lunes, 5 de noviembre de 2018

El Camino Del Encuentro (Parte III-1)

PARTE III


ENCUENTROS HORIZONTALES

EL SEXO, UN ENCUENTRO ESPECIAL


                     La actividad sexual de todos empezó con el
contacto  erótico y sensual con el propio cuerpo.
La masturbación no tiene nada de malo, es
maravillosa una gran fuente de placer
independiente, pero tiene un solo problema:
no es suficiente. Si uno quiere mas... entonces
tiene que buscar mas allá, y lo primero que saldrá
a buscar es otra mano parecida a la propia.
Este es el descubrimiento de la homosexualidad,
por la cual transitamos todos por un tiempo, la
actuemos o no. La homosexualidad no tiene nada
de malo, es maravillosa, puede dar mucho placer,
pero tiene un solo problema: no es suficiente. Si
uno quiere mas... entonces, tiene que complicarse,
tiene que buscar lo diferente. Y la complicación
es enredarse con el otro sexo.
Este es el descubrimiento de la heterosexualidad..
Por su puesto, la heterosexualidad no tiene nada
de malo, es maravillosa, y uno puede obtener gran placer de ella, pero tiene un solo problema: no es
suficiente. Si uno quiere mas... entonces tiene que
llegar a la abstinencia y a la meditación.
Pero antes de llegar ahí hay que haber tenido
todo el sexo que uno desee. Porque a la abstinencia
nunca se llega antes de sentir que todo el placer
encontrado ha sido insuficiente
Bagwan Shree Rajneeh (Osho)

Me gusta citar a Osho cuando empiezo a hablar de la sexualidad, porque aunque no acordemos del todo con alguno de  sus planteos (no creo que yo pueda llegar a ese descubrimiento de insuficiencia que me lleva a la abstinencia...) ciertamente, la sexualidad genera mas de una complicación. Pero como la naturaleza siempre hace las cosas con algún sentido, esta complicación debe tener uno . ¿Cuál es el sentido?.
La procreación en si misma no alcanza a justificar tanto desarrollo, pues existía antes de la sexualidad. Antes de la aparición de las especies sexuadas. La biología nos muestra que los seres vivos se reproducían (división celular, brotación, etc.).
La pregunta se reformula: ¿Por qué la naturaleza inventa la procreación sexual?.
Y una de las respuestas que enseña la biología es: Por la evolución.
Si una célula madre da origen a dos células simplemente dividiéndose por la mitad y cada una de las hijas se transforma en una célula nueva y joven, cada progenie resultará forzosamente idéntica a la original, dado que se gesta a partir de la original, dado que se gesta a partir de la información encerrada en el código genético de su madre.
Para poder dar origen a una descendencia diferente del progenitor, para asistir a la creación de algo distinto, hace falta que haya diferencia en el material genético entre las generaciones. La forma que la naturaleza encontró fue conseguir que dos células diferentes se cruzaran entre si y entremezclar su información generando así células distintas de ellas mismas.
Aparece entonces la posibilidad de que la cruza genere variación y, por lo tanto, evolución.
Sólo desde el intercambio entre sexos se puede producir una procreación que genere evolución.

Para la biología, la heterosexualidad es la conquista de ese camino evolutivo. También entre los humanos la homosexualidad es muchas veces un tránsito hacia la heterosexualidad.
Desde mi opinión personal, lo único que los homosexuales se pierden, si es que se pierden algo, es el contacto con lo diferente. No es lo mismo estar hablando con un amigo que con una amiga, no es lo mismo lo que pasa al compartir una experiencia de trabajo con una persona del mismo sexo que con alguien del sexo opuesto (odio  esto del sexo opuesto pero me parece tan estúpida cualquier otra manera de decirlo que me resigno).
El contacto entre un hombre y una mujer genera de por si evolución, genera la posibilidad de conquistar a partir de lo diferente nuevos espacios de desarrollo.
La suma de la mirada femenina y la mirada masculina, que se consigue en gran medida por el solo hecho de pertenecer a otro sexo, nos enriquece siempre.
Esto conduce a pensar que la sexualidad, mas allá de su función procreadora, tiene para nosotros además otra función importantisima: Favorecer el encuentro entre otro y yo.
El sexo es un punto mas de encuentro entre los seres humanos y , como tal, un aspecto mas de su posibilidad de comunicación.
Y por supuesto (con  o sin el acuerdo de Osho): el placer.

La sexualidad es para el ser humano, mas que para ningún otro ser vivo, una fuente de placer.

En la especie humana, el encuentro sexual se produce, las mas veces, sin estar ligado a la intención de procrear.
Pero como en nuestra cultura no hay placer sin culpa, entonces hablar de sexualidad aparece la historia del placer culposo.
Cuando éramos chicos, la masturbación era una historia dramática, terrible y peligrosa que las madres y los padres censuraban y criticaban.
Algunos de los mitos que excedían el castigo de Dios era para los varones, la amenaza del crecimiento de pelos en las palmas de las manos... o de volverse tarado... o de terminar locos (algunos hemos quedado un poco locos pero dudo que sea sólo por eso).
Para las mujeres, la censura amenazaba con el peligro de lastimarse y no poder tener hijos cuando fueran grandes.

Los padres de hoy aprendimos que la masturbación es parte de la evolución normal de nuestros hijos, y al comprenderlo hemos dejado de hacer de la exploración que efectúan en sus propios cuerpos un motivo de persecución o de miradas censuradoras.
Afortunadamente, la sexualidad ya no es una cosa vedada de la que los chicos no puedan hablar.

Sin intención de ser excluyente, me parece importante aclarar que me propongo escribir aquí sobre el encuentro heterosexual entre adultos sanos (o mejor dicho, crecidos no demasiado neuróticos.)

Me contaron un cuento muy divertido.

Una señora va a una aerolínea a compara dos pasajes en primera clase a Madrid. En la conversación, al pedir los nombres de los pasajeros el empleado descubre que el acompañante de la señora es un mono. La compañía se opone y el argumento de que si ella paga el pasaje puede viajar con quien quiera es radicalmente rechazado.
Si bien en un principio la compañía adopta esta actitud, una oportuna corta de recomendación de un político de turno logra que le den un permiso para llevar al mono, no en un asiento sino en una jaula, como marcaba la norma, tapado con una lona, pero en la zona de equipaje de las azafatas en el fondo de la cabina del avión.
La mujer acepta la negociación de mal grado y el día del vuelo sube al avión con la jaula cubierta con una lona verde que llevaba bordado el nombre del mono: FEDERICO. Ella misma lo traslada al estante de puerta de tijera del fondo y se despide de el. “Pronto estaremos en tu tierra, Federico , como se lo prometí a Joaquín”.
Da un vistazo para controlar el lugar y vuelve a primera clase a acomodarse en su asiento.
A mitad del viaje, una azafata muy atenta tiene la ocurrencia de convidar al mono con una banana, y para su sorpresa, se encuentra con que el animal está tirado  inmóvil en el piso de la jaula. La azafata ahoga un grito de horror         { y llama al comisario de a bordo, no tan preocupada por el mono como por su trabajo. Todos sabían que la señora dueña del mono venía muy recomendada.
En el avión se arma un tremendo desparramo. Todos corren de aquí para allá. El comandante se acerca a Federico y le hace respiración boca a boca y masaje cardíaco. Durante mas de una hora intentan reanimarlo, pero no ocurre nada. El animal está definitivamente muerto.
La tripulación decide enviar un cable a la base para explicar la situación. La respuesta que reciben tarda media hora e llegar. Hay que evitar que la pasajera se entere de lo sucedido. “Si la señora hace un escándalo posiblemente los dejen a todos en la calle. Tenemos una idea. Sáquenle una foto al mono y mándenla por fax al aeropuerto de Barajas en Madrid. Nosotros daremos instrucciones para reemplazar el simio apenas aterrice el avión”.
El personal a cargo efectúa la orden al pie de la letra. Envían la foto y en el aeropuerto ya se están llevando a cabo los preparativos para la operación de sustitución. Mientras esperan que el avión aterrice, comparan la foto del mono de la pasajera con el mono conseguido. Al mono muerto le falta un diente, entonces le arrancan uno con una tenaza al falso Federico. Luego ven que aquel tiene una marca rojiza en la frente, así que con matizador maquillan al mono nuevo. Detalle por detalle arreglan las diferencias hasta que finalmente u rápido hachazo equipara el largo de sus colas. Terminan el trabajo justo, justo cuando el avión aterriza. Las asistentes suben rápidamente, sacan a Federico de la jaula, lo tiran al cesto de basura y ponen al mono nuevo en su lugar. Lo tapan con la lona y el comisario es designado para entregarlo.
Con una sonrisa, el hombre entrega la jaula a la señora mientras dice:
- Señora, su mono
La señora levanta la lona y dice:
- ¡Ay Federico!. Estamos otra vez en tierra.
Pero cuando lo mira bien, exclama:
- ¡Este no es Federico!.
- ¿Cómo que no es?. Miré tiene rojizo acá, le falta el dientito...
-¡ Este no es Federico!
- Señora, todos los monos son iguales, ¿cómo sabe que no es Federico .
- Porque Federico... estaba muerto.
Y entonces todos se enteran de lo que nunca pensaron. La señora llevaba la mono a España para enterrarlo, porque era una promesa que le había hecho a su marido antes de morir.

Lo cierto del cuento es que nadie sabe mejor que yo lo que llevo en mi equipaje, lo que yo llevo lo sé yo.
¿Quién me va a decir a mi como tengo que viajar?

Elegí este cuento como comienzo para decir que no se puede hablar de sexo desde otro lugar que no sea el de la propia experiencia, que es el equipaje que cada uno carga.
Como en estas cosas no hay verdades reveladas, y si las hay yo no las tengo, no es necesario aclarar que las cosas que digo pertenecen a lo que yo como terapeuta, como persona y como individuo sexuado que vive en esta sociedad que compartimos. Por lo tanto, se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con ellas, es decir, no tienen por que ser valederas para todos.

En primer lugar, hace falta desmitificar algunas creencias que hemos heredado sobre nuestra sexualidad.
La primera es que el sexo saludable, pleno, disfrutable, inconmensurable y no se cuántos “-ables” mas, y que tiene que venir por fuerza ligado al amor.
Es una idea interesante, falsa pero interesante.
Tanto ligamos el sexo al amor que hablamos de “hacer el amor” como si fuera sinónimo de encuentro  sexual. Y la verdad es que no son sinónimos.

El sexo es una cosa y el amor es otra.

Si bien es cierto que pueden venir juntos, a veces no es así.
No necesariamente la sexualidad viene con el amor.
No necesariamente el amor conlleva sexualidad.
Así como alguna vez dije que el amor tenía que ver con el sentimiento puro y no hacía falta incluir el deseo sexual, digo en esta oportunidad que el sexo no necesita incluir al amor para ser verdadero.

Uno puede elegir incluirlo.
Uno puede decidir que ésta es su manera de vivir el sexo y el amor, y es una decisión personal. Pero no es una decisión genérica, válida para todos.
Amor y sexo son dos cosas tan independientes como un saco y un pantalón. Uno pude ponerse las dos cosas juntas, y si combinan, quizás hagan un traje, y puede ser lindo verlos juntos. Pero uno puede usar un jean con una camisa, un pantalón negro con una pollera verde, y esta combinación puede quedar bien o mal pero siguen siendo dos cosas diferentes.

Ahora, para hablar de relaciones sexuales hace falta saber que entendemos por esa expresión.

