lunes, 12 de noviembre de 2018

El Camino Del Encuentro (Parte III-2)


EL AMOR EN LA PAREJA



Hay otro sendero unos metros a mi derecha. Alguien con quien me encontré me hizo notar su presencia, corre paralelo a éste pero está bastante mas arriba. Parece si me tomara el trabajo de llegar hasta allí podría ver algunas cosas que desde donde estoy no se alcanzan a distinguir (siempre se ve mas allá desde un lugar mas alto). Me doy cuenta de que escalar no sería una tarea fácil y que aun después de llegar, caminando a esa altura podrá caerme y lastimarme. También me doy cuenta de que no estoy obligado a hacerlo.
Sin embargo me invaden dos emociones, por un lado me frena la sensación del absurdo esfuerzo inútil, ya que mirándolo desde aquí parecería que los dos caminos llegan al mismo lugar, por otro me anima, misteriosamente, la intuición de que solo lograré completarme si me atrevo a transitar el camino elevado. ¿Qué hacer?.

Desde hace mas de medio siglo la sociedad parece estar enseñando que la pareja es necesariamente una especie de antesala del matrimonio, éste un pasaporte a la familia y aquélla la garantía del hospedaje eterno (hasta que la muerte los separe) en una especie de sofisticado centro de reclusión al que deberíamos ansiar entrar como si fuera la suprema liberación.
h
El mecanismo  propuesto opera así: Uno escoge una pareja, se pone de novio, acuerda una fecha de casamiento, participa de la tal ceremonia e ingresa con su cónyuge en una especie de prisión llamada con cierta ironía el “nidito de amor”. Llegados ahí, uno le echa el primer vistazo sincero al compañero de cuarto. Si le agrada lo que se ve, se queda allí. Si no es así, empieza a planear su escape de prisión para salir a buscar otra pareja, rogando tener mejor suerte o reclamando ayuda para aprender a elegir mejor.

La solución del problema de la insatisfacción en la vida de parejas desdichadas, planteada modernamente por la sociedad que supimos construir, es separarse, comenzar otra vez con otra persona mejor para uno. En otras palabras, para el 80% de todas las parejas, y el 50% de los matrimonios, que la pareja haya fracasado es la consecuencia de la incapacidad de cada uno para elegir la persona adecuada.

En la Argentina siempre nos jactamos de ser capaces de encontrarle un problema a cada solución. el problema que aporta esta solución es que el cambio de destino carcelario es siempre muy doloroso. Hay que repartir los bienes, los males, los hijos y los regalos, hay que pasar por el dolor de abandonar los sueños, hay que soportar perder los lugares y abandonar a algunos amigos, y como si esto fuera poco, hay que vivir con el residuo de miedo a la intimidad y con la desconfianza de que las siguientes relaciones también puedan fallar. Ni que hablar del daño emocional a los otros habitantes del nido, si los hay. Los hijos, que muchas veces se imaginan que son de alguna  forma responsables de esa ruptura  y otras son arrastradas a permanecer en el lugar de trofeos disputados, terminarán preguntándose , de cara a su propio dolor, si valdrá la pena transitar el proyecto de construir una familia.

Planteado así, el único antídoto para todo este dolor parece ser lamentablemente, permanecer prisionero, cerrar la puerta con llave, abrir una pequeña ventana por donde espiar la vida y conformarse con mejorar un poco la relación matrimonial durante el resto de nuestra existencia, deseando secretamente que no  sea demasiado larga. En el mientras tanto  se supone que uno aprende a sobrevivir en un matrimonio hueco, a llenarse de comida, de alcohol, de drogas, de trabajo, de televisión, o de fantasías de infidelidad.


¿HAY OTRA POSIBILIDAD?

Existe un enfoque de las relaciones amorosas mas alentador y a mi modo de ver, mas preciso.

La pareja no es un estado inmutable de dos personas que no cambian. Es mas bien un viaje por un camino elevado psicológica y espiritualmente que comienza con la pasión del enamoramiento, vaga a través del escarpado trecho de descubrirse y culmina en la creación de una unión íntima, divertida, y trascendente, capaz de renovarse en la reelección mutua, una y otra vez, durante toda la vida.

La construcción de un vínculo de este tipo no se apoya en la habilidad para poder conquistar al compañero o a la compañera perfecta ni en la suerte de cruzarse algún día con la persona ideal, sino en el darse cuenta definitivamente de que:

La creencia heredada del mito del amor como prisión es falsa.

La pareja no es una prisión, ni un lugar donde engancharse o quedarse atrapado, sino un camino  del desarrollo de ambos. Un camino elevado y quizás riesgozo. Pero sin duda uno de los mas hermosos y nutritivos caminos que se puedan escoger.
Redefinir la pareja significa hablar sobre amor y esto implica saber de que cosas hablamos cuando hablamos de ese sentimiento en un vínculo tan especial como es el que se entabla entre un hombre y una mujer que plantean seguir juntos el camino.

Este amor es, como está dicho, un sentimiento idéntico a los otros amores y, como propuse muchas páginas atrás, se define como el genuino interés por el bienestar del otro.
En la ensalada de la pareja, sin embargo, lo vertical de mi capacidad de amar se entrelaza con lo horizontal de mi deseo.

Uno podría analizar el tema de esa mezcla desde múltiples lugares, podríamos por ejemplo hablar de este amor romántico pensando sólo en un paisaje hermoso, al lado de la persona amada, mirando el mar o las estrellas y tomados de la mano, aunque si nos pusiéramos demasiado poéticos no nos quedarían demasiadas ganas de seguir hablando.
Así que intentemos llegar a un acuerdo desde un lugar mas reflexivo, empezando por preguntarnos que significa y que alcances tiene esta atracción hacia otra persona.


