lunes, 2 de abril de 2018

Cuando Mamá Lastima - Madre Eterna


Muchos mueren demasiado tarde y otros prematuramente. 
No entra aun en los oídos la doctrina del morir a tiempo
Friedrich Nietzsche

Te fuiste de este mundo 4 meses después de qué me pariste. Una camioneta sin frenos partió tus huesos y estallaron tus viceras cuando ibas camino a la tienda a comprar el pan. Tu madre me cuida desde entonces. La abuela Remedios, con su frente arrugada y sus manos callosas, me tomo entre sus brazos para asumir tu rol. Mamá, sin conocerte tu muerte siempre me ha dolido.

Como si sospechadas tu muerte, dos semanas antes de tu accidente, de bautizarse con el nombre de Valentina. Dice la abuela que le dijiste: "se Llamar a valentina para que siempre sea Valiente y que nada le asuste". Mi padre fue el asustado Y se sintió Demasiado joven para ponerse sólo a criar una hija recién nacida y descargo la responsabilidad en mi abuela Remedios. Cada mes venía a visitarme y me traía ropa y juguetes. La abuela, viuda y medio sorda, me enseñó cómo pudo a caminar, me cuido las calenturas por la salida de dientes y me alimento con avena y miel. Viuda y con la Modesta pensión que el abuelo Pablo le dejó, medio lo mejor que tuvo. Un techo, una cama, un plato con arroz y me llenó la cara de besos. Las visitas de mi padre se fueron haciendo menos frecuentes. Yo no había cumplido aún los 4 años cuando dejó de venir a verme. La abuela me dijo que se había ido muy lejos a trabajar, pero que cuando pudiera iba a regresar por mi. Nunca regresó mamá. La gente de la colonia cuenta que tiene mujer y tres hijos y que viven en una ciudad del sureste. Pero no te preocupes mamá, él no me ha hecho mucha falta, porque el tío Melchor, tu hermano, ha sido como un padre para mí. Me montaba en su camioneta verde y me llevaba a la plaza a comprar algodones de azúcar color azul que me pintaban la lengua. Me llevaba a cazar mariposas al parque de las chirimoyas y me cantaba canciones de un tal José Alfredo. Mi abuela lo regañaba porque decía que no eran canciones para dormir a una niña, pero a mí me gustaba escucharlo cantar con mucho sentimiento esas letras que hablaban de botellas de vino y de mujeres.

Toda la vida te he extrañado. En una caja de metal cromado guarda una fotografía tuya que me regaló la abuela. Estás vestida de largo y tu pelo está en marcado con una linda diademas de flores diminutas. Tus largos brazos descansan Sobre tus caderas y lo mejor es tu sonrisa. Qué bonitos tus dientes mamá! Eras muy bella. Dice el tío Melchor que eres de tu cabello y tu mirada traviesa. Me gusta pensar que si no te hubieras muerto, habríamos hecho travesuras juntas, Cómo ponerle pintar labios Saltillo mechón mientras estaba dormido, Pokémon el vidrio de la ventana con la pelota que me regaló mi amigo Pedro. Pero tuve que hacer esas travesuras Yo sóla porque tú ya no estabas.

Cuando me hice mayor y mis pantaletas se pintaron de rojo, la abuela remedios ya estaba tan vieja y cansada que ni caso me hizo. Sólo atinó a darme unas monedas para mandarme a la botica de Doña Julia a comprar unas "compresas". Doña Julia se dobló de la risa, me dijo que hacía muchos años que ya no se usaban tales cosas y que ahora existían las "toallas sanitarias" conocidas comercialmente como kotex. Ahí mismo en la trastienda de la farmacia, ella misma es mi entreno en el uso del producto y me dijo que no me asustara, que todas las mujeres pasábamos por eso y asunto arreglado. Ese día salí de ahí necesitan dota con toda mi alma. "Quiero a mi mamá" pensaba, y sentía un dolor en mi pecho.
Mamá te fuiste muy pronto de mi vida. Me has hecho falta cada día de mi existencia. He crecido con una sensación de abandono que no puedo eliminar. Tengo miedo a la soledad y el silencio. Te amo y te extraño sin haberte conocido.