Me acuerdo siempre del viejo chiste que me contaron de una señora un poco ingenua que sale de una charla mía y en el hall de la sala le dice al marido:
- Decime viejo, ¿nosotros tenemos relaciones sexuales?
El marido la mira y le dice:
- ¡Si, claro, mi amor, claro que tenemos!
Y ella dice:
- ¿Y por que nunca las invitamos?

Vamos a tener que saber una vez mas de que hablamos. Si uno quiere hablar de sexo va a tener que animarse a llamar a las cosas por su nombre. Esto significa no hacer ninguna vuelta para no decir algo porque sea prohibido, feo, mucho menos porque suene pornográfico u obsceno.
Y quiero avisar ahora que desde aquí hasta el fina, en este capítulo, un culo es un culo. No es: ni el lugar donde termina la espalda, ni un trasero, ni la parte de atrás, ni una nalga, ni un glúteo, ni un agujero incógnito y turbio... Un culo es un culo.

Pido disculpas por esto, porque sé que a algunos lectores las palabras pueden sonarles hirientes. Pero como no está claro que significa y de dónde viene todo aquello que llamamos sexo, por unas páginas vamos a levantar, con los que decidan seguir leyendo, las barreras que impiden escribir algunas palabras. Y no me parecería mal que alguien saltara hasta el próximo capítulo donde hablo de la pareja, porque hay que defenderse de lo que a uno le molesta.

En lo cotidiano, uno no usa la expresión “relaciones sexuales”. Hay otras palabras que tampoco usamos y que suenan peores todavía, por ejemplo, “coito”, que suena a prequirúrjico, a barbijo, a sin tocarse, o “cópula”, que pude hacernos pensar en un perro en una sala de experimentos, o “pinchar” que suena demasiado guarango e incluso  antiguo. La dificultad de “encamarse” es que no termina de definir, es como mas geográfico, y respecto de “fornicar” mi tío Fernando sigue creyendo que es una tarjeta de crédito.

Para mi hay tres maneras de referirse a la relación sexual, que son las tres palabras que mas usamos en la Argentina.
Entonces, me gusta decir que vale la pena, para saber de que hablamos, diferenciar entre “fifar”, “coger”, y “hacer el amor.


FIFAR
Fifar, en nuestro slang de Buenos Aires, es un sinónimo vulgar y simpático de tener un encuentro sexual intrascendente. Es por definición incidental, descomprometido y de alguna forma deportivo. Es el hecho, puro concreto y mecánico de uno que vio pasar a otro y por alguna razón terminó en una cama.
El diálogo posible después de fifar sería:
Ella: I love you darling.
El: ¿Lo que?.
Y nunca entendieron nada de lo que el otro esta diciendo. Se encontraron pero no establecieron ningún vínculo, ningún diálogo verdadero. Puede ser placentero o displacentero, pero nada mas.
Fifar es acostarse con un culo, con un auto, con una cara atractiva, con mi propia calentura del día. El toro es sólo un accidente, un partenaire, alguien que cumple una función para que podamos tener un intercambio de fluidos.


COGER
En cambio, coger, que usamos coloquialmente en la Argentina, define un algo mas. Coger es una palabra que a mi me parece injustamente maltratada, porque se le ve como una “mala palabra” y, sin embargo es el término que usamos cotidianamente para hablar de sexo, lo cual no es casual.
En casi todos los idiomas del mundo, la palabra mas popular para definir el acto sexual, la que se usa en la calle, siempre tiene un sonido  /k/, /j/ o /f/, dos o todos ellos, porque estos tres fonemas le dan a la palabra la fuerza que tiene que tener para significar lo que representa (“cushé”, en francés, “fuck”, en inglés, “follar” en España, “litfok”, en hebreo).
El intercambio sexual tiene mucha historia como para dejarlo en una palabra tibia.
Fonéticamente, “coger”, tiene esta fuerza.
Por otro lado, etimológicamente, “coger” viene de “coligere”, que quiere decir ligar o relacionar algo entre dos, y por lo tanto también  deriva de “ligere”, que quiere decir elegir, seleccionar. Del mismo modo que “coger” en español puro es tomar, agarrar algo, “coger” es establecer un vínculo con aquello que yo tomo o elijo, con aquello que he seleccionado por alguna razón.
“Coger” denota un modelo de vínculo donde no solamente se fifa por deporte, hay mas, hay un vínculo entre las personas, algo les pasa.
Este algo puede ser muchas cosas: afecto, simpatía, atracción, trascendente, atracción fugaz, experiencia compartida, etc. pero hay necesariamente un vínculo establecido.
Se puede fifar con cualquera, pero no se puede coger con cualquiera.
Para coger, hace falta involucrarse, tener un vínculo.


HACER EL AMOR
Hacer el amor es coger cuando el vínculo que hay entre nosotros es el amor.
Si yo no amo, no puedo hacer el amor. Lo puedo llamar como quiera, pero no es un acto amoroso, y como no es un acto amoroso no es hacer el amor.

No tiene nada de malo coger sin hacer el amor.
No es mejor hacer el amor que coger.
No es mejor coger que fifar.
Son tres cosas diferentes y ninguna es mejor o peor que la otra.
En todo caso, sería bueno saber que estamos haciendo en cada momento, para esclarecer lo que nos pasa. Y no creer  que necesariamente para tener una actividad sexual hace falta hacer el amor. A fin de cuentas, es una decisión personal.

Por ejemplo, yo puedo decidir que fifar, a mi, Jorge Bucay, no me interesa mas, que no me parece divertido, que no me alcanza. Podría decidir que el hecho de coger no me interesa mas y que me interesa solamente hacer el amor. Y podría centrarme en esta elección. De hecho, para mi es mucho mejor coger que fifar y es mucho mas placentero hacer el amor que coger. Pero no por esto voy a hacer creer a los demás que lo único que sirve, que lo único bueno, valedero y sano es el sexo que se tiene haciendo el amor. Esto es así con mi equipaje y en mi etapa del viaje.
Decirlo de otra manera sería no sólo una exageración sino, además, una gran mentira.
Que yo agregue cosas al hacer el amor para hacer la relación mas completa, mas trascendente, mas intensa o mas energéticamente movilizadora para mi, no quiere decir que coger no sea sexo ni que fifar no sirva.
Ninguna de las tres formas excluye a la posibilidad de disfrutar.

Uno puede comer un helado de crema.
Uno puede comer un helado de crema bañado en chocolate.
Uno puede comer un helado de crema bañado en chocolate y ponerle una frutilla arriba.
Suponiendo que a mi me gustan estas tres cosas, cada vez, el helado resultante será mas rico.
Pero esto no quiere decir que el helado de crema solo no sea un helado, que el helado sin frutilla no sea rico, etc.

A medida que pasa el tiempo, uno se va poniendo mas exigente con su sexualidad. Como si con el correr de los años conformara menos el mero placer y se buscara mas comprometidamente aquellos encuentros que realmente satisfacen.

Hacer el amor implica una conexión con el amor que no se da todo el tiempo, ni siquiera entre dos  personas que se aman.

Esto permite, por suerte, que las relaciones sexuales con una pareja estable no sean siempre iguales permite vaivenes, encuentros y desencuentros, distancias y aproximaciones, toda una serie de situaciones que no tienen por que pensarse como problema.
Por supuesto, si alguien ha llegado a conquistar la idea de hacer el amor, el día que se encuentra con que hace tiempo solo puedo coger con su pareja, siente que algo está faltando, entonces tendrá que plantarse dónde ha quedado aquello que conquistaron juntos.

SEXO Y REPRESIÓN

Culturalmente nos enseñan que tener sexo es hacer el amor. Sobre todo a las mujeres. Durante muchísimos años, y todavía hoy, aunque parezca mentira, a las mujeres, pero solo a ellas, se les enseñó que el único sexo permitido era el que estaba ligado al amor.
Se les enseñó que tener sexo sin amor era impertinente, sucio, feo, malo, dañino, perverso o, por lo menos, no era de chicas bien. Así, antes de casarse podían amar a cualquiera, pero coger... con nadie.

Con todo derecho, habrá quienes piensen que los tiempos han cambiado, que la cosa no es tan así, que la educación de las mujeres hoy en día es otra, que han ido evolucionando y liberándose de muchas cosas que sus madres y sus abuelas les enseñaban.
Y es verdad.
Sin embargo, hay manifestaciones de esta diferenciación injusta y discriminadora respecto de lo sexual que siguen sin cambiar.
Mal que nos pese, en esta cultura y en nuestros países seguimos educando sexualmente de manera diferente a varones y mujeres.
Pero sobre todo, mas allá de la voluntad de educar con igualdad, los viejos condicionamientos se siguen filtrando.

En ¿Para que sirve un marido?. Mercedes Medrano dice algo mas o menos así:
“Yo soy una mujer soltera, tengo 40 años, soy periodista, vivo sola, no dependo de nadie, no tengo pareja, tengo una casa, me pago los gastos y hago lo que quiero con mi vida. Y entonces, cada vez que yo quiero ligar con alguien (ligar en España es el equivalente de fifar) yo digo que éste es mi derecho y que yo puedo acostarme con quien quiera porque mi cuerpo es mío y después de todo, me digo, el placer sexual y el orgasmo me pertenecen a mi, no tengo que rendirle cuentas ni darle explicaciones a nadie, así que tengo por que establecer compromisos posteriores con alguien con quien yo me vaya a la cama porque tengo la misma libertad que los hombres de hacerlo. Así que elijo al tío que me gusta y lo invito a mi departamento y me acuesto con el y tengo sexo sólo porque así lo decido y sólo porque mi cuerpo es mío y me pertenece. Y me acuesto diciéndome todo esto. Y cuando me levanto, irremediablemente... estoy enamorada”.

Ella cuenta esto para dar a entender que si bien en teoría todo queda muy claro, la educación sexual que ella y su madre y su abuela han recibido sigue condicionando su conducta. El aprendizaje es que si hubo sexo, después tiene que haber amor, porque si no el producto queda como bastardeado.

Yo no tengo nada en contra de que el amor venga incluido. Lo que detesto es la idea de que sea imprescindible. Pero, sobre todo, detesto la idea discriminadora de creer que hay una diferencia entre la sexualidad de los hombres y la sexualidad de la mujer.
Por supuesto, hay una diferencia en lo anatómico, hay una diferencia en la función o en la forma, pero así como creo que los hombres y las mujeres tienen la misma disposición y la misma posibilidad de crecer, de evolucionar, de decir y de pensar, creo que tienen la misma capacidad y las mismas limitaciones en la sexualidad.
Excepto en aquellos aspectos pautados socialmente.
Excepto en la conducta derivada de las creencias que algunos han sembrado en nosotros y que nosotros seguimos sosteniendo .
Hay que deshacerse de esas creencias discriminadoras.  Creo que de algunas ya nos hemos deshecho, pero todavía quedan rastros.
Si le preguntamos a un grupo de 100 mujeres y hombres en la Argentina si están dispuestos a admitir que su pareja alguna vez ha tenido un desliz sin importancia, mas del 75% de las mujeres lo admitirán en privado y menos del 10% de los hombres, aceptarán la remota posibilidad.
No hay correspondencia entre lo que creen los hombres y lo que creen las mujeres.

Las estadísticas indican que parece mas lícito para una mujer que para un hombre pensar que quizá su pareja haya tenido un desliz.
La pregunta es: ¿por qué?
Por que es mas lícito para un hombre tener aventuras.
¿Por qué pensar que un hombre podría y una mujer no?.

