lunes, 5 de junio de 2017

Como Alejar la Depresión: Capitulo VI (Parte 4)

4°. MÉTODO: LA TERAPIA ESPIRITUAL

Este es el método que más descuida No hay muchos médicos y psiquiatras y por eso la depresión les gana sus batallas.

Como nuestro medio está tremendamente secularizado (secularización es La Rebeldía contra todo lo que es sobrenatural y divino) y el humanismo ateo es el que preside y dirige nuestros colegios y universidades, ahora se le da muy poca importancia a todo lo que sea espiritual. Estamos formando cerditos bien cebados, ternerita es muy bonitas, veloces potros para correr tras el premio del dinero, pero en lo espiritual estamos formando ateos, fieras feroces que no sabrán si no rabiar y bramar de furia.

Infortunadamente o quizás afortunadamente a cada persona le llegan problemas que no logran solucionar ni con dinero, ni con amistades influyentes, ni con brillantes cualidades personales, Y ante estos tremendos problemas sólo tiene una tabla de salvación para no ahogarse en el mar de la depresión y de la desesperanza: la terapia espiritual. Unas creencias que reemplacen todo lo que la naturaleza no logra remediar. Los demás remedios resultan todos ineficaces en ciertos casos muy frecuentes.

Un universitario exclamaba: "yo ya no necesito de Dios ni de la religión". Y su padre, un profesional muy equilibrado y curtido de las luchas de la vida le respondió: "no digas ya no necesito de Dios y de la religión". Es mejor decir: "todavía me parece que no los necesito". Porque en la vida te llegarán problemas tales que si Dios no te echa la mano perecerás apabullado por ellos y ningún poder humano será capaz de liberarse de sofocante peso".

¿Quién de nosotros no conoce hogares destruidos donde la incomprensión no se logra solucionar ni con dinero, ni con cualidades, ni amistades de alta influencia? ¿Quién no ha sentido ideal es que se les fuman sin saber por qué y cuya perdida parece no poderse compensar con nada en el mundo?

Dicen que cuando Napoleón invadió a Rusia mandó hacer una medalla con esta inscripción: "Oh Dios: el cielo es tuyo, pero la tierra es mía". - Y un gobernador ruso mandó hacer otra medalla con esta leyenda: "las espadas son tuyas, pero el látigo es mío. Firmado: Dios" -. Y la realidad fue espantable: el que creyendo poder dominar el mundo entero con sus solas fuerzas, penetró victorioso en la que el país con medio millón de soldados armados hasta los dientes, volvió después con unos pocos miles de harapientos soldados muriéndose de frío y de vergüenza. Y esta historia se repite cada día con los "secularizados" que quieren dejarle a dios solamente su cielo y exigirle que los deje solos con sus problemas. La tierra seguirá siendo de Dios, pero los azotes de la depresión seguirán zumbando sobre las espaldas de los engreídos que creen que ya no necesitaban del creador para solucionar sus situaciones difíciles.

Un hombre lleno de salud, de amigos y de dinero le decía a un sacerdote: "yo no cuento con Dios para nada, y que me ha pasado de malo?" y el sacerdote le respondió: "No pregunte: "qué ha sucedido de malo?, Sino más bien: ¿qué me va a suceder?, Porque la Biblia dice con su palabra infalible: "no habrá Paz duradera para los que desprecian a Dios". Y esto se cumplirá siempre y en todas partes. El señor ha dicho también: "yo soy el que doy la paz y soy el que la quitó también". Que el señor no vaya a alejar jamás de ninguno de nosotros su santa Paz. Desde ese momento nos tragaría la depresión.

Una coincidencia. Todas las terapias que existen para vencer la depresión concuerdan en este principio: el deprimido debe recibir una ayuda externa. Unos dicen que es ayuda debe de ser de un medicamento. Otros que un electrochoque y algunos más que la ayuda de un psiquiatra. Nosotros reconocemos que todas estas ayudas pueden ser muy útiles y necesarias, pero estamos seguros de que se necesita una ayuda mucho más poderosa todavía: una intervención especial de Dios y de su religión en su propia vida. Sin esta intervención se nos va a quedar a mitad de camino todos los esfuerzos por llegar a la altura de la serenidad.

Las cuatro condiciones para la alegría y la paz:
Vamos a presentar los 4 componentes de una persona. Si alguien desea tener una personalidad serena y alegre debe cuidar sus cuatro aspectos esenciales sin los cuales no puede haber equilibrio ni Paz. Son la Salud Mental, la salud espiritual, la salud física y la salud emocional.

Una de las más graves tragedias de nuestro tiempo es que los humanistas ateos instalados en los colegios, universidades, periódicos, televisión, cine y demás medios de comunicación, han hecho un lavado cerebral tan desastroso a nuestras gentes, que muchas personas han llegado a imaginarse que son simplemente animales, sin dimensión espiritual ni sobrenatural, destinados a vivir gorditos y bien atendidos en esta vida, como los pollos de un gallinero o los cerdos de una pocilga muy bien tenida, o a las vacas de un establo a todo full, y nada más. Sin proyección hacia la eternidad mis deberes para con un dios Creador y Juez.

Y esto trae una penosa consecuencia: que la mayoría de la gente cuenta ahora con muy pocas reservas espirituales de las cuales poder disponer en un tiempo de congoja mental, emocional o física. Y ese gigantesco vacío de Dios que hay en la gente actual complica seriamente sus problemas y dificultades mensa mente su curación. En lo espiritual siempre el vacío invita al desastre. Por eso cuando se está vacío de Dios y de principios espirituales se va camino al fracaso.


El día en que murió el famoso y popular y sumo pontífice Juan XXIII, murió también a la misma hora y del mismo mal (cáncer dolorosísimo en el estómago) un actor de cine, archimillonario, que había actuado en más de 50 películas. Y mientras el papa Santo, agarrándose a su colchón para poder soportar Los Terribles dolores de su cáncer, exclamaba pacíficamente: "Cristo, todo por ti y por la salvación de los pecadores", y moría rezando fervorosamente el Padrenuestro. En cambio, el otro allá en la clínica, sufriendo los mismos atroces Dolores, mientras la enfermera se retiró un momento para traerle un remedio, abrió el cajón de su mesa de noche, sacó una pistola y se pegó un tiro en la sien. No tuvo reservas espirituales que le ayudarán a superar esta terrorífica ocasión.