Durante la adolescencia me dice Rebelde y respondona. La abuela remedios ya ni fuerza tenía para hacerme entrar en razón. El tío Melchor se había casado con una muchacha de otro barrio y se fue a vivir al otro extremo de la ciudad. Lo veíamos cada fin de mes, cuando llegaba a la casa del abuela cargando costales llenos de frijoles y arroz. Se sentaba conmigo en la banqueta y me pedía una y otra vez un mejor comportamiento Con la abuela y me pedía que la cuidara porque ya la veía muy cansada. Yo le decía a todo que sí, pero mi Rebeldía seguían puntos suspensivos, Tan pronto lo veía partir montado en su 4 por 4, me cepillaba los cabellos, mi coloreaban los cachetes y me largaba la calle. La abuela Remedios, llamas sorda y casi ciega, sólo atinaba a pedirme que no regresará tan tarde. Me iba a la plaza y buscaba a mis amigas, comprabamos nieve de melón y veía pasar a los muchachos. Había uno que se llamaba Daniel y me gustaba mucho. Era flaco como espátula, salto con garrocha y tenía unos ojos azules y tristes que me encantaban. A pesar de mis coqueteos nunca se me acerco. Era muy tímido y yo ignorante a esas faenas. Me daba mucha envidia ver que mis amigas tenían una mamá y le podría platicar sus peripecias en el amor. Yo sólo tenía a una abuela vieja y sorda y a un tío ausente. Sentí que la vida es injusta, Qué hubiera sido mejor que yo no nacíera. Llegue a odiarte por haberme abandonado Tan pequeña, hubiese preferido morir contigo en aquel accidente. Juventud, dudas y traumas no son buena combinación mamá, y esos años fueron muy difíciles para mi. Fue como si al despertar una mañana cualquiera y de la nada, me percatara de lo mucho que me dolía tu muerte, tu ausencia. Me resenti con Dios y con la vida. Cuando murió la abuela remedios yo tenía 18. El tío Melchor me invitó a irme a vivir con él y su familia pero no acepte. Preferí quedarme en esta casa vacía pero conocida, en ese rumbo conocido Aunque aburrido.

La muerte de la abuela remedios no hizo otra cosa que recordarme la tuya. Me la imaginé ascendiendo hacia la gloria divina, con su trenza plateada y su espalda encorvada pero sin dolor es mi sordera. Las imágenes juntas y felices caminando por un extenso Prado lleno de flores blancas. Me encerré en mi habitación no llorar 3 días con sus noches. Me sentía más sola que nunca. Fui a visitar al padre Mauro a la capilla y le pregunté porque Dios permite tanto sufrimiento. Le dije que si su Dios era bueno, lo era con otros, Porque para mí sólo abandono Y Soledad tenía destinados. Sally llena de rencor de la iglesia sin escuchar lo que el sacerdote intentaba decirme. Mejor y a mí misma que no volvería a creer en nada ni en nadie y me dispuse a enfrentar a la vida sacando fuerzas de la soledad, entusiasmo de mis rencores y esperanza de mi coraje.
Mamá me haces mucha falta. Me imagino cómo son tus regaños, a qué saben tus besos, a qué saben tus besos. A una madre muerta se le busca toda la vida y de todas maneras posibles. Yo te busqué en las madres de mis amigas en la dueña de la tienda de ropa en donde comencé a trabajar como dependienta, en la cocinera de la Fonda Don de comida diario desde que murió la abuela. Te busqué en el cigarrillo, la cerveza, en el ejercicio y en el sexo. Busca de Mil maneras y modos de llenar el vacío que se han ido en mi alma el día de tu muerte. Siempre me has hecho falta, mamá. Siempre.

Una mañana de hace 15 años conocí a Humberto. Al bajarme del autobús con mis prisas permanentes, esas que no me dejan vivir en calma la vida, tiré mi cartera y él la levantó. Me abordo de inmediato para entregarmela y me acompañó hasta la tienda de ropa donde yo era dependienta. Me ayudó a levantar la cortina metálica de local y se quedó conmigo unos minutos. Desde ese día somos inseparables. Humberto llegó a mi vida para quedarse a mi lado y la soledad de mi alma aminoró. Prometido cuidarme y protegerme y ha cumplido. Es un gran padre para mis dos hijos, Gerardo de 8 y Miguel de 6. Compro una casa de dos plantas con Tejas coloradas en el techo y jardín trasero. No he vuelto a pasar hambre ni fríos. Dejé de trabajar para cuidar a mis tres hombres. Humberto es cariñoso y alegre, le gusta tocar la guitarra en las noches de los sábados mientras yo cocino carne con papas. Mi existencia es sencillo pero sin carencias. Tenemos un poco de todo y un mucho de amor. Me gusta pensar que Humberto es un ángel al que contrataste desde el cielo para que me viniera en tu nombre a proteger.

Mamá, te fuiste sin pedirme permiso. Me ha dolido tu ausencia desde siempre. Hoy e decidido que tu recuerdo sea motivo de sonrisa, de aliento, de esperanza. Hoy he decidido agradecerle la vida por lo que me has dado. Que con todo y su sinsabores ha sido una bendición. Porque por decisión propia no me abandonaste, porque el destino te desprendió la existencia de un Arrebato, por eso no te despediste, porque seguro sabías que ibas a habitar en mi por toda la eternidad.


Cuando Mamá Lastima - Rayo Guzman, Ed.  Milestone

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