Entonces... me acuerdo de cuando éramos chicos. A los varones nos decían:
“Cogete a todas, menos a tu novia”.

Mi hermano tiene 5 años mas que yo. Cuando yo tenía 14        – hace  37 -, el tenía una novia, y a veces. Los viernes, mi hermano salía sin la novia. A mi me sorprendía, no entendía porque la novia lo dejaba. Entonces el me decía:
- Porque yo a ella la quiero de verdad.
Y yo le decía:
- ¿Y?.
- Y entonces le tengo mucho respeto
- ¿Y?
- Y entonces hay cosas que yo no  voy a hacer con ella...
Entonces yo le decía:
- ¿Y ella lo sabe?.
- Si.
- ¿Y no se enoja?
- Bueno se enojó. Pero después habló con la madre...
- ¿Y?.
- Y entonces la madre le dijo que ella no tenía que enojarse, que al contrario, es demostraba que yo era un buen muchacho.

Esto, créanme, es verdad, literalmente pasó (y prefiero pensar que ya no pasa).
Entonces, las madres de aquellas novias de mi hermano o mías les enseñaban a sus hijas que los hombres teníamos ciertas “necesidades fisiológicas”.
Se entiende que esto no tiene ningún asidero en lo real, no hay un solo libro de medicina que hable de esto, pero algún varón piola un día lo inventó y calzó tan bien, que como las chicas no podían tener relaciones antes del matrimonio, avalaban que los chicos tuvieran sus aventuras por ahí.
Claro, las chicas preguntaban: “¿Y nosotras no tenemos necesidad fisiológica?”, porque sentían cosas. Y las madres, claro, les explicaban que no tenían. ¿Por qué no tenían?. Porque tenían... ¡el alivio de la menstruación!.

¡Que infames!, suena – y es – de terror, pero este argumento fue parte del concepto educativo hasta hace 20 años. Se decía que la menstruación era un alivio porque “depuraba la sangre”, y entonces con la sangre depurada de toxinas las mujeres no tenían “esos” deseos. Como el hombre no tenía esta depuración de la menstruación, entonces tenía que resolver su incontenible necesidad fisiológica, porque si no la resolvía... ¡le dolían los testículos!.
Y lo peor de todo es que el mundo entero creía esto, ¡inclusive los hombres!, que nos montábamos en la historia de que nos dolía, que nos apretaba, que hace mucho que no...
Esto parece absurdo hoy, sin embargo, la impronta se mantiene. Esto es lo grave.
Nosotros que sabemos que no es así, seguimos funcionando como si así fuera, permitiéndoles algunas licencias a los hombres como si tuvieran la necesidad fisiológica y no permitiéndoselas a algunas mujeres como si tuvieran el alivio de la menstruación.

Y no es que el dolor testicular no exista, sino que era una historia planteada por los hombres.
Después de un round de caricias subidas de tono (franelas, como se decía entonces), el varón decía: “¡No me vas a dejar así!”.
¿Y ella?. ¿Por qué ella no decía “No me vas a dejar así”?. Como si ella no sintiera nada... ¿Qué pasaba con el “así” de ella?

Esta historia espantosa condiciona nuestra creencia hasta tal punto que seguimos diferenciando la sexualidad entre hombres y mujeres, diciéndoles  a nuestras hijas que las mujeres tienen mas que perder.
Escucho estas frases y me parece increíble que la educación represiva de hace mas de 50 años siga causando estragos.
La educación ha cambiado, es cierto, estas cosas no se escuchan en verdad, los jóvenes mismos son mas sanos, sin lugar a dudas. Y sin embargo, hace falta admitir con humildad que nuestra ignorancia pasada influye todavía en nuestras vidas.

En los hechos concretos, la iniciación sexual de los jóvenes de hoy está muy lejos de ser la espantosa iniciación sexual que teníamos nosotros.
Un tío amigo nos llevaba para que “debutáramos”  con una de las chicas “de vida ligera” como decían ellos. Parecía algo importante, porque ahí uno se graduaba de hombre y el tío se quedaba tranquilo, y convencido de que uno no era puto, cosa que era fundamental demostrar. Entonces el tío iba a ver al viejo de uno y le decía: “Ya está”. Y el padre de uno entendía que se podía quedar tranquilo. Porque... “Dios no permita”.
En fin, el debut del hijo varón era un placer y un alivio para la familia, porque significaba la certeza de que el chico no iba a ser homosexual, pero para el, en general, era una porquería.
En mi barrio había que hacerlo antes de los 18, porque de lo contrario no quedaba otra que mentir mucho. Después me enteré de que no era el único que mentía...

A nadie se lo ocurría  iniciar a ninguna mujer, y mucho menos hacer un festejo.
Hoy en día, un nuestros hogares, cuando la nena viene a hablar de esto, los padres “modernos y psicologizados” dicen solemnemente.
“Ajá... ¿Lo pensaste bien, no?. Porque mira que...”
pero no hay placer ni festejo por la hija que inició su vida sexual, ni siquiera alivio.

Seguimos educando como si la sexualidad fuera diferente para mujeres y varones.

Y esto es manejado por una estructura machista de pensamiento.

Mal que nos pese, aunque intentemos superar esta mirada y luchar juntos, hombres y mujeres, por el pie de igualdad respecto de muchas cosas, incluidas la liberación que significa poder decidir sobre nuestra vida sexual, no lo estamos haciendo.

Esta enseñanza no es producto de una inocencia de la cultura, ni producto de enaltecer la sexualidad, sino que tuvo en su origen un sentido específico: fortalecer la monogamia, o mejor dicho, la fidelidad, sobre todo en las mujeres.
Porque si a ella le enseñaron que se ama una sola vez en la vida y para siempre como vimos antes y el sexo se puede tener solamente cuando se ama, el resultado es una garantía absoluta de fidelidad. Es decir, la mujer no puede coger con nadie, salvo con su marido.
Por el contrario, como al hombre le enseñaron que el sexo y el amor son cosas distintas, bien puede creer que se ama una sola vez en la vida y para siempre, pero esto no le impide irse a coger con quien quiera. Y si encima aprendió que la esposa debe ser casta, pura y angelical... entonces puede terminar cogiendo con todas menos con su mujer.

A favor del conflicto edípico, el psicoanálisis explica que eróticamente uno está inevitablemente conectado a su mamá. Cuando el chico tiene cuatro años, esto no es problema, pero después cuando cumple doce, empieza a serlo. Porque si hay un tabú generalizado en todas las culturas, es este: con la madre no se coge. Con el padre, algunas culturas dicen que si, con los hermanos y los primos también, pero con la madre está prohibido en todas las culturas de todos los tiempos. Entonces, uno se da cuenta solito de que su deseo está mal, que no se hace. ¿Qué pasa con este pequeño caballerito de doce años que quiere cogerse a su madre?. En el mejor de los casos, se identifica con su papá y le dice internamente: “Cogétela vos, papi, que lo hacés bien”, y se siente tranquilo. Pero no siempre es tan fácil. Lo cierto es que tiene que hacer algo con su deseo que no sea estrictamente cogerse a la madre.
Y lo que en general hace es tomar esta imagen de mujer única que es la madre y dividirla en dos imágenes antagónicas: una, la mujer santa, casta, pura y angelical, que  representa a la madre, con la cual, por supuesto, no se coge. Y otra, la mujer puta (no la que cobra, sino la que goza) para disfrutar, con la cual se coge, absolutamente, de hecho está para eso.
Casi todos los hombres llegamos al mundo  sexual adulto con esta imagen dividida. Las mujeres pertenecen a dos grupos: madres y putas. Cuando un varón busca a una chica para coger, sabe dónde encontrarla. Cuando busca a una chica para formar pareja y casarse, recurre al grupo de madres. Entonces sucede algo que parece lógico pero que a el lo asombra:
No sabe por que, no tiene ganas de coger con ella.
¡Quiero coger con todas las demás menos con la que eligió!
Y es lógico, porque fue elegida sobre la impronta del aspecto amado de su mamá.

El 70% de los tipos que están en pareja y tienen un vínculo estable con esa mujer que eligieron y que les resulta bárbara para estar en pareja, tienen que salir a putanear por ahí porque las que realmente los calientan son las otras.
Y para agravar este asunto, las madres les han enseñado a las hijas que hay que ser casta y pura, no puta.

¿Cómo resolvemos esa conducta disociada de un modo saludable?. Encontrando a una mujer cuya actitud personal tenga tales características que nos permitan volver a unir las imágenes que alguna vez separamos. Esto es, una mujer que pueda sumar los aspectos de los dos grupos arquetípicos: el de las madres y el de las putas.

Dicen un paciente mío que cuando uno tiene una mujer capaz de ser madre y de ser puta, tiene una mujer de puta madre,

Y es cierto y es maravilloso, no sólo para ese hombre.

Cuando una mujer se anima a ser madre y puta, tierna y sensual, buena y erótica, se siente otra vez completa.

Las mujeres también tienen que aprender que no hay diferentes grupos, que ser puta no es ser prostituta, es saber disfrutar del sexo.

La mujer ideal, decía Schopenahuer, es una princesa en la vida social, una avara en los gastos y una puta en la cama. No como la mía – decía el - que es una princesa en los gastos, una puta en la vida social y una avara en la cama.

Si para que los hombres no tengan que buscar afuera, la mujer tiene que reunir la actitud de una madre y la actitud de una puta, ¿qué aspectos tiene que reunir el hombre para que la mujer no tenga que buscar otro hombre afuera?.
Porque también hay dos imágenes de hombre: el asexuado (protector, paternal, etc.) y el potro (sensual, y musculoso).
Las mujeres suelen decir que su expectativa del hombre es que sea cuidadoso, tierno y protector, que tenga swing y sea caballero. Queda claro que éste es uno de los dos aspectos. ¿Cuál es entonces el equivalente masculino de la mujer que disfruta del sexo?. Porque el hombre dice con orgullo en la mesa de café: “¡Mi mujer es bien puta!”... ¿Qué dicen las mujeres cuando hablan de esta cuestión?.
En mis charlas, las mujeres dicen que tiene que ver con muchas cosas, pero terminan en la ternura.
A mi juicio, la pretensión de los hombres de que las mujeres sean putas en la cama no tiene un equivalente exacto en el lenguaje de las mujeres. Y posiblemente no lo tenga porque culturalmente está aceptada la exigencia del hombre, pero no todavía la exigencia de la mujer.

Si para la mujer el sexo estaba ligado al amor, entonces no estaba ligado necesariamente al placer.

El placer provenía de la entrega hacia el hombre amado, pero no  de la práctica sexual en si misma. ¿Cuál es el equivalente masculino mas aproximado de la mujer de puta madre?. No lo se, y me temo que  hasta que no lo descubramos el lugar va a ser ocupado por play-boy  seductor y mujeriego que promete lo que jamás cumple. Quizá sea hora de poner en palabras (y dejo este desafío para alguna lectora) la manera de definir al hombre de puta madre. Para encontrarlo, aunque todavía no lo podamos nombrar, valdrá la pena, para las mujeres, acercarse a la fusión de las imágenes, y para los hombres, animarnos a ver en todas a la mujer completa que deseamos encontrar.

Me parece que mujeres y hombres somos eres sexuados que podemos elegir. Creo que para una señora a la que le encantaría acostarse con todo el mundo, quedarse con un solo  señor es un esfuerzo. Habría que ver si debe hacerlo o no. En todo caso, la fidelidad es parte del pacto con su pareja. Y cada pareja puede hacer el pacto que quiera.

