Yo tenía un buen trabajo, ganaba un sueldo decente. Había estado en recuperación durante años. Cada mañana, me subía a mi coche y le daba gracias a Dios por el coche. La batería no funcionaba, y la probabilidad de que el coche no arrancara era casi tan grande como de que sí lo hiciera. Yo sólo sufría, y le daba gracias a Dios. Un día, se me ocurrió que no había absolutamente ninguna buena razón para que no pudiera comprarme un coche nuevo –en ese momento- si así lo quería. Me la había pasado sintiendo gratitud por una privación innecesaria y por el martirio. Me compré un coche nuevo, ese mismo día. (Anónimo).
A menudo, nuestra reacción instintiva hacia algo que queremos o necesitamos es: “¡No, no me puedo dar el lujo de comprarlo!”.
La pregunta que podemos aprender a hacernos es: “¿Pero, podría?”.
Muchos de nosotros hemos aprendido a privarnos habitualmente de todo lo que quisiéramos y, a menudo, de cosas que necesitamos.
A veces podemos usar equivocadamente el concepto de gratitud para mantenernos privados sin necesidad.
Sentir gratitud por lo que tenemos es un importante concepto de recuperación. También lo es creer que merecemos lo mejor y hacer un esfuerzo por dejar de privarnos y empezar a tratarnos bien.
No tiene nada de malo que nos compremos lo que queremos si tenemos dinero para ello. Aprende a confiar en ti mismo y a escucharte acerca de lo que deseas. No tiene nada de malo que te des un gusto, comprándote algo nuevo.
Hay veces en que es bueno esperar. Otras, en que auténticamente no podemos permitirnos un lujo. Pero muchas más que sí podemos.
“Hoy cambiaré los principios de gratitud por lo que tengo con la creencia de que me merezco lo mejor. Si no hay una buena razón para privarme de algo, no lo haré”.