EL MISTERIO DE LA ATRACCIÓN ROMÁNTICA

La idea del amor romántico surgió de un eco filosófico tanto platónico como aristotélico literariamente derivado del poeta romano Ovidio y sus Ars Amatoria. Nótese que en la antigua Grecia la mujer estaba destinada a las tareas del hogar y al servicio del hombre, y por lo tanto no existía el respeto o sentimiento de consideración para con ella (recordemos que la Atenas de entonces  no carecía en este sentido de sus propias contradicciones. Por un lado se ufanaba de la ateniense igualdad de derechos para todos los ciudadanos de la poli y por otro determinaban autoritariamente que los esclavos, los extranjeros y las mujeres no tenían ese privilegio simplemente porque no eran ciudadanos). El griego practicaba entonces el amor de si o el amor a la idea. Amaba la belleza de hombres y mujeres, pero no a esos hombres y a esas mujeres.

El amor medieval, en cambio, era motivado por un respeto profundo hacia la dama, por ejemplo, pero no debía ser consumado. Era etéreo y trascendental y activamente alimentado por actos de caballerosidad y galantería, en absoluto contraste con la tradicional persecución acosadora de los apasionados amantes enamorados.
Mas contemporáneamente asistimos a posturas encontradas con lo que los sentidos nos dicen sobre nuestro interior. El determinismo físico cree que el mundo se puede medir y determinar y por ende cada acontecimiento es la consecuencia de los componentes biológicos de la química del cuerpo humano. Por este mismo camino, los genetistas invocan la teoría de los genes que forman los criterios determinantes en lo sexual o en el tipo de elección romántica. Algunos neurobilogistas reducen todos los exámenes del amor a la motivación fisicoquímica del impulso sexual.

Muchos conductistas dicen que el amor no es otra cosa que una respuesta emocional frente a otro por quien se siente físicamente atraído, y que por ello la acción de amar abarca gran parte del comportamiento, inclusive cuidar, escuchar, ocuparse de alguien, preferir a otros.
El expresionista considera el amor como la manifestación de un estado interno hacia el amado que, no importa cómo se manifieste (palabras, poesías, regalos, presencia, cuidados), tendrá como finalidad el alivio catártico del enamorado. El placer de poner en acción mi sentimiento mas allá del otro.



TEORIA DE LA PRESERVACIÓN DE LA ESPECIE

Últimamente, siguiendo el estilo de cómo se encaran las nuevas investigaciones, científicos de varias disciplinas han estado trabajado convergentemente para profundizar nuestro entendimiento del amor en la pareja, y de cada área de investigación se han derivado valiosos conocimientos. Los biólogos aportaron que hay una cierta “lógica” relacionada con la elección de pareja. Los hombres se sienten naturalmente atraídos por mujeres jóvenes, de piel suave, ojos brillantes, cabello brilloso, buena estructura ósea, labios rojos, mejillas rosadas y senos turgentes, no en razón de lo que está de moda sino porque estas características indican una buena salud y buen nivel hormonal, signos de que una mujer se encuentra en el mejor momento para procrear. Las mujeres escogen a su pareja desde otros lugares. Como la juventud y la salud física no son esenciales para la función reproductiva masculina, las mujeres instintivamente prefieren parejas con características de asertividad manifiesta, la capacidad para dominar, la resistencia emocional, y sus habilidades económicas. La suposición es que estas son las garantías de la supervivencia del grupo familiar.
Sin embargo, aunque los factores biológicos desempeñan un papel clave en nuestros intentos amorosos, el amor debería ser mas que esto.


TEORIA DE MERCADO DE VIRTUDES Y DEFECTOS

La idea básica de la teoría de intercambio es que elegimos la pareja pensando que se adaptará a nosotros. Evaluamos y nos fijamos mutuamente en el atractivo físico, el nivel económico y el rango social de cada uno, lo mismo que en varios rasgos de la personalidad tales como la amabilidad, la creatividad y el sentido del humor. Con la velocidad de un computador, sumamos las clasificaciones y si los números son aproximadamente equivalentes, una luz verde se enciende y avanzamos. Según los psicólogos sociales, no solamente nos interesan la juventud, la belleza, y el rango social, sino la totalidad de la persona. Por ejemplo, el hecho de que una mujer se encuentre pasada de años o de que un hombre tenga un trabajo de baja categoría puede compensarse por el hecho de que el o ella sean personas encantadoras, inteligentes o comprensivas.


TEORIA DEL RECONOCIMIENTO

Una tercera idea agrega otra dimensión al fenómeno de la atracción. La teoría de la búsqueda del reconocimiento sostiene que el factor importante en la elección de pareja es la forma en que la relación con ese otro podría incrementar nuestra valoración de nosotros mismos. La pregunta que surge en este momento es: ¿Cómo afectará a mi ego el hecho de estar con esta persona?. Todos hemos experimentado orgullo cuando la presa mas apetecible de la reunión finalmente salía del salón con nosotros.
A este valor adicional que me confiere ser elegido por el que es codiciado por otros lo voy a llamar la búsqueda del placer narcisista de la relación. El reclamo de una mirada privilegiada, selectiva y puntual que quizás empezó con la necesidad de ser el preferido de mis padres y sobre todo el amado de mi madre. Porque la mirada de la madre no es reemplazable. Tanto para los hombres como para las mujeres, la madre representa la única persona con quien alguna vez fuimos uno.
A partir de esta idea, Lacan cree que finalmente la búsqueda permanente del ser humano es la de alguien que me pueda dar lo que alguna vez tuve de mi madre, ser uno con el otro.
Su planteo es que en cada persona que encontrábamos buscamos este amor incondicional que creemos haber tenido con ella y la unión de nuestra vida intrauterina.
Por eso dice Lacan: “El amor es pedirle un imposible a alguien que no existe”.
Es decir, te imaginás que el otro es que no es ya ese alguien imaginario le pedís algo que es imposible: que sea uno con vos, que seas mas importante en su vida que el mismo.

En definitiva, ser tan imprescindible para su existencia, que nunca te pueda abandonar...