No hay diferencia en la apetencia sexual de los hombres y de las mujeres.
La “necesidad fisiológica del hombre” es la trampa con la cual durante décadas los hombres hemos engañado a las mujeres. Es una cárcel donde sólo entran ellas. La mujer queda presa de un solo hombre y el hombre queda en libertad.
Es que, además, se trataba de eso, de tenerlas engañadas por  pensar que no podían tener sexo con otro hombre porque el sexo se tenía sólo por amor, y si no era de prostituta... Porque, como decía la tía Gloria: “Para ir a la cama con un tipo que no es tu marido y no cobrar, mejor ser honrada”.
Ligando el sexo al amor, las mujeres tenían una única manera de tener sexo sin necesidad de prostituirse: ser fieles.

Pero, más allá de esto, como ya no se puede sostener la idea de que los hombres tienen necesidades fisiológicas y las mujeres no, aparecen nuevos mitos para reemplazar aquel.

Que el hombre tiene mas necesidad que la mujer.
Que potencialmente el hombre es más apto para disfrutar que la mujer.
Que es el hombre el que aporta el deseo porque ella no lo siente.

El mito sostiene que las mujeres, por constitución, por esencia o porque son mas espirituales y porque son madres no les interesa tanto el sexo. Que los hombres son por ende mas “sexuados” que la mujeres.

Por supuesto, estos mitos siempre encuentran estadísticas, mas o menos ajustadas al deseo del encuestador, que los avalen.
En 1925, un informe médico alemán aseguraba que el 70% de las mujeres eran frígidas. En el mismo informe, solamente el 5% de los hombres admitía padecer alguna disfunción sexual.
El resultado confirmaba que el lugar de la mujer en la sexualidad era estar a disposición del deseo del hombre.
En 1945 (el primer informe Hite) con la influencia de la corriente psicoanalítica, las disfunciones masculinas empiezan a quedar al descubierto y las mujeres empiezan a animarse mas a disfrutar sin cargar con la acusación de ser prostitutas por ello.
Sobre mitad de siglo, las mujeres frígidas eran el 45% y el equivalente, en el hombre cercano al 10%.
La superioridad sexual del hombre (10 contra 45) estaba a salvo.
Aunque parezca increíble, hasta 1960 ni la medicina ni la psicología habían hablado  nunca de orgasmo femenino. Y no se hablaba porque la fantasía era que no existía. El planteo subliminal era: ¿Para que nos vamos a ocupar tanto del placer del la mujer si la mitad de las mujeres no siente nada?.
En 1960, Master & Johnson, por primera vez, hablan, estudian y escriben sobre el orgasmo femenino. Con el cambio de lugar de la mujer en el mundo y la tendencia a equiparar derechos, civiles, laborales y sexuales, las mujeres no sólo se animaron a sentir lo que eran capaces de sentir, sino además (y estos son los cambios que se advierten en los informes) a decir lo que  sentían.
Y la diferencia en los porcentajes comienza a achicarse.

En los `70 se demuestra que muchas de las mujeres caratuladas como frígidas en las estadísticas anteriores no son frígidas sino anorgásmicas, que no es lo mismo. Estas mujeres si se excitan aunque no lleguen al orgasmo, y por ello en las nuevas estadísticas la cantidad de mujeres frígidas (incapaces de exitarse) baja rápidamente. Ya no son 45 de cada 100, sino solo 10 o 12, el resto son anorgásmicas pero no frígidas.

Para agravar la hegemonía masculina aparece un dato adicional, un descubrimiento revolucionario. Se descubre que la eyaculación es una cosa y el orgasmo es otra.
Si bien el 30% de las mujeres es anorgásmica en los informes sexuales de los `70 el 30% de los hombres también lo es.
Y esto es una revolución. La idea de que cada eyaculación conlleva siempre un orgasmo se derrumba para siempre.
Esta es una grave herida para el narcisismo del hombre. Nosotros, que estábamos convencidos de no tener problemas con el orgasmo porque teníamos eyaculación, descubrimos que o era así. Por primera vez nos enteramos de que un orgasmo es mucho mas que una eyaculación. Nos enteramos de que un hombre puede tener una eyaculación, dos, tres, cinco, veintiocho, treinta, ciento cuarenta... Pero que un orgasmo es otra cosa. empezamos a ver que la respuesta orgásmica masculina es mas o menos parecida a la respuesta orgásmica femenina. Que no hay muchas diferencias desde el punto de vista de lo que sucede en el individuo como un todo.
Y si bien es cierto que la mayor parte de las veces el orgasmo coincide con la eyaculación, eso no quiere decir que cada vez que hay una eyaculación haya un orgasmo.

Sin embargo, todavía los porcentajes podían sostener el mito de la superioridad sexual masculina:
Como el 30% de anorgásmicos incluía el 10% de impotentes, y las mujeres sumaban un 45% de anorgásmicas, se seguía diciendo que éstas eran mas incapaces de disfrutar que los hombres.
Cuando esto se publicó comenzó a suceder lo increíble. El cambio de planteo que la mujer tenía de su sexualidad, a partir del conocimiento de estos datos, le dio el permiso de animarse a disfrutar, y el 45% de las mujeres anorgásmicas empezó a bajar hasta un 16% , porcentajes similares a los que encontramos entre los hombres (por lo menos en aquellos que están dispuestos a admitir la diferencia entre un orgasmo y una eyaculación).

Sabemos desde entonces que hay tantos anorgásmicos como anorgásmicas y, lo que es mas halagador, hay tantas mujeres capaces de disfrutar de un encuentro sexual como los hombres con esa capacidad.

El orgasmo masculino no es sólo una excreción de líquido seminal con algunos espermatozoides, un poco de jugo prostático y una sensación de alivio transitorio. Un orgasmo es una respuesta  que tiene que ver con lo biológico, pero también con lo psíquico, lo psicológico y lo espiritual

Un orgasmo es una respuesta física de todo el cuerpo frente a una expresión de placer tan intensa que provoca una transitoria perdida de control.

El orgasmo  es una expresión del cuerpo tan descontrolado que en estudios encefalográficos realizados en personas que estaban manteniendo una relación sexual se ve que durante el orgasmo hay espinas irritativas de crisis seudo convulsiones que semejan una pequeña crisis epilépticas transitoria (esto es aparece, se desarrolla y termina).
Repito: no hay orgasmo  sin pérdida de control.
Entonces, cuando pensamos en relaciones sexuales donde todo está controladito, donde un señor y una señora terminan, el eyaculando y ella sintiéndose satisfecha, donde todo está muy aséptico y muy bien demarcado, sabemos que allí puede haber placer, pero ¿orgasmo?. Orgasmo no.
El orgasmo necesariamente se cursa con descontrol. No hay ninguna posibilidad de que alguien tenga un orgasmo si todo está absolutamente bajo control.

Por alguna razón que yo en verdad desconozco, el Río de la Plata tiene el privilegio de tener un extraño culto al orgasmo. Los argentinos, sobre todo, y nuestros hermanos uruguayos también, tenemos una historia peculiar que va aún mas allá.
Primero porque vivimos nuestra sexualidad como si de lo que se tratara fuera únicamente de conseguir el orgasmo.
¿Cuánto dura un orgasmo?. ¿Diez segundos, quince, veinte, treinta con mucha suerte?.
Pensar que lo único que vale la pena de la relación son los últimos treinta segundos, la verdad es que una miseria. Pensar que toda la historia sexual es solamente para esos quince segundos es ser un miserable...
No puede ser así, y de verdad no lo es.

Si bien es cierto que – dicen los técnicos – una relación sexual tiene una duración promedio de 21 minutos, en ese tiempo pueden y deberían pasar muchas cosas.

La sexualidad tiene que ver con todas esas cosas, y si bien una de ellas es el orgasmo, no es la única y posiblemente ni siquiera sea la mas importante.

Habrá que aprender a recalificar el orgasmo y quitarle ese contexto tan cargado de mérito.

Porque los argentinos no sólo tenemos instalado el culto al orgasmo, sino que además hacemos de la cantidad de orgasmos la evaluación de la cantidad de placer obtenido.
Porque acá la cosa no es solamente si tuviste orgasmo. ¡Es cuántos!. Se supone que cuanto mas... ¡mejor!.
Entonces, en la mesa del café, los hombres nos reunimos y hablamos sobre sexo...

- No... porque yo, anoche... – dándose aires - ¡Tres!
- Yo me acuerdo la otra tarde... – dice el otro - ¡Cinco!
- Si es por eso, en un picnic... – dice el  tercero – me eché ¡Catorce!.
- Que tarados que son – dice el muchacho que sabe -, la historia no es uno, se trata de cuántos le sacás a ella... Porque mi mujer conmigo, por ejemplo, menos de tres... nunca.
- ¡No! – dice el otro – si es por eso la mía, cuando yo uno ¡ella seis!
Y entonces, todos le preguntan al que guarda silencio.
- ¿Y la tuya pepe?
- No, no, no , la mía ... ¡es multiorgásmica!
¡Biónica!  - piensa uno –
Y llega a casa fastidiado y acusándose:  ¿¡Y yo que hago casado con un pedazo de bofe!?. Multiorgásmica!!!. ¡Que lo parió, soy un tarado!. ¿cómo no me avisaron antes para que yo supera elegir una de esas?. ¿Qué hay que hacer para conseguirlo?

¡Multiorgásmica!. Suena fantástico. Y empieza a aparecer artículos en las revistas para mujeres (editadas por hombres) sobre “Como llegar a ser en la cama lo que todo hombre desea”, el tantra del sexo en el matrimonio, los misterios del punto G y la dieta de la mujer insaciable.
Cuando pensamos la sexualidad desde el orgasmo todo es muy complicado. Primero que nada, porque de verdad no tiene esa importancia. Y segundo, porque se deriva en un tema puesto al servicio de una competencia entre los hombres que no tiene nada que ver con las mujeres con quienes estos hombres vienen de estar.
Cuando un hombre le pregunta a una mujer “cuántos”, no es por ella, es para contarlo en el café, es para registrarlo ahí, no tiene que ver con lo que está pasando sexualmente entre ellos.
Y cuando pregunta si terminaste o no terminaste, es porque hay una amenaza para el, que ha sido entrenado pensando que para ser un macho viril, probado y exacerbado, tiene, primero que haber tenido su correspondiente eyaculación y luego dejarla a ella “dada vuelta” (como todo amante que se precie). Y este es el culto a la inseguridad masculina y no al verdadero encuentro con la mujer. Ningún hombre va a estar fácilmente dispuesto a admitir que  esto es así, por mucho que lo diga yo.
Y cuando algunos hombres que no volverán a leer mis libros se sientan agredidos por mis ideas, van a decir.
“¿Qué sabe ese gordo idiota? ¡Seguro que es puto!”
Está todo  bien, y yo entiendo.
Lo que digo es amenazante para nuestro ego narcisista.

Voy a ayudar a desmerecer al autor para tranquilizar a la barra.
Lo digo públicamente para que los hombres que me leen no se fastidien, yo mismo he evolucionado en mi rendimiento sexual. Con el tiempo he pasado del famoso “Dos sin llegar a sacarla” de mi adolescencia, al actual. “Tres sin llegar a ponerla...”
Así que no se preocupen, no importa nada, ese soy  yo.

En la historia de estar tan pendiente de la cantidad de orgasmos propios o del otro, uno se pierde lo que está pasando.

Pero esto no es lo peor. Tenemos un mito que es tan lirico como el chimichurri o el dulce de leche. El mito del orgasmo simultáneo.

