“¡Qué misterioso es el país de las lágrimas!” dice el Principito, y es verdad.
Encontrarse con una persona que está sumergida en una gran tristeza es algo muy difícil. Lo he tenido que vivir muchas veces con personas que amo profundamente y a las que encuentro en momentos en los que parece que nada puede quitarles el dolor que tienen dentro.
Yo confío en Dios y pido por ellos de inmediato, y sé que el silencio puede ser la mejor compañía en momentos así, y confío en que, luego, cuando llegue el momento de hablar y de escuchar, diré algunas palabras que puedan dar ánimo y luz, pero sé que dentro lo que sienten los otros es muy fuerte.
Ya sea el dolor inexplicable de la muerte, el agudo de un amor no correspondido, el dolor del fracaso o del engaño, o el dolor de la vergüenza porque hiciste algo que decepcionó a todos y te sientes pequeño y con ganas de esconderte.
Cualquiera que sea, en cuanto entras a ese “país de las lágrimas” entras a un misterio terrible que cambia las proporciones de todas las cosas, que hace ver que todo es sombrío y que es difícil encontrar una salida.
Tal vez, estés en un momento así, o tal vez hayas pasado ya por eso, o vayas a pasar en el futuro, porque nadie está exento de problemas, lo importante es que sepas que nunca estás solo, que Dios está contigo y que Él es el guardián de tu futuro; la tristeza es pasajera, pero la alegría en el Señor será permanente; así que, si no te consumes en la desesperación, y tomas aire, vas a ver que más adelante te saluda la esperanza. .
TAREA DEL DÍA
Encuentra motivos para no permanecer triste por los problemas que tienes.
P. Alberto José Linero
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