viernes, 6 de abril de 2018

Cuando Mamá Lastima - Dolor Crónico


Enseñemos a perdonar; pero enseñemos también a no ofender. Sería mas eficiente.
José Ingenieros

Mi madre tiene miedo a envejecer. Es impresionante la cantidad de cremas para cara y cuerpo que almacena en el baño. Sí entró a la cocina me topo con docenas de frascos que contienen píldoras para mejorar la apariencia de la piel, antioxidantes, vitaminas para el cabello y los huesos, toda una farmacia nutricional en casa. Todos los días acude al gimnasio y se realiza rutinas de piernas, brazo y glúteos. Se ha operado el busto y los hilos rusos han estirado la piel de su rostro en más de dos ocasiones. Se niega a aceptar el paso de los años. El mes pasado cumplió 42 Y ella dice que parece de 30, y como los 30 son los nuevos veintes creo que se siente de 22. Madonna y su inspiración y quiere llegar a los 50 tan conservado como la cantante y ni hablemos de moda porque su clóset está repleto de lencería coqueta y de los últimos diseños del momento. Se llama Azucena y la piel la tiene nacarada, los ojos negro intenso y la boca rellenita de colágeno. Es delgada por herencia y gracias a las dietas y ejercicios que sigue de manera rigurosa desde que tengo memoria. Trabaja en una agencia de viajes desde hace 20 años. Cuando se divorció de mi padre se impuso el propósito de darme estudios y una vida mejor que la que ella tuvo en la humilde casa de los abuelos. Mi padre se fue porque mi madre lo corrió al descubrir los amarillos que tenía con una secretaría del banco en donde era cajero. Siempre me ha dejado Claro que se casó con él por mi culpa. Se embarazó sin planearlo y sin estar enamorada y mucho menos convencida del valor de esa relación. Como quien dice soy hija de una calentura y no de un amor sincero. Yo tenía apenas tres años cuando se separaron y a mi padre lo veía cuando era niña. Ahora que he crecido y soy una señorita de 22 años sólo me manda un regalo por mi cumpleaños con uno de sus hermanas y se justifica diciéndome en una carta que vive muy lejos y que ya tiene una nueva familia. Nunca he entendido bien lo que quiere decir eso de tener una familia, porque al ser su hija, se supone que yo también soy su familia pero está claro que a mí ya no me incluye en el paquete.

Sospecho que mi madre nunca ha tenido instinto materno y que tampoco era su máxima aspiración el matrimonio. A ella le gusta hacer activa, desarrollarse en sus intereses y viajar. Le gusta estar en su mundo, con sus ideas y aspiraciones, rogando a Dios que la ciencia desarrolle más por más y nuevas maneras de rejuvenecer a los seres humanos. Siempre está pendiente de lo más reciente en cuanto nanotecnología aplicada a la salud y a la belleza y de las últimas recetas orgánicas para la conservación de la salud. Es adicta al ejercicio ya los vestidos coquetos. Le gusta leer y salir a tomar la copa los sábados y platicarme de sus pretendientes. Cada dos semanas le aparece un galán nuevo y durante 3 días me relata los detalles de su aparición, me muestra fotografías en su celular y sueña con Qué es el príncipe que ha estado esperando. Al cuarto día la intensidad baja y está por demás decirles que ya para la siguiente semana ha borrado las fotografías y ha bloqueado al individuo de sus contactos. Así es mi madre, la famosa Azucena Larios. A dónde llega impregne lugar con su perfume Chanel y acá para las miradas. Su charla divertida y sus ademanes coquetos la hacen el centro de atención en cualquier reunión.

Nadie puede imaginar que soy su hija hasta que ella lo afrma. Soy tan tímida y rellenita de carnes que encontrar las semejanzas con mi madre Me parece una tarea imposible. Mientras que ella se ha dedicado a trabajar, a estudiar y aprender cosas nuevas por la vida yo me he dedicado a estar en la escuela y en la casa comiendo carbohidratos y tomando refrescos. He tenido varias nanas, alguna de ellas además de cariñosas eran buenas cocineras y me consentían preparándome pastelillos de almendra, tartas de queso y pan de nata. Qué comer a sido mi refugio y a pesar de la insistencia de mi madre para que yo haga ejercicio Palomas que he llegado esa saltar la cuerda 20 veces en el patio de la casa. Hija de una madre ausente y de un padre cobarde, he crecido con un vacío que intentado llenar con chocolates y pasteles. Sorpresa de un dolor crónico que solamente disminuye con la comida.