Si admitimos que el orgasmo es dejar de controlar, si lo mejor que me puede estar pasando en la cama con el otro es que yo esté gozando tanto como para perder el control, y eso es el orgasmo, cuéntenme cómo hicimos para descolgar la absurda idea del orgasmo simultáneo, la idea de que para que una relación sea buena, ventajosa y apropiada, ¡tenemos que terminar juntos!
Si el orgasmo es descontrol, ¿de donde se saca la idea de que debemos terminar a la vez?. Y además ¿cómo construyo la coincidencia?.

Esta es una idea absurda y caprichosa, no tiene ningún sentido. Es como si mi esposa y yo decidiéramos un día ir a comer milanesas a un restaurante y por capricho se nos ocurriera que tenemos que comer el último bocado juntos. ¿Se entiende?. Entonces nos traen las milanesas y las empezamos a comer mirando  la milanesa del otro, a ver cuán rápido o cuán lentamente come para, a su vez apurarnos un poco para comer a la par... Imagínense el diálogo

- Estás comiendo un poco rápido.
- No, sos vos el que masticás demasiado.
- No, no, no... sos vos.
- Porque tu milanesa es mas chica.
- No, la tuya era mas grande.
- Esperá un poco, no te apures.
- Esperá que ahora me falta.
- Esperá que tomo agua....
- Dale, ahora si.
- ¿Estás lista?
- ¡A la una... a las dos... y a las tres!.

Y ¡pumba! Finalmente comemos el último bocado de milanesa, nos miramos y decimos: ¡¡¡Que bárbaro!!!. Y salimos a la calle orgullosos para decirle a la gente que comimos el último bocado de milanesas juntos...
¡A quién le interesa!. Y además, ¡¿qué importancia puede tener!?.
Es peor que ridículo, porque no es gracioso.
Porque no es comer el último pedazo de milanesa juntos, es perder el control, es intentar controlar lo que, si sucede adecuadamente, es incontrolable.

La historia de los gemidos de la habitación de al lado en los hoteles baratos es significativa:

- Dale
- Apurate.
- No pará un poqui... No, seguí.
- Pará...
- Daleeee.
- No me apu....
- ¿Tas?
- No, no, no
- Si, si...
- Ahora vos.
- Ahora yo.
- ¿Y?.
- No, no , pará un cachito...
- Ay...
- ¿Que pasó?
- Se me escapó. ¡¡Que pelotudo!!.

¿Cuál es el fundamento de toda esta pavada?.
Yo no tengo ninguna duda de que la sexualidad  tiene que ver con el placer compartido, tengan la plena certeza de que es así.
Pero de ahí a creer que el placer compartido tiene que darse exactamente en el mismo instante geográfico, geométrico y planimétrico es una estupidez.

No vale la pena cancelar el placer del encuentro pensando en la coincidencia de llegar juntos al orgasmo.

Lo que importa es que entendamos para que estamos ahí. Y seguro que  no estamos ahí para tener un orgasmo en el mismo momento, ni siquiera para tener un orgasmo.
Puede ser que suceda, que estemos comiendo milanesas con mi esposa y los dos coincidamos en el último bocado, nos miremos y digamos: “Uy, mirá comimos juntos el último bocado, que lindo”. Pero de ahí a tratar de que suceda...
(Y para darle un poco de humor al asunto, diría que si  bien terminar juntos no tiene ninguna importancia, conviene que sea  en el mismo día. Es mas, conviene  estar juntos cuando suceda, y esto también es verdad).

Tratar de controlar el descontrol del orgasmo es evitar el orgasmo.

Aquí sería importante hacer una salvedad. Postergar mi placer para obtener mas placer, demorarme porque me da placer hacerlo, es una cosa, pero creer que ésta es mi obligación para que vos tengas tu orgasmo, es otra cosa, es quedarse anclado en el control. Y entonces sucede que cuando me podía descontrolar, ya no puedo hacerlo porque pasó el momento.

Cuando un hombre tiene un orgasmo de verdad, no un mero alivio del agua de las aceitunas, no quiere mas... Entonces, el problema del orgasmo simultáneo es que si el se fue y vos te quedaste, ahora te quedaste sola. Y esto es triste. Pero yo me pregunto: ¿Por qué habrá que irse en ese momento?. Digamos, podemos esperar tres o cuatro minutos y empezar de nuevo, ¿por qué no?.
Si no terminamos al mismo tiempo, ¿por qué abandonar el encuentro ahí?.
Si no terminamos juntos, será en la próxima, será en la que sigue o en la que sigue, en todo lo que viene después. Habrá que esperar un ratito, mientras el está en el síndrome de las seis y media (vieron las agujas a las seis y media, ¿no?), pero nada mas.
Diez minutos es el período refractario fisiológico, y después podés querer mas o no, podés retomar el juego o no.

Alguien podría decir:
Pero ¿si uno tiene eyaculación precoz, cómo hace?. Tiene que controlar...
¡Está en los libros!. ¡Hay páginas y páginas de todo lo que hay que hacer para postergar la eyaculación!. Desde pensar en tu jugador de fútbol favorito hasta meterse un dedo en el culo, desde mirar televisión hasta pensar en tu suegra, desde clavarte la uña en el lóbulo de la oreja hasta pedirle a tu mujer que te apriete un testículo... ¡¡¡Por favor!!!. ¡Yo no lo puedo creer!.

Un hombre que padece de eyaculación precoz ha sido intimado por su pareja a resolver su problema o...
Desesperado, el hombre consulta a un famoso sexólogo de la ciudad que ha adquirido fama por los éxitos obtenidos en pacientes con problemas como el suyo.
El médico lo examina, le hace preguntas, lo mira con un aparato de extraños rayos azules y  luego le dice:
- Bueno, mi amigo. Buenas noticias, estamos en condiciones de curarlo de su problema.
- ¿Si doctor?. Que suerte, ¿qué tengo que hacer?.
- Mire, el método es sencillo pero requiere de cierta paciencia para ejecutarlo.
- ¿Qué quiere decir paciencia, doctor?. ¿Cuánto tiempo voy a tardar hasta curarme?
- Mire, depende de cada paciente, pero yo diría que en quince días  va a estar en condiciones de intentar una relación con su esposa.
- No, doctor... De ninguna manera, esto tiene que resolverse hoy mismo... mi esposa se va a divorciar si no lo soluciono.
- Mire, señor, nunca he intentado el método con esa urgencia pero si usted se anima a esforzarse y dedicarme el día, quizás esta noche pueda dar la nota.
- Lo que sea, doctor, lo que sea.
- Muy bien. Comencemos entonces. ¿Comida francesa, italiana o española?.
- No sé doctor, ¿qué me dice?.
- Elija, hombre. Usted decide...
- Bueno... no se... italiana, doctor.
- Bien. Vamos.
Médico y paciente salen de la consulta y se meten, guiados por aquél, en el restorán de Giusseppe, el de la esquina.
- Se trata de esto. Usted debe aprenderse el menú de memoria.
- ¿Cómo?
- Si, si. Primero tres o cuatro entradas, tres o cuatro  platos principales y tres o cuatro postres.
- ¿Y?
- Después de aprenderlos se los va a repetir mentalmente hasta que se transformen para usted en un mantra, en una frase automatizada.
- ¿Y?
- Así hasta recordar todo el menú. Mis estudios demuestran que no hay nada mas inhibitorio del orgasmo que pensar en comida. Así que cuando usted llegue a su cama para encontrase con su mujer empezará a repetirse la lista de platos aprendida y entonces pospondrá su eyaculación.
- Maravilloso, doctor.
- Bien. Vamos a ver. ¿Qué primeros platos elige para empezar?.
- Ehhh... vitel toné... ensalada capresse... muzzarella in carrozza... pan de pizza...
- Muy bien, repita eso, a ver.
- Vitel toné, ensalada capresse, muzzaella in carroza...
- ¡Pan de pizza!
- Ah, si pan de pizza.
- Siga... ahora cuatro platos.
- Canelones alla Rossini... lasagna... bagna cauda... lingüini putanesca...
- Repita, repita
- Canelones, lasagna, bagna cauda, lingüini putanesca.
- Ahora todo está aquí. vamos
- Vitel toné. Ensalada Capresse. Muzarella in carroza. Pan de pizza. Canelones alla Rossini. Lasagna. Bagna cauda. Lingüini putanesca.
Así sigue la memorización durante horas y horas hasta que el paciente memoriza entra la carta del restorán, cerca de cincuenta platos y mas de doce postres.
El paciente, repitiendo su lista, se dirige al departamento.
- Vitel toné. Ensalada capresse. Muzzarella...
Repitiendo la lista entra en su casa.
- ...Canelones alla Rossini. Lasagna. Bagna cauda...
Y al ver a la mujer le dice:
- Vieja, vamos al dormitorio. El médico es un genio. Estoy curado. La mujer y su marido entran en el cuarto y se tiran en la cama.
Ella se acuesta de espaldas boca arriba para recibirlo. El hombre se planta frente a ella, se saca los calzoncillos y dice:
- Vitel toné... ensalaaaa... ¡Mozo!, ¡café y la cuenta!.

Me alegra mucho que nos podamos reír de esto, porque estas son las miserias de nuestra cultura, lo que  nos pasa, lo que hacemos. Es siniestro pensar que así vivimos, creyendo estas barbaridades, cuando podríamos darnos cuenta de que no es así desde muchos lugares.
Sobre eyaculación precoz, Masters & Johnson tienen un trabajo donde se preguntan algo maravilloso: ¿Qué es precoz?. Rápido. ¿Cuánto es rápido?. No se sabe. Y entonces descubren que la eyaculación precoz es un fenómeno de ciertos hombres con ciertas mujeres. Que no le pasa a un hombre con todas las mujeres. De modo que definen la eyaculación precoz como una disfunción de la pareja, es decir, del vínculo.
Entonces sucede que Juan es eyaculador precoz con María pero no con Susana.
Que Patricia es frígida con Pedro pero no con Esteban.
Y que Alejandra, que no pudo tener un solo orgasmo con José, es un violín con Julio.
Y esto es porque Julio y  Esteban sepan mas que Juan o Pedro. No es porque unos sean mas expertos que otros, es porque los vínculos tienen mas sintonía, es porque nos hemos encontrado y armonizado.
La química de la pareja es fundamental en este asunto. Porque hay hasta olores que nos vinculan, aspectos que ni siquiera podemos manejar. Uno llega a la cama con alguien, no le gusta el olor, se deshace el encanto y lo que tiene que pasar no pasa.
Y no digo que el otro esté sucio, es el olor del otro. Hay aspectos como el olor, el tacto, la sensación con la mirada... miles de cosas que pasan o que lamentablemente no pasan.

La sexualidad incluye mucho mas que el contacto genital.

Pero cuidado, pensar que el sexo es un pito dentro de una vagina es una idea necia.
En el siglo XXI esto ya no puede ser cierto. No podemos pensar que nuestra sexualidad se corresponde con el contacto de dieciocho centímetros cuadrados de piel.

La sexualidad tiene que ver con muchas mas cosas, no sólo con la penetración y la mera historia del orgasmo. Tiene que ver con una función fundamental relacionada no ya, por supuesto que no, con la procreación, sino con el contacto, el placer, la comunicación y el encuentro con el otro.
Pensar que el placer reside en quién acaba antes y quien después, pensar que el placer se define en si terminé o no terminé, es la historia de los tipos que se quejan porque creen que tiene el pito corto (95%). Y entonces uno se pregunta: ¿Corto para que?. ¿Cuál es la idea de lo corto?. ¿De que se trata la fantasía de la virilidad relacionada con el tamaño del pito?
Hay dos órganos fundamentales, que son los que mas intervienen en la sexualidad: la piel y el cerebro. Si bien es cierto que en una etapa hay una genitalización de la energía relacionada con la libido, esto es sólo en el momento preorgásmco. En el resto del tiempo habrá que ver cómo administramos toda la energía que nos sucede.
La excitación sexual es energía que se acumula y que circula por todo mi cuerpo. Tratar de focalizarla en los genitales, en una erección o en cierta humedad, me parece que es demasiado nimio. La sexualidad le sucede a todo mi yo.

