Sobre los cimientos de la sobriedad podemos levantar una vida de honradez, de desinterés, de fe en Dios y amor a nuestros semejantes. Jamás alcanzaremos plenamente estas metas; pero la experiencia de construir esa clase de vida es incomparablemente más aceptable que el torbellino de nuestra antigua vida de bebedores.
Hemos venido a A.A., para tornarnos sobrios; pero si permanecemos el tiempo suficiente, aprendemos una nueva forma de vivir.
Llegamos a ser honrados con nosotros mismos y con las demás personas. Aprendemos a pensar más en los demás y menos en nosotros. Y aprendemos a confiar en la ayuda constante del Poder Superior.
“Estoy viviendo honrada, desinteresadamente y con fe"?.
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