A mis 22 años soy talla 13 mientras mi madre es talla 7 a sus 42. Usar ropa holgada que esconde las lonjas que se desbordan de mi cintura y evitó enseñar mis piernas regordetas llenas de celulitis. Me siento insegura Y prefiero el silencio al diálogo. Prefiero la lectura El ejercicio y me gusta más la soledad que la compañía. Se me dificulta hacer amistades y me sobra 9 dedos en las manos cuando cuento a mis amigos. Sandra es la única amiga que tengo y es la única que ha llegado a conocer Mis demonios. A pesar de ello me aceptó y me quiere y yo vivo agradecida por su amistad incondicional y por sus aplausos ante mis pequeños logros.

Estudia enfermería y trabajo en un hospital. La vida de mi madre es tan distinta la niña que parece que compartimos espacio existiendo en dimensiones paralelas. Cuando mi madre se acuerda de que existo, voltea a verme y me recuerda lo gorda que estoy. "No es posible Patricia, pareces ballena", "cada vez que respiras engordas", "no te da vergüenza pareceres cerdita", "así Nunca encontrarás novio, tienes que ponerte a dieta y hacer ejercicio". Cuando era más pequeña sus frases no eran así, a veces pienso que para mi madre una niña gordita es bonita pero cuando ya la infancia te abandona la gordura es sinónimo de fealdad. Me siento fea, insegura, fracasada. Como si adentro de mi gordo cuerpo de 22 años viviera el alma de una mujer de 100. Me siento cansada, triste y los pensamientos suicidas solicitado en varias ocasiones de noche sin sueño.

Mi madre sigue en su planeta, allá donde su belleza es apreciada, su juventud conservada es reconocida, en donde el desarrollo de su persona es lo importante. Mi amiga Sandra dice que mi madre es egoísta, pero no me gusta escuchar críticas hacia mi mamá en la boca de otro. Aunque yo pienso lo mismo, me incomoda que otros la juzguen. La justifica porque me ha repetido hasta el cansancio lo mucho que sufrió con mi papá. Si yo no hubiera nacido ella no hubiera pasado por tan malos momentos. Cuando pienso eso es cuando preferiría no haber nacido. Me duele el pecho, me tiemblan las manos y entonces corro hacia la cocina, abre el refrigerador y me como todo lo que hay dentro. Los ataques de ansiedad que padezco desde siempre, desaparecen comiendo y así, comiendo, me tranquilizó. En su ausencia me he dedicado a comer, para llenar ese vacío que siento, pero no se llena nunca.

Hay que no ha tenido una madre amorosa que la cuide porque la muerte es el Arrebato, hay que no la ha tenido porque la madre padece alguna enfermedad que la imposibilita, pero yo, no he tenido una madre presente por su poca disponibilidad emocional para conmigo. Existe pero no está, la puedo tocar, pero no la siento. Hija huérfana de madre viva.
Si en eso quedará todo, tal vez mi dolor crónico Sería más llevadero. Lo que lo hace más intenso son esos pequeños contactos cotidianos con los que me insulta y compite conmigo como si tuviéramos la misma edad. "Mira, deberías aprender a tu madre, Mira mi cintura, yo sí tengo". "Al menos ahorro para que te pagues una liposucción querida". He llegado a pensar que le recuerdo a mi padre, a ese hombre al que no le ha perdonado su traición. He llegado a creer que he sido lo peor que le ha sucedido en su vida. Pero es mi madre y la amo.

Dice Sandra que no debo delgazar Para complacer a mi madre. Que lo tengo que hacer por mí. Me repite que debo aprender a ser la protagonista de Mi existencia, qué debo entrenarme en el amor a mí misma y a lograr vivir sin angustia. Mientras mi madre sale cada dos semanas con un nuevo pretendiente, Yo nunca he aceptado la invitación de un chico. Mientras mi madre sale de viaje, de fiestas, a divertirse, yo me encierro en casa a ver televisión y a comer pizzas. Mientras ella se cuida y se niega a envejecer, yo aveces invocó a la muerte.

Hay quien preside a mi madre como una mujer ridícula y le sugiere vestirse conforme a su edad y convivir más con migo. Eso la ofende. A quién le aplaude sus ganas de vivir y hasta la ponen de ejemplo. Para mí es mi madre y no la quiero juzgar; Quiero aprender a vivir con ella tal y como es. Quiero enfrentar mis ansiedades y mis miedos, Quiero recuperar mi autoestima y mirar hacia el Horizonte y no hacia los abismos. Sé que un día lo lograré. Quiero bajar de peso, quiero tomar lo positivo de Azucena Larios y quedarme con eso impregnado en mi corazón. Dicen que no hay perdón que no sea posible si se tiene el deseo, Yo quiero lograr convertir sus agravios en perdón y encontrar mi propia identidad.



Cuando Mamá Lastima - Rayo Guzman, Ed.  Milestone

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