TEORIA SOCIAL

Desde  el punto de vista sociopolítico, pueden verse incluso al amor como una instancia de la dominación social de un grupo (hombres) sobre otro (mujeres), y esto se refleja en el idioma y la etiqueta socialmente construida. La teoría es a menudo atractiva para las posturas radicalizadas del feminismo, el cual plantea el amor romántico como un subproducto del patriarcado y, análogamente a la definición marxista de la religión (el opio de los pueblos), llega a decir que el amor es el opio de las mujeres y considera las relaciones sociales (familia, costumbres, idioma, política, instituciones) como reflejo de las estructuras sociales mas profundas que dividen a la gente en clases, sexos, carreras y ni que decir de la moda.


TEORIA DEL ENRIQUECIMIENTO ESPIRITUAL.

La visión espiritualista del amor incorpora las  nociones místicas de todos los tiempos y culturas. Encontramos al otro con quien compartimos la sensación de ser incompletos y nos valemos de nuestras ventajas para completarnos, para complementarnos, para formarnos. El contacto con el otro nos permite indagar en nuestras carencias, buscar, formarnos, darnos cuenta, cambiar, crearnos, descubrirnos mejores.
La pareja permite que yo descubra y tenga el placer de ayudar a que el otro se descubra.

La pareja constituye, pues, un encuentro privilegiado en mi camino hacia mi  mismo, un encuentro simultáneo con lo otro y con lo mismo. Se parte de uno para llegar a la unidad.

El encuentro en pareja da lugar a la novedad, un espacio compartido que propicia el conflicto y la creación de nuevos paradigmas.
Si, como ya dije, el encuentro con el otro es siempre una nueva oportunidad para encontrarse con uno mismo, el vínculo de pareja es en ese sentido el mejor de los encuentros.
En este encuentro los dos marchamos hacia la meta de la individualidad pero juntos.
TEORIA DEL 1 + 1 = 3

El  amor saca de su aislamiento a la personalidad individual conduciéndola a “nosotros” de la completud. La idea de la media naranja, fantasía de la pareja como una unidad, se apoya en esta concepción de ser uno con el otro, de que los dos renunciemos a nuestra identidad para construir un yo superior mas elevado y poderoso.

Platón cuenta que los seres humanos fueron alguna vez mitad masculinos y mitad femeninos, de hecho tenían dos caras, cuatro manos y genitales de ambos sexos. Esta unidad, parece ser, los volvía extremadamente poderosos, y estos hermafroditas empezaron a desafiar a los dioses. El Olimpo no era un lugar donde vivían deidades capaces de tolerar las rebeldías, así que los dioses decidieron matar a los humanos. Cuenta el mito que a último momento una toma de conciencia narcisista los frenó:  “Si los matamos a todos no habrá quien nos adore y nos ofrezca sacrificios”. Zeus ideó la solución: “Cortaré a cada uno de los humanos en dos mitades con vida propia, así su fuerza disminuirá y no habrá mas desafíos”. La idea fue aplaudida y la escisión tuvo lugar. Apolo volvió invisibles las heridas. Y los humanos divididos en hombres y mujeres empezaron a poblar la tierra. Sin embargo, cuenta la leyenda que el esfuerzo de todo el Olimpo no puedo evitar que quedara algo del recuerdo de aquella unidad y que por eso los seres humanos siguen buscando permanentemente su otra mitad, para recuperar su fuerza y completud.

En esta teoría buscamos acercarnos a aquellos que percibimos que serán capaces de sacrificar su identidad a cambio de que nosotros hagamos lo propio en beneficio de la constitución de la pareja.


TEORIA DEL ROL COMPLEMENTARIO

Con aportes de muchas escuelas psicoterapéuticas, estas teorías intentan demostrar que la búsqueda de la pareja se encamina tendencialmente hacia las personas que sean mas capaces de desempeñar el rol necesario para sostener nuestras neurosis. Es decir, buscamos a aquellos y aquellas con quienes reproducir la situación de conflicto internalizada que define a quienes  somos o reafirma la vigencia de nuestro argumento de vida.
Así, para el planteo psicológico clásico las situaciones emocionales irresueltas en nuestra infancia configuran el trauma que da punto de partida a nuestro conflicto y abre la puerta a la repetición neurótica de la situación dolorosa. Para conseguirlo busco y encuentro personas a quienes pueda percibir como capaces de actuar de forma similar a los personajes de mi historia infantil. Quiero decir, personas suficientemente parecidas casi siempre a alguno de mis padres por identidad o por oposición.
Un gran trabajador de los condicionamientos de nuestra conducta, John Bradshaw, conmovió al mundo cuando desarrolló su concepto de niño herido. Simplificando al extremo la idea, se diría que cada uno de nosotros ha dejado la infancia con el registro del daño recibido  a manos de los mayores (violencia, desprecio, desamor, maltrato) y hemos archivado esas lastimaduras en una estructura que Bradshaw llama “el niño interior”, interiorización del  niño que alguna vez fuimos que sigue sufriendo por aquellas heridas y busca sanarlas. Desde esta visión, si no me doy cuenta de reparar por mi mismo ese condicionamiento, terminaré eligiendo mi pareja entre aquellos que creo que pueden hacerse cargo de ese niño.

Eric Berne decía que anida en nosotros una especie de experto en psicología, él lo llamó “El pequeño profesor”. Es tan intuitivo, decía el creador del análisis transaccional, que con una sola mirada es capaz de diagnosticar el juego que el otro juega y decidir si se complementa con el nuestro.

La teoría del complemento sustenta también de alguna manera la tesis que desarrollo en nuestro libro Amarse con los ojos abiertos. Nos acercamos por las afinidades pero nos mantenemos juntos por las diferencias, porque son ellas las que nos permiten utilizar los conflictos como herramientas de nuestro crecimiento y considerar al otro mi maestra o maestro cuando discutimos (en lugar de tratarlo como un enemigo), para poder enriquecerme con todo aquello de lo que el otro es capaz y yo no...

