4°. MÉTODO:
LA TERAPIA ESPIRITUAL
Este es
el método que más descuida No hay muchos médicos y psiquiatras y por eso la
depresión les gana sus batallas.
Como
nuestro medio está tremendamente secularizado (secularización es La Rebeldía
contra todo lo que es sobrenatural y divino) y el humanismo ateo es el que
preside y dirige nuestros colegios y universidades, ahora se le da muy poca
importancia a todo lo que sea espiritual. Estamos formando cerditos bien
cebados, ternerita es muy bonitas, veloces potros para correr tras el premio
del dinero, pero en lo espiritual estamos formando ateos, fieras feroces que no
sabrán si no rabiar y bramar de furia.
Infortunadamente
o quizás afortunadamente a cada persona le llegan problemas que no logran
solucionar ni con dinero, ni con amistades influyentes, ni con brillantes
cualidades personales, Y ante estos tremendos problemas sólo tiene una tabla de
salvación para no ahogarse en el mar de la depresión y de la desesperanza: la
terapia espiritual. Unas creencias que reemplacen todo lo que la naturaleza no
logra remediar. Los demás remedios resultan todos ineficaces en ciertos casos
muy frecuentes.
Un
universitario exclamaba: "yo ya no necesito de Dios ni de la
religión". Y su padre, un profesional muy equilibrado y curtido de las
luchas de la vida le respondió: "no digas ya no necesito de Dios y de
la religión". Es mejor decir: "todavía me parece que no los
necesito". Porque en la vida te llegarán problemas tales que si
Dios no te echa la mano perecerás apabullado por ellos y ningún poder humano
será capaz de liberarse de sofocante peso".
¿Quién de
nosotros no conoce hogares destruidos donde la incomprensión no se logra
solucionar ni con dinero, ni con cualidades, ni amistades de alta influencia? ¿Quién
no ha sentido ideal es que se les fuman sin saber por qué y cuya perdida parece
no poderse compensar con nada en el mundo?
Dicen que
cuando Napoleón invadió a Rusia mandó hacer una medalla con esta inscripción:
"Oh Dios: el cielo es tuyo, pero la tierra es mía". - Y un gobernador
ruso mandó hacer otra medalla con esta leyenda: "las espadas son tuyas,
pero el látigo es mío. Firmado: Dios" -. Y la realidad fue espantable: el
que creyendo poder dominar el mundo entero con sus solas fuerzas, penetró
victorioso en la que el país con medio millón de soldados armados hasta los
dientes, volvió después con unos pocos miles de harapientos soldados muriéndose
de frío y de vergüenza. Y esta historia se repite cada día con los
"secularizados" que quieren dejarle a dios solamente su cielo y
exigirle que los deje solos con sus problemas. La tierra seguirá siendo de
Dios, pero los azotes de la depresión seguirán zumbando sobre las espaldas de los
engreídos que creen que ya no necesitaban del creador para solucionar sus
situaciones difíciles.
Un hombre
lleno de salud, de amigos y de dinero le decía a un sacerdote: "yo no
cuento con Dios para nada, y que me ha pasado de malo?" y el sacerdote le
respondió: "No pregunte: "qué ha sucedido de malo?, Sino más bien: ¿qué
me va a suceder?, Porque la Biblia dice con su palabra infalible: "no
habrá Paz duradera para los que desprecian a Dios". Y esto se cumplirá
siempre y en todas partes. El señor ha dicho también: "yo soy el que doy
la paz y soy el que la quitó también". Que el señor no vaya a alejar jamás
de ninguno de nosotros su santa Paz. Desde ese momento nos tragaría la
depresión.
Una
coincidencia. Todas las terapias que existen para vencer la depresión
concuerdan en este principio: el deprimido debe recibir una ayuda
externa. Unos dicen que es ayuda debe de ser de un medicamento. Otros
que un electrochoque y algunos más que la ayuda de un psiquiatra. Nosotros
reconocemos que todas estas ayudas pueden ser muy útiles y necesarias, pero
estamos seguros de que se necesita una ayuda mucho más poderosa todavía: una
intervención especial de Dios y de su religión en su propia vida. Sin esta
intervención se nos va a quedar a mitad de camino todos los esfuerzos por
llegar a la altura de la serenidad.
Las
cuatro condiciones para la alegría y la paz:
Vamos a
presentar los 4 componentes de una persona. Si alguien desea tener una
personalidad serena y alegre debe cuidar sus cuatro aspectos esenciales sin los
cuales no puede haber equilibrio ni Paz. Son la Salud Mental, la salud
espiritual, la salud física y la salud emocional.
Una de
las más graves tragedias de nuestro tiempo es que los humanistas ateos instalados en los
colegios, universidades, periódicos, televisión, cine y demás medios de
comunicación, han hecho un lavado cerebral tan desastroso a nuestras gentes,
que muchas personas han llegado a imaginarse que son simplemente animales, sin
dimensión espiritual ni sobrenatural, destinados a vivir gorditos y bien
atendidos en esta vida, como los pollos de un gallinero o los cerdos de una
pocilga muy bien tenida, o a las vacas de un establo a todo full, y nada más.
Sin proyección hacia la eternidad mis deberes para con un dios Creador y Juez.
Y esto
trae una penosa consecuencia: que la mayoría de la gente cuenta ahora con muy
pocas reservas espirituales de las cuales poder disponer en un tiempo de
congoja mental, emocional o física. Y ese gigantesco vacío de Dios que hay en
la gente actual complica seriamente sus problemas y dificultades mensa mente su
curación. En lo espiritual siempre el vacío invita al desastre. Por eso cuando
se está vacío de Dios y de principios espirituales se va camino al fracaso.
El día en
que murió el famoso y popular y sumo pontífice Juan XXIII, murió también a la
misma hora y del mismo mal (cáncer dolorosísimo en el estómago) un actor de
cine, archimillonario, que había actuado en más de 50 películas. Y mientras el
papa Santo, agarrándose a su colchón para poder soportar Los Terribles dolores
de su cáncer, exclamaba pacíficamente: "Cristo, todo por ti y por la
salvación de los pecadores", y moría rezando fervorosamente el
Padrenuestro. En cambio, el otro allá en la clínica, sufriendo los mismos
atroces Dolores, mientras la enfermera se retiró un momento para traerle un
remedio, abrió el cajón de su mesa de noche, sacó una pistola y se pegó un tiro
en la sien. No tuvo reservas espirituales que le ayudarán a superar esta
terrorífica ocasión.