Si no encontramos nuestra satisfacción, sería bueno ver que nos pasa a nosotros. Porque existe una fantasía harto peligrosa desde el punto de vista formal: creer que el problema lo tiene solamente el otro

El problema se coloca en el otro:
“Lo que pasa es que vos sos frígida”...
“Lo que pasa es que vos sos eyaculador precoz”...
Mi propuesta es colocar el problema en el desencuentro entre nosotros.
Seguimos juntos, buscamos, intentamos, probamos, pedimos ayuda, invitamos a alguien... En fin, lo decidimos juntos, pero no lo colocamos en el otro.
Sepamos aceptar que no es culpa de uno o del otro. Lo nuestro no está por alguna razón.

Dejemos de lado los dedos acusadores que apuntan al culpable del fracaso sexual.

Sería bueno ver que es lo que está pasando entre nosotros con la eyaculación precoz, con la falta de excitación, con esta falta de lubricación tuya, con esta falta de erección mía, con esta falta de orgasmo que tenés o que tengo.
Hay que entender que estas disfunciones tiene que ver con nosotros dos, con lo que nos pasa, con un desencuentro entre nosotros. Porque la sexualidad siempre es algo comprometido.
Y como las dificultades son compartidas, se solucionan compartidamente.
La sexualidad no consiste ni se define en el tamaño, en las dimensiones, en las estructuras, y tiene que ver, básicamente, con la actitud.

El mundo está plagado de historias de culos grandes y chicos, de dimensiones de pitos, de tetas prominentes o no, y de cosas que, en verdad, no se relacionan en nada con el encuentro sexual en si mismo.

Deshagámonos del culto al orgasmo, del culto a la eyaculación con orgasmo, del culto al orgasmo simultáneo. Lleguemos a la cama solamente para disfrutar. Y si en este curso de disfrutar sucede una eyaculación, bien. Y si no sucede, no sucede.
¿Quién dice que para disfrutar hay que tener una eyaculación o un orgasmo?.

El orgasmo es la irremediable consecuencia de haberla pasado bien en la cama, pero no el objetivo.

Hay que abandonar la idea de que la sexualidad es el pito parado. Creer que coger tiene que ver con la erección y la vagina lubricada es una idea mezquina. El placer de la sexualidad es mucho mas que eso.
En una de mis charlas, un señor me dijo:
“Pero si alguien quiere serruchar durante una hora, no puede sin erección”...
Entonces, yo le contesté:
“Al que se siente mal porque quiere serruchar durante una hora y el pito no se le para, yo le diría: bajate de la idea de querer serruchar durante una hora y el pito se te va a parar durante una hora y media”.

Nuestros órganos sexuales no responden a nuestra cabeza. Le decimos “parate” y no se para. Le decimos “ahora no te pares” y se para.

Un matrimonio está paseando por París en su luna de miel. Estando en Montamatre, ven un cartel que dice: “Tony, el macho latino”. Interesante en ver de que se trata, entran a ver el show.
Previsiblemente, Tony, un musculoso con cara de italiano, bigotes, un tipo muy hercúleo  de unos treinta años, aparece en el escenario contoneánose y a los pocos minutos tiene una erección interesante. Delante de Tony hay un atril, y en el atril, una nuez. Tony se pare frente al atril y con un movimiento pélvico  logra partir la nuez. Todo el mundo aplaude... Ellos se sorprenden. Ella sale codeándolo, diciendo: ¿Viste, no?, y se van a su casa.
Pasan 25 años y vuelven a París. Cuando pasan pro ese lugar de Montamartre, ven un cartel que dice:; “Tony el macho latino”.
- ¡Otra vez, no puede ser el mismo Tony! – dicen.
Entonces entran y aparece Tony, de unos 60 años. Está musculoso todavía, pero un poco arrugadito, medio canoso, un poquito mas fláccido. En el escenario ven un atril, y en el atril, un coco.
Los tipos se quedan helados. Tony se concentra y... ¡zas!. Una erección y ¡toc! El coco cae partido por la mitad. El marido, desbordado, siente el orgullo de ser hombre y la envidia pertinente de que otro consiga lo que uno no puede. Entonces se acerca a Tony y le dice:
- Disculpe, ¿usted es el mismo Tony que estaba acá hace 25 años?
- Si
- ¡Pero es increíble!. Nosotros lo vimos hace 25 años y partía una nuez, ¡ahora un coco!. ¿Cómo puede ser?.
Y Tony dice:
- Y... la vista no da...

Salvando las distancias, hay que descartar la pretensión de conseguir cosas programadametne.  No hay por qué querer coger una hora, dos horas ni media hora. Me parece que hay que querer todo el tiempo que uno tenga ganas. Y en ese tiempo uno hará con lo que tiene lo que puede y hasta donde puede. Y en todo caso, esa será la sexualidad que uno puede en ese momento.
Esta es, para mi, la sexualidad sana.

El 95% de los hombres y las mujeres que tienen disfunciones sexuales (anorgásmia, eyaculación precoz, impotencia) tienen lo que se llama la anticipación del fracaso. Esto es, piensan que no van a poder y entonces después no pueden, piensan en lo que tendría que pasar y después no pasa. Gran parte de nuestro fracaso sexual depende de esto.
A partir de los estudios sexuales realizados desde los años `60 para acá, hoy sabemos que el 75% de los problemas sexuales se curan solos cuando el individuo cancela la expectativa de que tiene que ser diferente.
La mayoría de los terapeutas sexuales recetan a sus pacientes un ejercicio casi infalible:
Vayan a la cama, hagan de todo, pero no cojan.
Esto es: cancelen la exigencia de estar lubricados, erecto, firme durando, etc. Y lo que sucederá será que bajará la expectativa y la sexualidad comenzará a funcionar de otra manera.
No puede elegir el que tiene una exigencia previa. Y el que tiene una exigencia previa tiene que aprender que su pito y su vagina no responden a la emoción al sentir el cuerpo y la vivencia del encuentro.

Hay, por supuesto, algunas pocas razones físicas que podrían determinar una incapacidad  de erección o de excitación pero representan en conjunto el 2% de todas las consultas por disfunción. Los demás la inmensa mayoría, llegan a este odioso lugar desde sus propios bloqueos personales.

Un tipo que tenía una impotencia muy grave y una relación muy complicada con su mujer, empezó a ir a un médico que hacía hipnosis. Después de ocho sesiones, el tipo llega a la casa, le dice a la esposa que lo espere un minutito va al baño y se encierra cinco minutos. Al rato sale hecho una furia... excitado, erotizado, transpirado, sudoroso, erecto. Se tira arriba de la mujer, le arranca la ropa con los dientes y le hace el amor espectacularmente.
Al día siguiente llega, se encierra otra vez en el baño cinco minutos, sale y otra vez se le tira encima, hace todas las posiciones, colgado de la lámpara, el salto del tigre... todo.
Al otro día otra vez: los números, las categorías, los animalitos, los personajes de la televisión, los dibujitos, ¡todo!.
Pero siempre, antes de hacer el amor, se encierra en el baño. Entonces ella llama la atención. ¿Qué hará el baño? ¿será una parte de su terapia?, se pregunta. Hasta que un día decide espiarlo...
El tipo entra, se mete en el baño y la mujer lo mira por el ojo de la cerradura. Entonces ve al tipo mirándose atentamente frente al espejo diciendo: “No es mi esposa... No es m i esposa... No es mi esposa...”

Una de las cosas que deserotiza a los hombres de un modo bastante complicado tiene que ver con cargar a su compañera de rótulo de esposa.

(posiblemente un resabio de aquello de la puta y la madre ¿se acuerdan?).

La sexualidad es tan importante en la vida que valdrá la pena empezar a pensarla como un desafío. El desafío de la sexualidad plena.
¿Que significa una sexualidad plena?.

La relación sexual plena debería incluir por partes iguales ternura y erotismo.
A mi me gusta decir simbólicamente que habría que llegar a la cama con un ramo de flores y un video pornográfico. Esa sería la suma.

Flores + Video

Y  como otras veces hago, permitime usar estas letras como iniciales de la conducta sexual que te deseo.

LA F VAMOS A USARLA PARA HABLAR DE LAS FANTASIAS
Quizás  no en vano esté la F al principio del planteo. Porque de una manera o de otra todo empieza con la fantasía. Pero al seguir en el tiempo estas fantasías se multiplican y generan lo que yo creo una de las distorsiones mas graves de la sexualidad de la pareja. Por alguna razón estamos condicionados a no compartir nuestras fantasías, ni siquiera aquellas que incluyen a nuestra pareja. Y este es un grave error. Nada mejor que un cuarto lleno de “ratones” para crear un clima de encuentro sexual. Uno de los ejercicios favoritos que receto a las parejas con problemas es sentarlos en un café mas o menos oscuro y susurrarse al oído las fantasías de cada uno. El resultado es siempre el mismo. La pareja viene sorprendida de las coincidencias y reprochándose no haberse animado antes a compartir. Contarte mis fantasías es un acto de entrega y una fuente de placer para el compañero que no hay que escatimar.
En una de mis charlas, una mujer me preguntó si era patológico incorporar la fantasía de un tercero cuando se acaban las ideas. En todo caso, es patológico  si uno de los dos no quiere. Pero aclaro, la fantasía de un tercero no tiene por que llegar “porque se nos acabaron las ideas”, el tercero o la tercera, los cuartos y los quintos son solamente una fantasía mas. Y tanto es así que la verdad, la mayor parte de las veces, ni siquiera hace falta traer verdaderamente a un tercero. Porque las fantasías no necesitan actuarse para disfrutarlas, las fantasías sexuales se disfrutan con sólo compartirlas con el otro. Muchísimas parejas fantasean con escenas que jamás actuarían y se excitan y lo disfrutan. No es una propuesta, forma parte del juego.

LA L DE LUGARES
Si uno quiere tener un vínculo creativo, hace falta ser capaz de cambiar lugares. Hay que animarse a buscar nuevos lugares. ¡Nuestros dormitorios son tan deserotizantes!. Están diseñados para ver televisión, para comer, para jugar con los chicos, pera escuchar la radio, para leer... para cualquier cosa menos para coger. Va a llegar un momento en que se volverá insoportable.
Hay que ir a los nuevos hoteles alojamiento y aprender como se hace un lugar para coger y armarse el dormitorio así. Valdría la pena. Las visitas se van a horrorizar un poco, pero uno va a pasar unas noches maravillosas. Y si no quieren hacer esto, bueno, empiecen a coger en otro lado, cojan en el living, cojan en el ascensor, en cualquier lado. No se puede coger siempre en el mismo lugar. Agrego, si no cambian de lugar, de hora o de posición van a terminar cambiando de partenaire. Créanme.