Y podría seguir enunciando teorías que intentan explicar el encuentro de dos que deciden armar una pareja. Pero hay un aspecto enigmático  relacionado con la selección de pareja que ninguna teoría termina de explicar.
Durante el curso de tu vida, vos has conocido a miles de personas, haciendo un cálculo conservador, supongamos que varios cientos de ellas resultaron lo suficientemente atractivas físicamente o tenían el suficiente éxito como para llamar tu atención. Cuando reducimos este campo  la teoría de intercambio social podríamos llegar a cincuenta o cien personas de este grupo selecto, quienes tendrían un “valor de puntos” combinando igual al tuyo o superior. Lógicamente, vos tendrías que haberte enamorado de varios cientos de personas. Y sin embargo, la mayoría de los individuos solamente se han sentido profundamente atraídos por algunas pocas personas. Conclusión: algo falta en las teorías.

Y creo que lo que falta es justamente lo inexplicable, el verdadero misterio, la magia.
Porque es ciertamente inexplicable que alguien “pierda la cabeza” por otra persona, que alguien no pueda pensar en otra cosa que el amado, que alguien llore durante semanas esperando un llamado de aniversario que no llegó... Estas emociones violentas e  irracionales que pueden suceder únicamente cuando ese alguien está enamorado.

Es que estar enamorado no es amar.
Porque amar es un sentimiento y estar enamorado es una pasión.
Las pasiones por definición son emociones desenfrenadas, fuertes, absorbentes, intensas y fugaces como el destello de un flash, que son capaces de producir transitoriamente una exaltación en el estado de ánimo y una alteración de la conciencia del mundo del que la siente.
Hay que entender esto para poder diferenciar después el enamoramiento  del amor.
Este caos emocional tiene, lamentablemente y afortunadamente, una duración muy corta: Digo lamentablemente porque mientras vivimos nos gustaría, a pesar de todo, permanecer en la fascinante intensidad de cada una de las vivencias, y digo afortunadamente porque creo que nuestras células explotarían si este estado se prolongara mas allá de unas cuantas semanas.
Inmerso en esa pasión perturbadora, nadie puede hacer otra cosa que no sea estar, pensar o recordar a la persona de la cual está enamorada. Se trata pues de un estado fugaz de descentramiento (uno cree que el centro de la vida de uno es el otro), una especie de locura transitoria que, como dije, se cura sola y en general sin dejar secuelas.

Durante el tiempo que dura el enamoramiento (dicen los libros que entre cinco minutos y tres meses, no mas), uno vive en función del otro, si llamó, si no llamó, si está, si no está, si me miró, si no me miró, si me quiere, si no me quiere...
Estar enamorado es enredarse en un doloroso placer, el de la disolución en el otro.
Si nos detuviéramos a pensarlo en serio nos daríamos cuenta de lo amenazante para nuestra integridad que sería vivir en ese estado.

Juan Carlos Benítez, un escritor costarricense, describe la felicidad de estar enamorado en un texto que creo  maravilloso:

Cuando estaba enamorado, había mariposas por todas partes, la voluptuosidad de la pasión me carcomía la cabeza. Durante todo ese tiempo no escribí, no trabajé, no me encontré con los amigos. Vivía pendiente de los movimientos o de la quietud de mi amada, consumía montañas de cigarrillos y toneladas de vitaminas, me afeitaba dos y hasta tres veces por día, hacía dietas, caminatas. Me perseguía hasta la certeza de la paranoia del engaño, pensaba todo el tiempo en besarla, en mirarla, en acariciarla. Durante  semanas gasté demasiado dinero, demasiada esperanza, demasiada crema para el sol, demasiado esperma y demasiado perfume. Escuchaba demasiada música clásica, utilizaba demasiado tiempo, consumí toda mi tolerancia y agoté hasta la última de mis lágrimas. Por eso siempre digo recordando s esos momentos. Nunca he sufrido tanto como cuando era feliz.

La confusión reinante entre estos términos, mas la malintencionada idea de homologarlos, ha sido y es causante de horribles desencuentros en las parejas.

“Ya no es como antes...”, “Las parejas con el tiempo se desgastan...” y “No estoy mas enamorado... me voy”, son algunas de las frases que escucho en mi consultorio y leo en los medios, apoyadas en la idea de que los matrimonios deberían continuar enamorados “como el primer día”. Es muy lindo pensarlo posible, y a uno le gustaría creérselo, pero es mentira.

El estado ideal de una pareja no es el de aquellos primeros meses en que estaban enamorados, sino el de todo el tiempo en que se aman en el sentido cotidiano, verdadero.
Probablemente desde la fantasía, a mi me gustaría estar enamorado de mi esposa después de veinte años, porque estar enamorado es algo realmente encantador. Aunque, con toda seguridad, si yo estuviera enamorado de mi esposa, de verdad enamorado de mi esposa, en este preciso momento no estaría escribiendo este libro.
Si yo estuviera enamorado, sentiría que esto es perder el tiempo.
Si yo estuviera enamorado de mi esposa, en este preciso momento no tendría nada de ganas de estar acá, porque estaría pensando en estar allá, en encontrarme con ella, o en todo caso en escribirle un poema, pero siempre alrededor de ella, porque ella sería el centro de mi vida.

Cuando un vínculo que comienza con esa pasión, estar enamorado da paso al amor, todo sale bien. De hecho nada mejor podría pasarnos.
Pero cuando no conduce allí, el desenamoramiento sólo deja detrás de si una sensación de ciudad devastada, la ruina emocional, el dolor de la pérdida, el agujero de la ausencia.
Y uno se pregunta: ¿Por qué terminó? ¿Porque no cierto?
¿Porque era poco? ¿Porque era mentira?...
no. Se terminó simplemente porque era una pasión.

En un vano intento de aportar algunos datos sobre la magia y sin ninguna posibilidad de saber por que sucede, me atrevo solamente a establecer dos hechos que, sin lugar a dudas, son necesarios para que el enamorarse suceda:

1. El otro debe tener (o yo imaginar que tiene) una virtud o cualidad que yo (aunque sea por el momento) sobrevaloro.  Quiero decir, eso que el otro es, tiene o hace me parece increíblemente valioso. (Si en ese momento de mi vida sobrevaloro la estética, me enamoraré de alguien que se ajuste a los modelos de belleza del momento, si en ese momento me parece fundamental el dinero, me enamoraré de alguien que tenga buena situación económica, y lo mismo con la inteligencia, el color de la piel, la simpatía, etc.)

