La vida se construye junto a personas que nos aportan y nos hacen crecer.
No podemos permitir que personas con actitudes dañinas influyan en nosotros.
Está claro que vivir en soledad es mucho más difícil que vivir con la compañía de personas que nos aman.
Sin embargo, es necesario aprender a escoger a las personas con las que compartiremos la vida.
Claro que las personas con las que vivimos influyen en nosotros.
Hay personas que aparentemente muestran amarnos, pero en realidad nos hieren y nos amarran a ellas de tal modo que muchas veces terminan siendo indispensables para nosotros.
No podemos permitir que las personas a las que escogemos para compartir la vida nos hagan daño, aunque las amemos.
No está bien aguantar desprecios y chantajes.
Es necesario encontrar personas que nos ayuden a crecer y que nos motiven a ser cada vez mejores.
Podríamos preguntarnos hoy, entonces, por la manera en la que elegimos a las personas con las que compartimos la vida.
No se trata ahora de una elección de catálogo, es decir, de elegir solo lo que nos conviene, porque eso claramente suena a utilitarismo, y no hablo de eso; hablo de la capacidad que debemos tener al momento de elegir quién entra y quién no en nuestra vida, esto con el fin de vivir felices y no matándonos por el maltrato que nos pueda dar otro.
Que en todo momento se vuelva tu propósito para la vida, el unirse con aquellos que aportan, que compartan sanamente la vida.
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