LA O ES PARA RECORDARTE QUE TE OCUPES DE VOS
Todos pensamos en la cosa de a dos, en el placer de dar placer. Y estoy de acuerdo. Sin embargo, la gente que sabe dice que esto ha cambiado.
Hubo un tiempo en que la mujer estaba en función de darle placer al hombre, luego el hombre creyó que su función sexual era darle placer a la mujer. Hoy sabemos que la función sexual de cada uno en la cama es exactamente la misma: disfrutar uno. Y que estamos allí, primero, para conectarnos con nuestro propio placer, y segundo, para dar placer al otro, cuando eso me de placer. Estoy allí, primero, para ocuparme de mi mismo, para hacer las cosas que a mi me dan placer aunque algo me resulte desagradable, porque esto sería no ocuparme de mi mismo.

LA R DE ROMANTICISMO
Aquí reside el punto concreto de la ternura. No dejar que la lujuria me distraiga de animarme a ser romántico, y a la vez, no dejar que el romanticismo me distraiga de la exploración. Ser romántico en la cama es no olvidarse que el amor quizás ronde la alcoba mientras disfrutamos del sexo. Y si es así, que mejor que poner un gesto, en una palabra, en un cuidado, lo que siento.

SIGUE LA E DE EXPLORACION
Exploración  es creatividad. Por ejemplo, ¿cuántas veces se puede coger con la esposa de uno los sábados a las cinco y media, en el mismo lugar, en la misma cama, con la misma luz y en la misma situación?. No sólo cambiar de lugar, quizás cambiar de ideas, entornos, situaciones, marcos, formas, posiciones, horas.

El explorador occidental de la India. Entra en un templo tántrico y ve en las paredes escrito por todos lados el número 85. Un montón de monjes recorren el lugar cantando una canción que dice: “85.... 85.... 85....” El explorador pregunta:
- ¿De que se trata?
El que parece mas anciano de los monjes le dice:
- 85 son las posiciones para hacer el amor descriptas en el Kama Sutra.
El explorador exclama sorprendido:
-¡¿85?!. Pensar que yo conozco solo una: el hombre arriba y la mujer abajo.
Los monjes lo miran sorprendidos y siguen recorriendo el templo al grito de :
- ¡86.... 86.... 86....!

Habrá que animarse a buscar nuevas maneras. Si yo vengo cogiendo con mi mujer los sábados a las cinco de la tarde, yo arriba y ella abajo, si no soy capaz de cambiar de hora y no soy capaz de cambiar de pose, de cama y de día, voy a terminar cambiando de mujer.
Escribile a tu pareja que cosa te gustaría hacerle la próxima vez e imaginate que quisiera hacerte ella. Pedile que te escriba una nota similar.
Si descubren que había cosas que no sabían, vean que cosas pueden comprometerse a hacer por el otro disfrutándolo ustedes también.

LA S DE FLORES ES LA DE LOS SENTIDOS
Y este es un punto substancial: no limitarme a la percepción de un solo sentido. No penar que la sexualidad se reduce al contacto genital, y mucho menos al contacto de piel a piel. En la vida sexual hay que usar los cinco sentidos: hay que poder oler, hay que poder gustar, hay que poder oír, hay que poder ver y hay que poder tocar. Hay que animarse a coger, con todos los sentidos en función de coger. Porque cuando se coge, lo que pasa es lo mas importante que podría pasar.

LA V ES DE VIDEO PARA RECORDAR VACIARSE DEL AFUERA
Cuando  uno llega a la cama (o a la terraza, o a la cocina) el abc del comienzo es dejar afuera lo de afuera, no se puede coger pensando en lo que pasó en el trabajo, en lo cara que está la cebolla, en la discusión que tuve con la mucama o en la pelea con el señor de enfrente. Y si a priori sé que no  voy a poder vaciarme del afuera, entonces, bueno sería no tener sexo ese día.

AL LLEGAR A LA I TE INVITO A VOLVERTE IRRACIONAL
Tengo  que ser tan intuitivo y tan vivencial como para animarme de verdad a ser imaginativamente irracional. Esto quiere decir: ser capaz de llevar mis fantasías a puntos irracionales de mi imaginación, no ser tan atado, animarme a ser un poco loco en esto de imaginar cosas junto con vos.

Cuentan que Dios le dijo un día a Adán
- Adán, tengo una buena y una mala noticia para darte.
- ¿Cuál es la buena?
- La buena es que voy a regalarte dos nuevos órganos para incluir en tu cuerpo.
- Muchas gracias, ¿de que se trata?
- El primero es un cerebro pensante, que pondré en tu cabeza. Te servirá para razonar, para calcular y para resolver cualquier problema que tengas.
- ¡Uy, que bien!. ¿Y el segundo?.
- El segundo es un pene, que colgaré entre tus piernas. Ese te permitirá momentos de placer exquisitos y encuentros espectaculares con Eva.
- Muchas gracias, mi Señor, realmente creo que voy a hacer un buen uso de estos dos regalos. ¿Cuál es la mala noticia?
- La mala noticia es que no vas a poder usar los dos al mismo tiempo

LA D DE DIVERSION
Este concepto es para mi fundamental. ¡El sexo tiene que ser divertido!. ¡No puede ser un rito serio  y formal!. Si el rito es una cosa seria, algo no está funcionando bien. El sexo está para que disfrutemos, pero también para que la pasemos bien, para divertirnos. En dos sentidos: el humor, el estado de ánimo, y en cuando a que sea diverso, diferente cada vez.

LA PENULTIMA LETRA, LA E ES PARA RECORDARTE QUE EXPRESES TU SENTIR.
Expresarme  es además gemir, gritar, gruñir, llorar, reír, tentarme, hablar. Expresarme significa no frenar la historia. Si hoy no podemos coger porque los chicos están despiertos y sólo podríamos coger en silencio, entonces... cojamos otro día. Si no va a haber lugar para expresar mis emociones, vayamos a coger a otro lado, salvo que esto sea parte de un juego.

LA ÚLTIMA REFIERE EL PUNTO MAS IMPORTANTE: OLVÍDENSE DEL ORGASMO.
Si  yo puedo compartir mis fantasías, puedo ir cambiando de lugares, puedo  ocuparme de mi, puedo obtener espacio para el romanticismo, explorar, ser creativo, usar todos los sentidos, vaciarme del afuera, ser irracionalmente imaginativo, divertirme y animarme a expresar mis sentimientos, me queda un solo desafío: olvidarme del orgasmo.
Si quieren disfrutar de su sexualidad, olvídense del orgasmo.
Dejen que pase cuando pase, pero olvídense mientras estén allí. El orgasmo está muy lejos de ser lo mas importante e imprescindible. Precisamente porque consiste en el descontrol, hay que dejar que el orgasmo sea y no focalizarse en que pase.

F        FANTASÍAS PARA COMPARTIR

L        LUGARES PARA CAMBIAR

O       OCUPARSE DE UNO

R       ROMANTICISMO PRESENTE

E       EXPLORAR EL ENCUENTRO

S       SENTIDOS PARA INCLUIR

+

V       VACIARSE DEL AFUERA

I         IRRACIONALIDAD SUPREMA

D       DIVERSIÓN IMPRESCINDIBLE

E       EXPRESIÓN DEL SENTIR

O       OLVIDARSE DEL ORGASMO


Según  los orientales, el sexo es la máxima expresión de la iluminación.
La iluminación es enunciada por los místicos como la disolución del yo. Esto es: ser un todo con el otro. Durante ese instante donde yo pierdo el control, por un momento dejo de ser yo y puedo conseguir la fantasía de fundirme con el otro.
Fundirse con el otro es el deseo supremo del amor.
La mente vacía de pensamiento, el éxtasis de la aceptación del otro. La ausencia de expectativas y de memoria y la entrega total al presente son los hitos del camino que lleva al sexo como iluminación.
Si fuéramos capaces de llegar a esta vivencia, aunque sea de vez en cuando...
Yo no creo que todas las relaciones sexuales sean gloriosas y magnificentes, ni que en todas se pueda llegar a la disolución del yo. Por eso digo: ojalá que podamos muchas veces.
Quiero decir, por lo menos de vez en cuando hay que desacondicionarse, dejar de controlar y entregarse...
Pero surge la pregunta, hasta donde. ¿No será peligroso tanto descontrol, no hay peligro de caer en la perversión?.
En todo caso habría que determinar, primero, que es lo perverso y que no lo es.

Habrá que animarse entonces a saber quién soy, que elijo, que me gusta y que voy a hacer con ello. Empezar a pensar que estamos haciendo nosotros para mejorar nuestros problemas de anorgasmia, eyaculación precoz, impotencia, frigidez...

Hay personas que no están satisfechas con su vida sexual pero que no están dispuestos a hacer nada al respecto. Hay que entender que nuestra sexualidad es muy importante.

Los argentinos somos un poco pacatos, aprensivos, fifís con la sexualidad.

Cuentan en España que un señor se encuentra con una mujer hermosa en un bar y la invita a pasar la noche. Tienen una velada de sexo y lujuria espectacular y a la mañana siguiente mantienen este dialogo:
Si ella es estadounidense, dice: “Very good...”
Si ella es italiana, dice: “Faciamo l´otra volta...”
Si ella es española, dice: “Zi me llegaz a dejar deshpuéz de eshto... te mataré.
Y si ella es argentina dice: “¡Ay... que pensará usted de mi”.
Esto habla de nosotros, de nuestra idea vergonzante de la sexualidad, que es producto de una educación mezquina respecto de nuestra libertad sexual.
Porque la sexualidad tiene mucho que ver con la libertad personal.
Ser libre es elegir con quién, cuánto, como , dónde.


HETEROSEXUALES, HOMOSEXUALES O
BISEXUALES. MASTURBACIÓN.

Nosotros no somos heterosexuales, homosexuales o bisexuales. Somos sexuales. Tenemos una sexualidad que es energía interna que pugna por expresarse. No es casual que los vínculos homosexuales aumentan en poblaciones donde hay sólo hombres o sólo mujeres, como en las cárceles, los hospitales, barcos, instituciones psiquiátricas, etc. Porque esta energía sexual que se acumula como la carga de una batería, tiene que actuarse desde algún lugar. Y posiblemente, si estoy solo, la masturbación sea la mejor conducta sexual a al que puedo acceder. Llegado el caso que por alguna razón yo no pudiera tener vida sexual, es mas sano masturbase que sublimar la sexualidad transformándola en exceso de trabajo, por decir una transformación usual.
Potencialmente, si consideramos al hombre como sexual, ni homo, ni hetero, ni bi, alguien que puede aceptar la bisexualidad como parte de su identidad, puede entonces elegir lo que quiere. A mi me parece tan patológico un homosexual que dice: que no resiste la fantasía de acostarse con una mujer, como  un heterosexual que vive cuidándose que un tipo no se le acerque. Yo conozco muchos tipos que están en una relación sexual con una mujer que quieren, y cuando ella les acaricia la espalda y llega hasta el culo, gritan: ¡¡No me toques el culo, eh, que te creés, que soy puto!!. Y la mina dice: ¿Qué pasó?.
Yo también me pregunto: ¿Qué pasó?.
Y digo: Pasó que se asustó.
La erogenización que producen las zonas genitales, incluido el ano, es para los dos sexos igual. Habrá zonas mas erógenas para cada uno de nosotros, pero pensar que no puedo permitir que alguien me roce debe esconder algo...
Algo debe pasar con los tipos que obsesivamente creen que el coito anal les da mas placer que el coito vaginal. Me parece que alguna connotación tiene... En algunos casos esta es la expresión de un conflicto homosexual bastante mal resuelto. Para llegar a la heterosexualidad, sin hablar de si la homosexualidad es o no un tránsito, hay que tener resueltos estos conflictos homosexuales, cosa que, en general, las mujeres tienen mejor resuelta que los hombres.
La razón es que el primer objeto amoroso de una mujer es su mamá, como en el caso del hombre.
El hombre comienza su sexualidad en la vida con un vínculo heterosexual y quizás continúe en esa forma consciente con un vínculo heterosexual por el resto de su vida.
La mujer, que establece como primera medida un vínculo homosexual, tiene que dejarlo para llegar después al vínculo heterosexual. Esto implica un trabajo.
Cuando una mujer es heterosexual ha pasado de un vínculo a otro. Quizás por eso los homosexuales sean mas varones que mujeres. Y quizás por eso los hombres necesiten negar el componente homosexual, porque es sentido como poco masculino.
No hay conciencia de que la elección sexual no amenaza la condición de varón o de virilidad.
Ser homosexual no significa ser femenino. La mariconeada tiene que ver con una pérdida de identidad. Una mujer homosexual no tiene por que ser un camionero y un hombre homosexual no tiene que ser afeminado.
Maricón, homosexual y puto son tres cosas totalmente diferentes y no necesariamente tienen relación entre si. No todos los afeminados son homosexuales, no todos los homosexuales son putos y no todos los putos son maricas.
Hay que aprender a diferenciar para aprender quien es uno, después de todo...