2. Para enamorarme es imprescindible que yo tenga la predisposición “enamoradiza”. Quiero decir, que yo esté dispuesto a perder el control racional de mis actos enamorándome. Si bien este concepto está en contra de nuestra idea de que enamorarme me pasa mas allá de mi deseo, parece ser que esto es cierto después, cuando ya estoy enamorado. Es decir, antes, si yo no estoy dispuesto a dejarme arrastrar por la pasión, si no estoy decidido a vivir descentrado, si me niego a perder el control, el enamoramiento no sucede.

En una charla una señora me preguntó si  no podía ocurrir que uno hiciera centro en otro, no por estar enamorado, sino por no poder hacerse cargo de su propia vida. Yo le contesté que a simple vista puede parecerse, pero que es bien diferente.
Uno siempre sabe que está enamorado cuando está pasando, y sabe que el otro se volvió el centro de su vida por esa circunstancia. Cuando esto sucede porque soy un imbécil que no puede hacerse cargo de su propia vida, a los demás puede parecerles, como no es lo mismo.
Una cosa es estar enamorado, otra cosa es ser un idiota irresponsable, son cosas diferentes.
Una cosa es ser un soñador y otra es no despertarse para ir al trabajo.

Una cosa es que yo te mire con ojos embelesados y parezca un bobo, y otra muy distinta que yo sea un bobo y que mis ojos parezcan embelesados.

Es verdad que cuando estoy enamorado a veces parezco un imbécil, pero no necesariamente lo soy. (Podría suceder que un imbécil esté enamorado, pero una cosa no debe deducirse de la otra.)
De todas maneras, y aunque aceptemos que no es un estado permanente, convengamos en que durante esos fugaces momentos de pasión uno parece abrir su corazón a otra realidad mayor y vive cada pequeño hecho con una intensidad que posiblemente añore cuando la pasión se termine. Al decir del poeta Antonio Machado.

En el corazón tenía
la espina de una pasión.
Logré arrancármela un día
Ya no siento el corazón
...
Aguada espina dorada
quién te pudiera sentir
en el corazón...
clavada.

Estar enamorado y amar son dos cosas maravillosas, pero no hay que confundirlas.

Hay que entender que si bien la pasión de estar enamorado es maravillosa, en realidad amar no es menos maravilloso. Amar es fantástico porque si bien es verdad que no tiene la intensidad de las pasiones, seguro que no, tiene una profundidad de la que el estar enamorado adolece.
Es por esa profundidad que el amor es capaz de aportar estabilidad al vínculo pagando con la desaparición del embrujo y la fascinación. Porque se puede amar con los pies sobre la tierra, mientras que estando enamorado se vive en las nubes.

Lo cierto es que, me guste o no, el enamoramiento se acaba. Y cuando esto sucede con suerte vuelvo a centrarme en mi y desde allí puedo permitir que florezca el amor verdadero.
La mas bella definición de amor que escuché en mi vida es la de Josef Zinker:

El amor es el regocijo por la sola existencia del otro mismo.

La frase evoca un sentido casi supremo del amor, el mas profundo y el mas intenso.
Posible o no, éste será el objetivo mas deseable: llegar a amar tanto que me alegre sólo por el hecho de que el otro exista.

¿Y no existe un amor apasionado que pueda durar toda la vida?

El otro día corregí a una paciente que hablaba de su noviazgo y me decía que estaba “perdidamente” enamorada de el.
Entonces yo le decía: que lástima que no puedas decir “encontradamente” enamorada.

Amor apasionado es el nombre que le reservo a aquellos vínculos donde, amándonos tanto como para poder construir una pareja sin dejar de ser nosotros mismos, de vez en cuando podemos encontrarnos enamorándonos de esa misma persona con la cual vivimos desde hace años. Encontradamente enamorados.
Cuando esto pasa es siempre hermoso, aun cuando nuestros enamoramientos no coincidan en el tiempo.

A veces pasa que llego a mi casa feliz y sonriente y la veo a Perla distinta, está mas linda, mas joven, mas comprensiva.
Me doy cuenta (por experiencia) de que estoy enamorado.
Y entonces con cara de no-se-que le digo “Hooooolaaaaa...”, y ella me contesta “Hola”. Y yo ya sé que esta vez no coincidimos.
Que esto ocurra no quiere decir que nos rechacemos mutuamente, sólo no hay encuentro desde ese lugar. Esa noche podremos charlarlo y quizás hacer el amor, pero no es como aquellas otras noches.
Cuando nos sorprendemos los dos enamorados cada uno del otro en el mismo momento, es grandioso. Durante el tiempo que dure (unos días o un par de semanas) sentimos la intensidad del enamoramiento mas la profundidad del amor. Nuestra relación se ilumina y nosotros con ella. Todo es espectacular y maravilloso... Y pasa. Y volvemos encantados nada mas y nada menos que al puro amor, ya sin la pasión, pero con las pilas llenas de ganas hasta el próximo  romance.

Los re-enamoramientos ocasionales son la condición para mantener joven una pareja a lo largo del camino compartido.

Por supuesto que la lógica mas simple nos puede informar que enamorarse no es algo que se puede programar y, por lo tanto, que encontrarse enamorado con el otro en el mismo momento depende del azar.
Nadie puede decir: “Bueno, yo tengo vacaciones en tal fecha, así que vamos a enamorarnos ahí”. ¡No puede ser!.
Y sin embargo ahí está la magia.
Igual sucede.
Sucede que el y ella se van de vacaciones, se sustraen del mundo cotidiano, se van a una playita lejana, solos porque los chicos ya son grandes y se fueron por su lado, y de pronto junto al mar algo pasa, de pronto la química olvidaba que se quedó en aquel tiempo en el cual nos enamoramos renace. Y sucede que ella y el se vuelven a enamorar. Igual que antes pero diferente porque ellos son diferentes aunque convivan durante ese tiempo los seis: los dos que son, los dos que fueron, el sentimiento y la pasión.
Claro que cuando la pareja vuelve dice: ¡ah... se terminó!. Y le echa la culpa a Buenos Aires.
Pero no es cierto, se terminó porque de verdad era bueno que se terminara.
Muchas personas, especialmente mujeres, me dicen que sería bueno que ese enamoramiento no se termina “al volver de la playita”, que viajara con  nosotros de vuelta a Buenos Aires. Yo creo que no. Creo que hay que dejarlo en la Patagonia, en Cancún, en donde sea y viajar nosotros hacia el cada vez que ambos los deseemos.

