos dado ya el paso decisivo que
nos trasladó del camino ancho que desciende hacia el Abismo del castigo, Hacia
el camino elevado que lleva a la verdadera felicidad. Ahora nos queda irnos
entusiasmados, día por día por Cristo con la lectura y meditación de su
Evangelio, y el recuerdo de sus mandatos. En adelante cuando vayamos a tomar
una resolución importante diremos: "Señor: ¿qué queréis que yo haga?",
Y de vez en cuando examinaremos nuestro hablar en nuestro proceder para 100
verdad nuestra conducta está de acuerdo con la voluntad de Dios y de su Cristo.
Ninguna
persona que viva según lo expresado en este párrafo anterior experimentará una
vida desdicha. Pero de
igual manera, ninguna persona que viva de manera contraria a esto que hemos
dicho, lograr a llevar una vida de felicidad.
No
pedimos que se nos crea, sino que se haga la prueba para comprobar que si es
así.