Si mi libertad es, como digo yo, mi capacidad  de elegir cuando tengo opción, entonces...
Ser libre es poder encontrarme  para ver que es lo que voy a hacer en la cama o que es lo que no voy a hacer en la cama.
El significado de la sexualidad ha cambiado. Hace cincuenta años, nuestra educación nos decía que el hombre tenía que debutar, aprender, entrenarse y hacerse maestro del acto sexual para luego enseñarle a su mujer, asexuada totalmente hasta ese momento. Y así las mujeres se quedaban mas o menos asexuadas toda su vida, teniendo como maestro a alguien que en general no había aprendido mucho pero que decía que era el que sabía.
Por suerte y por lucha esto no existe mas.
Primero, porque las mujeres saben que no tienen por que esperar a sus hombres para aprender de ellos.
Segundo,  porque los hombres ya sabemos que no aprendimos tanto.
Y tercero, porque ya no hay ninguna duda de que el único lugar donde se puede aprender es en la cama. Y por lo tanto, si un hombre quiere aprender, va a tener que aprender de una mujer.
La historia de que los hombres les tienen que enseñar a las mujeres es un mito, y por supuesto machista.
Podés aprender algunas cosas por vos mismo, de la exploración, pero no mucho estando solo. El otro, por intuición y por experiencia, es el que enseña. Así aprendemos, para alguna vez enseñar.

Lo que en un vínculo resulta maravilloso, puede no ser tan maravilloso en otro vínculo.
Habrá que darse tiempo para este aprendizaje. Y para eso hace falta estar comprometido con el otro.


POCAS PALABRAS ACERCA DEL DESEO

Si la sexualidad funciona como un trámite, estamos en problemas.

Hay una sola razón para tener sexo: el deseo. No puedo llegar a la cama porque estoy aburrido, porque no tengo otra cosa para hacer, porque estoy muy tenso, porque hay que cumplir para que no te vayas a coger con otra o con otro, para no masturbarme...

La única buen razón para llegar a la cama con alguien es sentir el deseo de ir a la cama con alguien.

Además porque no hay nada mas erotizante que sentirme deseado por el que está a mi lado. Sea yo varón o mujer, nada me excita mas que sentir que aquel que yo deseo me desea.
De alguna forma es un misterio... porque si lo que me excita es que vos estés caliente conmigo y lo que te excita a vos es que yo esté caliente contigo, ¿cómo fue que empezamos?.
A veces empieza porque te veo y me surge el deseo. Te espero y me ratoneo. Soñé con vos y te voy a buscar... Pero muchísimas veces empieza afuera, antes de que nos veamos. Empieza con la calentura que surge en mi a partir de otras cosas que pasan en el afuera y que no son vos.
“Eh... No, doctor ¿me está diciendo que me caliente con  el aviso donde está la mina con las tetas y que después llegue a mi casa pensando que voy a coger con mi mujer?. Eso es un asco...”

así es. Si quieren pensar que es un asco, piénsenlo. Pero es así. Me erotizo con lo que pasa afuera y es ese erotismo justamente el que importo a la relación y el que genera el deseo.
Si les molesta importar excitación a su pareja no lo hagan, serán muy felices y cogerán menos.

Nada es igual que el deseo del que deseo. Este es el gran afrodisíaco, sobre todo en la pareja. Por eso es tan importante sentirlo y que se note.

Cuentan que una mujer llega a un consultorio médico porque tenía tortícolis. Entra con el cuello torcido, el médico la revisa, le hace una radiografía, no encuentra lesiones anatómicas y le dice:
-     ¿Hace mucho que lo tiene?
-                             No... – dice la mujer -, hace unos doce o quince años
-                             ¿Y usted a que se dedica?.
-                             Bueno, trabajo en una oficina, hago las cosas de la casa...
-                             ¿Y tuvo algún golpe?
-                             No, nunca.
El médico piensa, no  sabe que preguntar...
-                             ¿La alimentación?
-                             Normal, como todo sin problema.
-                             ¿Algún deporte violento?
-                             No, nada juego a las cartas.
Como el médico ya no sabe que preguntar, le dice:
-                             ¿Vida sexual?
-                             Normal, dos o tres veces por semana... él arriba y yo abajo... normal.
-                             Bueno, el arriba y usted abajo o al revés.
-                             ¿Está loco?. ¿Cómo veo tele?

Si uno no  es capaz de estar realmente comprometido con lo que está pasando, la posibilidad de disfrutar del vínculo sexual no existe.

En una encuesta realizada para el último informe Hite, los encuestados contestaron a esta pregunta: ¿Cuál es la frecuencia sexual máxima y mínima que usted considera normal?. Las respuestas van desde un máximo de una vez por día hasta un mínimo de una vez cada quince días. Cualquier frecuencia entre estos dos extremos es considerada normal por la sexología. (Una frecuencia menor como promedio no es anormal ni patológica, pero es poco. Una frecuencia mayor como promedio tampoco es anormal, pero es mentira...)
Dos veces por semana es lo que el 70% de las parejas estables encuestadas refieren como su frecuencia habitual.

En la Argentina, el ritmo según las mujeres es entre una y dos veces por semana y según los hombres tres o cuatro por semana. Esto genera dudas sobre la conducta fiel o infiel de los señores o sobre la necesidad de los hombres de decir que cogemos mas porque nuestra educación nos dice que entonces somos mas hombres.
Se trata del mito de que los hombres estamos siempre listos, lo cual, obviamente, no es cierto.
Si queremos hacer algo por la sexualidad de todo, habría que:
Insistir en que los padres reciban educación sexual para poder transmitirla. El aprendizaje empieza desde la cuna.
Evitar censurarnos. La censura en el encuentro sexual es perniciosa. Hay que trabajar con nuestra libertad y con la que yo llamo autonomía, la capacidad para imponernos nuestras propias normas.
Revalorizar la sexualidad hasta conseguir que recupere el enorme valor que tiene.

Si tratamos de reprimir la conexión con nuestro deseo, cada vez somos mas esclavos de el.
En la medida que dejemos ser a nuestro deseo, en la medida que asumamos nuestra sexualidad como parte de nosotros y no nos avergoncemos de ello, en la medida que aceptemos nuestras inquietudes, nuestras fantasías y nuestro encuentro sexual con la persona que nosotros decidamos, en la medida que podamos vivir esta historia con libertad, sin frenar y sin reprimir, nuestra sexualidad se va a volver mas libre y vamos a poder dejar de pensar en ella.

La metáfora que dan algunos iluminados es que uno puede mantener la mano abierta toda su vida, pero cerrada... apenas un rato. Tarde o  temprano, después de tener la mano cerrada, vas a tener que aflojar.

Manteniendo abierta nuestra conducta sexual podremos tener una sexualidad mas sana, mas placentera y, sobre todo, podremos mejorar nuestra capacidad de entrega.
Si ocultamos, reprimimos y escondemos nuestro deseo, en algún momento este explotará, se volverá pernicioso y terminaremos haciendo cosas dañosas para los demás.
¿Qué es normal y que es anormal?. ¿Cuál es el límite entre lo que se puede y lo que no se puede?. ¿Qué está bien y que está mal?. ¿Cuál el  límite entre lo  normal y lo patológico?. ¿Qué cosa es sana y que cosa enferma?
Yo creo que si los dos están de acuerdo y disfrutan de lo que está pasando, sin involucrar a quien no quiere involucrarse, nada, repito, nada es anormal.


Palinuro de México  (fragmento)

Ella y yo hacíamos el amor diariamente.
En otras palabras,
los lunes, los martes y los miércoles
hacíamos el amor invariablemente...
Los jueves, los viernes y los sábado s.
hacíamos el amor igualmente...
Por último los domingo s
hacíamos el amor religiosamente.
Hacíamos el amor compasivamente.
Hacíamos el amor deliberadamente.
Lo hacíamos espontáneamente.
Hacíamos el amor por compatibilidad de caracteres,
por  favor, por supuesto, por teléfono,
de primera intensión y en última instancia,
por no dejar y por si acaso,
como primera medida y como último recurso.
Hicimos el amor por ósmosis y por simbiosis:
Y a eso le llamábamos hacer el amor científicamente.
Pero también hicimos el amor yo a ella y ella a mi:
es decir, recíprocamente.
Y cuando ella se queda a la mitad de un orgasmo
y yo con el miembro convertido en un músculo fláccido
no podía llenarla
entonces hacíamos el amo r lastimosamente.
Lo cual no tiene nada que ver con las veces en que yo  me
imaginaba que no iba a poder, y no podía,
y ella pensaba que no iba a sentir, y no sentía,
o bien estábamos tan cansados y tan preocupados que ninguno de
los dos alcanzaba el orgasmo.
Decíamos, entonces,
que habíamos hecho el amor aproximadamente.
O bien a Estefanía le daba por recordar las ardillas que el tío
Esteban le trajo de Wisconsin
que daban vueltas como locas en sus jaulas olorosas a creolina,
y yo por mi parte recordaba la sala de la casa de los abuelos,
con sus sillas vienesas y sus macetas rosas,
esperando la eclosión de las cuatro de la tarde...
así era como hacíamos el amor nostálgicamente,
viniéndonos mientras nos íbamos tras viejos recuerdos.
Muchas veces hicimos el amor contra natura,
a favor de natura,
ignorando a natura.
O de noche con la luz encendida,
o de día con los ojos cerrados.
O con el cuerpo limpio y la conciencia sucia.
O viceversa.
Contentos, felices, dolientes, amargados.
Con remordimientos y sin sentido.
Con sueño y con frío
Y cuando estábamos conscientes de lo absurdo de la vida,
y de que un día nos olvidaríamos el uno del otro,
entonces hacíamos el amor inútilmente.
Para envidia de nuestros amigos y enemigos,
hacíamos el amor ilimitadamente, magistralmente, legendariamente.
Para honra de nuestro s padres, hacíamos el amo r moralmente.
Para escándalo de la sociedad, hacíamos el amor ilegalmente.
Para alegría de los psiquiatras, hacíamos el amor sintomáticamente.
Hacíamos el amor físicamente,
de  pie y cantando,
de rodillas y rezando,
acostados y soñando.
Y sobre todo,
y por la simple razón
de que yo lo quería así.
Y ella también,
          hacíamos el amor...
                     voluntariamente
Fernando del Paso


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