No vivas acá pensando que lindo era allá. Tampoco pensando que lindo era cuando estábamos enamorados, añorando el pasado. Esto que sucede ahora, que es amor, es fantástico comparado con el desamor. Así que ¿por qué compararlo con lo que pertenece a otro club?.
LAS PRUEBAS DEL AMOR: DEMOSTRACIÓN, FIDELIDAD, Y CONVIVENCIA

DEMOSTRACION
Uno  de los temas que surgen cuando hablo de enamorarse, reenamorarse  y amar de verdad, es la demostración, es decir, cuán demostrativo es el otro.
Siempre digo que demostrar quiere decir probar sin lugar a dudas que algo es verdad. Si yo tengo que demostrarte es porque parto de la idea que vos no me creés, de lo contrario no hay demostración necesaria.
Entonces pregunto: ¿Por qué tendría que demostrar que te quiero? ¿Para probártelo?.
¿Quién es el que duda y necesita pruebas?
Si vos sos el que no creés este es un problema tuyo, no un problema mio. ¿Por qué habría yo de demostrarte que te quiero?.
Nadie “tiene que” demostrar nada.
Borremos de la frase el verbo demostrar, porque suena terrible.
Para mi, el reclamo de la demostración afectiva implica en si mismo un sinsentido.

Si yo te dijera que tengo una cicatriz verde en la palma de mi mano, vos podrías creerme o no creerme. Si me creés, lo hacés antes de que abra la mano. Porque si me creés sólo cuando abro la  mano y la pongo frente a tus ojos, entonces, le creés a tu vista, no a mi. Si yo tengo que demostrar que tengo una cicatriz verde en la mano, es porque no me creés, entonces te la muestro y luego vos pensás que me creés porque la viste. Pero seguís sin creerme, sólo le creés a tus ojos.
Nadie te puede demostrar el amor, porque en la demostración le creés a lo que ves, al otro no le creés nada. Otro tanto pasa con la palabra mostrar, que presupone que no ves.

Si de vez en cuando me decís te quiero para mostrarme que me querés, la verdad es que no me sirve, así que no lo hagas. Ahora, si vos me decís te quiero porque es lo que sentís, mas allá de demostrarme nada, por favor no  dejes de hacerlo, porque quiero que sepas que me place escucharte. Y a pesar de mi placer nunca lo hagas en función de  mi, hacelo en función tuya y de tu sentir o no lo hagas.

No sirven los actos de amor dirigidos a que el otro se entere de que lo quiero.

“Mirá que lindo lo que  te regalé para tu cumpleaños, ¿viste cuanto te quiero?...

Esta es una historia  mezquina e irrazonable para conseguir que el otro devuelva con la misma moneda.
Claro que me encanta que me quieran, que la gente se acerque y me diga te quiero, pero no para mostrarme que me quiere, sino porque siente ganas de decírmelo. Basta de la aprendida historia absurda de decir Te quiero  para escuchar Yo también te quiero.

“Tengo que acordarme de que tengo que comprar un regalo de aniversario, porque si no mi esposa  va pensar que ya no la quiero mas”.
(Agrego yo: Mas que pensar, se va a dar cuenta).

Lo importante de toda relación interpersonal no es que yo te diga que te quiero, ni que te lo demuestre. Lo importante es si vos te sentís querido o no.

Por eso propongo que la próxima respuesta que des cuando alguien te diga te quiero sea:
Lo se.
Cuando  uno recibe esta respuesta del otro, siente que su sentimiento llega, no hay un eco enfrente, el otro lo registra. Y entonces uno cierra el círculo.
Hay que explorar esto.
Cuando otro me quiere y yo me siento querido, la sensación de satisfacción de ambos es grandiosa. El siente que lo percibo que lo registro, que, de verdad, lo que el siente es importante.

También puede quererme y no ser capaz de actuar lo que siente.
Hay gente que te manda flores todos los días y no te quiere nada. Y también hay gente que vive con otros que nunca han mostrado nada en toda su vida, y sin embargo se siente querida, gente que sabe que aunque el otro no haga las cosas que otros hacen, cuando lo mira a los ojos sabe.

Yo tengo un amigo entrañable que es un tipo de llamar por teléfono, de ocuparse y  mostrar y actuar.
Me siento muy querido.
Y yo, que por ahí no soy tan actuador de esas cosas o estoy mas ocupado, a veces me siento y le pregunto:
- ¿Vos sabés que yo te quiero mucho?
Y el entonces me dice:
- Si, claro que lo se...Vos sos así, yo ya lo se.
Y no está precisando que yo le diga, que me acuerde  de su cumpleaños y que le mande un regalo, porque la verdad es que no le hace falta a nuestro amor.
Cuando hago alguna de estas cosas, entonces el registra y agradece.

¿Puedo querer al otro y que el otro no me quiera?
¿Puede ser que a mi me importe mucho del otro y que al otro no le importe nada de mi?.
¿Por qué no?.

Tengo un paciente que, harto ya de que su novia lo despreciara y lo dejara plantado y se fugara los viernes a la noche, un día le dijo:
- Mirá, el viernes te espero en mi casa, si no venís esa noche no vengas mas porque me voy a suicidar.
Entonces ella le dijo:
- ¡Pero no! ¿Cómo te vas a suicidar?. Escuchame...
- No hablemos mas. Si no venís, vas a enterarte de mi por los diarios.
El  sábado a la mañana suena el teléfono en la casa de el. Mi paciente atiende.
- Hola - escucha
Era la novia
- Hola, no viniste – recrimina el
Pausa. Ella contesta
- ¡Como! ¿No te mataste?

