Pensamos que escogemos a una persona quizá porque nos gusta su modo de ser, quizá porque nos atrae su físico, quizá porque tienen ese no sé qué que nos atrae intensamente pero en realidad es nuestro subconsciente el que escoge.
Nos sentiremos inevitablemente atraídos a esa persona que contenga el patrón de la niñez que nos toca sanar, ese patrón que dejó una intensa marca en nosotros y que tal vez ni sabemos que cargamos.
Esto no es algo que suceda a nivel consciente, es totalmente subconsciente. por eso cuando pasa la etapa de enamoramiento empezamos a ver esas cualidades que detonan en nosotros reacciones olvidadas.
El subconsciente sabe quién emulará ese modo de ser de nuestra madre, de nuestro padre, de otra persona significativa en nuestras vidas, inclusive a veces encuentra a quien combina a la perfección varios patrones que nos han herido. El subconsciente también sabe que esa persona tiene el potencial de hacer el cambio interno que nos llevará a recibir lo que anhelábamos entonces.
Digamos que deseábamos en la niñez que nuestro padre nos dijera que nos aceptaba y amaba tal y como éramos y no lo hizo. Entonces el subconsciente buscará a alguien a quién tampoco le será fácil decirlo por sus propias heridas.
Si encontramos a otra persona que no los pueda decir con facilidad, que nos haga sentir aceptados y amados sin problema, ese no nos interesa porque la herida de la niñez requiere que ese amor y esa aceptación venga de alguien que es difícil de complacer y que le cuesta expresar sus sentimientos.
El subconsciente sabe que así se llenará ese vacío o el no lograrlo nos obligará a seguir un proceso interno para sanar ese vacío. Si no lo logramos con esa pareja atraeremos a otra que nos muestre las mismas u otras heridas.
Por eso lo ideal y a lo que la vida nos va redirigiendo es a sanar en pareja. A crear relaciones conscientes en las que ambas partes sepan este propósito de sanación y estén anuentes a pasar por el proceso juntos. Cada parte detonará algo en el otro y ese otro tiene la capacidad de crecer y desarrollar ese aspecto latente. Es lo ideal porque ambas partes crecerán y sanarán y cuando hayan superado esos aspectos juntos podrán gozar del amor, la intimidad y la complicidad a la que los ha llevado el propio proceso.