Sucede cotidianamente no es forzoso ni obligatorio que al otro le importe lo que a mi me importa, o que al otro yo le importe tanto como el me importa a mi. Y hay que asumirlo..
Los suicidios relacionados con el amor no son pertinentes.
Se suicida por amor aquel que necesita tanto ser amado  por el otro que no se quiere lo suficiente a si mismo.
Se suicida por amor aquel que no puede soportar la idea de que la persona que tanto quiere no lo quiera.
El suicidio es en este caso una salida obviamente poco práctica y muy poco saludable.
Pero el mayor problema es que la gente utiliza la amenaza suicida para joder al otro.

La idea de amenazar con el suicidio para hacer sufrir, esta protesta a lo Bonzo s una de las pelotudeces  que todos deberíamos dejar de pensar.
“Mirá como  me mortifico por vos” o  ”Te  quedás conmigo o salto por la ventana”, constituyen planteos nefastos.
¿Cuál es la ganancia si el otro no te va a querer para disfrutar con vos, sino para que no te mueras?. Se trata de un manejo de culpa. Y la culpa es un sentimiento inventado.
Estamos entrenados para tratar de manejar la conducta del otro. Si yo consigo que vos te sientas culpable, entonces estás en mis manos.

No hay que morir por el otro, sino vivir para disfrutar juntos...


FIDELIDAD
Estudiando  psicología comparada para encontrar raíces de la conducta humana en la conducta animal, observamos algunos hechos muy simbólicos que sirven para pensar en nuestros hábitos monogámicos.
Estudiando cualquier especie nos encontramos con una norma: Cuando uno de los dos, el macho o la hembra, es mas agresivo que el otro, la comunidad se organiza en harenes. Por ejemplo entre los leones, donde el macho es mas agresivo que la hembra, cada macho se aparea con varias leonas que “le pertenecen”.
Entre las arañas, en cambio, donde la agresiva es la hembra, sucede al revés, cada hembra tiene varios machos que le sirven.
Ahora bien, si ninguno de los dos individuos de la especie es tendencialmente agresivo, entonces se organizan en comunidades. Todos los machos se relacionan sexualmente con todas las hembras y las crías pertenecen a la manada. Y cuando en una especie  macho y hembra son agresivos, entonces el esquema tendencial es la monogamia.

Pensemos en nosotros. Traslademos este esquema a la raza humana.

Aquellas culturas donde el hombre detenta cierta agresividad y tiene un lugar hegemónico respecto de la mujer, por ejemplo en las viejas culturas de Oriente, tiene una estructura donde el hombre tiene varias esposas. Por el contrario, en el mito de las amazonas, donde la mujer guerrera tiene el papel hegemónico, son las mujeres las que sostienen harenes de hombres.
En los años 60, durante el movimiento hippie en el mundo, partidario de la no violencia, hombres y mujeres vivían en comunidad, los miembros del grupo tenían relaciones no excluyentes entre todos y los hijos pertenecían a la comunidad.

La mayor parte de la sociedad se apoya en estructuras sociales monogámicas. ¿Qué te parece que dice esto de nuestra agresividad?
Si yo necesito establecer que mi esposa es parte de mi territorio y mi esposa necesita establecer que yo soy parte del suyo, es razonable pronosticar que reclamemos la fidelidad de la monogamia.

Yo creo que se trata de una elección en cada momento, y que en este sentido no hay diferencia entre las mujeres y los hombres.
La fidelidad forma parte de nuestro desarrollo social, en esta cultura y en este momento es así, no me atrevo a asegurar que dentro de treinta años esto siga siendo vigente.

La palabra infidelidad viene de fidelidad y fidelidad viene de fiel y fiel de fe.
Fiel es el que tiene o profesa una determinada fe, por eso los creyentes de una religión se llaman fieles. El fiel de la balanza se llama sí porque es digno de credibilidad, porque es fiel al peso. Fiel es que cree, infiel el que no cree.

Cuando una señora tiene una aventurilla con un profesor de tenis, por decir algo, o con un señor cualquiera, llegado el caso se dice que es infiel.
Ahora, infiel quiere decir que no cree. ¿En que no cree?. No cree que en su vínculo de pareja pueda encontrar lo que está buscando. Esta es la infidelidad.

Infidelidad es no creer que vas a encontrar en el vínculo que tenés conmigo lo que estás buscando y que lo vas a buscar en otro lado.

El que es infiel no le es infiel al otro, sino a su vínculo de pareja.

A veces es cierto que no encuentro en mi relación de pareja lo que estoy buscando. Siempre tengo dos posibilidades: elegir renunciar por lo menos transitoriamente a lo que estaba buscando o elegir no renunciar y salir a buscarlo. En la segunda posibilidad tengo que correr el riesgo que implica no creer en la pareja que armé.

Cuando mi abuela decía: “Busca afuera el marido lo que no encuentra en su nido”, todos nos  reíamos, nos parecía una chochera de la vieja. Y hoy, medio siglo después, me encuentro diciendo casi lo mismo...

Tanto un hombre como una mujer salen a buscar fuera del matrimonio, o fuera de la pareja, cuando creen que obtendrán algo  que suponen que no pueden encontrar en su vínculo actual (a veces ese “algo” es pasión, romance y aventura, pero otras es peligro, novedad y juego).

La salida de buscar lo que me falta en otro no suele ser la salida que soluciona.
La idea de que al estar con otro u otra, donde no hay rutina y desgaste, todo va a estar fenómeno, es falsa. La verdad es que lo novedoso también se volverá rutina si yo no modifico mis actitudes.

A veces la motivación es mas oscura.
Por ejemplo: Un señor de 56 años un día se da vuelta, mira su historia y dice:
¡Que vida de mierda!
Mira a un lado, ve a su esposa y dice:
¡Es culpa de esta bruja!
¿Por qué lo dice?. Porque es mas fácil pensar es culpa de esa bruja que pensar yo soy un idiota.
Y sigue el señor cincuentón con su soliloquio:
¿Cuándo empezó todo?
Cuando tenía 25 años y me casé con esta boluda.
Y por culpa de ella llevé la vida que tuve hasta ahora.
¡Tengo que volver a buscar la vida perdida!.
¿Dónde?
En una mina de 25  que me haga recordar quién era yo a  los 25.

Y siguiendo este mecanismo básico, sale a buscar el camino perdido.
Es siempre una actitud negadora la que culpa al otro de cagarnos la vida.
Y lo peor de todo (lo he visto) es que a veces la pareja cree que es así y lo justifica.

Obviamente, sin necesidad de estar buscando “una nueva vida”, a cualquiera le puede pasar cruzarse con alguien, tener fantasías y sentir el deseo. Esto es así. Creo que hay que ser muy tonto  o muy tonta para pensar que aquella persona a la cual  uno ha elegido presumiblemente para toda la vida es única en el mundo que nos erotiza, la única que nos genera fantasías, la única linda entre todas las demás.
Me parece que hay en el mundo otras personas que uno puede encontrar atractivas.
Ahora bien. Cada uno decidirá después que hace con esas fantasías.
“Ah no, doctor si voy a admitir que tengo estas fantasías y no voy a actuarlas eso sería una represión, no seguir adelante me puede provocar un trauma... yo lo leí en un libro...”.

Yo creo  que no, que es un tema de elección, que uno evalúa costos en diferentes momentos de su vida y elige. Puede elegir seguir adelante o no hacerlo, sin tener que padecer ningún trauma por eso. (Respecto de la represión, por supuesto que es un poco mejor que la necesaria para negar las fantasías y anestesiar el deseo.)
Ahora, si me lo prohibo por estar casado y vivo haciéndote responsable de todo el placer que me estoy perdiendo por culpa tuya, en algún momento te voy a pasar una factura. Y esto es espantoso. En tal caso sería bueno ver que pasa con nuestro matrimonio y no que pasa con mi deseo.
Lo que mas me gusta de mi relación de pareja es que mi esposa y yo sabemos que cualquiera de los dos podría hacer una elección diferente.
Lo que nos gusta de nuestra relación es saber que nos elegimos mutuamente porque así se nos da la gana.
Esta es la verdad historia de la fidelidad.

No es que yo viva en la pecera.
Yo se que hay en el mundo mujeres mas lindas que mi esposa, mas altas que mi esposa, mas inteligentes, y algunas hasta tienen mas dinero, ya lo se. Yo supongo que mi esposa sabe que hay en el mundo hombres mas altos, mas flacos mas inteligentes, mas buen mozos y que hablan mucho menos que yo...
Los dos sabemos esto. Lo que a mi me pasa es que yo no dejo de tener una aventura porque me lo prohibe mi matrimonio, porque eso sería engañarla. Dejo de tenerla porque yo lo decido.

El pacto entre mi esposa y yo surge porque nosotros no queremos otra cosa, no porque nos sometamos a una ley que viene fijada desde afuera.
Mi esposa sabe, tan bien como yo, que no debería dejar de hacer nada porque yo estoy en su vida. En todo caso es una elección de ella, que ella haga lo que quiera, y yo haré después lo que me parezca, o lo que pueda. Si ella decide tener una aventura, después yo decidiré si quiero seguir teniendo una esposa que tiene una aventura o no, y ella decidirá si yo  tengo una aventura, si quiere o no seguir. De lo que estoy seguro es de que no cabría entre nosotros la mentira.

Estoy hablando de mi relación de pareja, cada uno puede hacer el pacto que quiera.
Este es el pacto entre nosotros, podríamos haber pactado otra cosa y pactamos esta.
Cualquier violación de ese pacto implica de alguna manera falsear al otro, implica una transgresión respecto de lo pactado.

Esto no tiene nada que ver con que yo pueda querer a otra persona, amar a otra persona y hasta sentirme atraído por otra persona. Lo que en todo caso tenemos entre nosotros pactado es no tener historias con esas otras personas.
No pactamos no sentir, porque sería estúpido no sentir. Sería estúpido que yo le diga a mi esposa: a partir de ahora vamos a pactar que ningún otro hombre te va a resultar mas atractivo que yo. Lo que si podemos pactar es que ella y yo no tengamos aventuras sexuales.
El pacto con la pareja puede ser verbalizado o implícito. La mayoría de las parejas que yo conozco tiene un pacto de fidelidad conyugal implícito. Yo creo que si no se pacta nada en cotarro, el pacto establecido es éste.
Pero cuidado, porque hay parejas que no tiene este pacto. En Latinoamérica, en la mayoría de los matrimonios de clase media o media alta, el pacto virtualmente establecido es el de mutua fidelidad, pero el que realmente se lleva a la práctica es un pacto donde él tiene permiso de tener alguna aventura y ella no.

Este es el verdadero pacto establecido mas allá de lo que se diga.
La prueba es que cuando el tenía una aventura, la familia, la sociedad, le decía a ella:
“Bueno, mirá, fue una canita al aire, lo tenés que perdonar, pensá en tu familia...”
Y cuando  ella tenía una aventura, le decían a el:
“¿Te vas a quedar ahí, cornudo consciente?. Sos un pelotudo..”

Esta es la historia del contexto doméstico, claramente un pacto diferente para el hombre que para la mujer. Posiblemente, la cultura quiere convencer a los hombres de que somos polígamos por naturaleza y a las mujeres que son monógamas. Pero esto ha cambiado.
Las mujeres tienen sensaciones y registros, inquietudes sexuales no ligadas a los afectos, exactamente igual que a los hombres.
Que algunas mujeres se lo permitan y otras no se lo permitan, que crean que está bien o crean que está mal, que repriman o no repriman, es otra historia.
Pero el sexo sin amor existe, como existe el amor sin sexo, como por suerte existe el sexo con amor, y como por suerte existe nada,  ni sexo ni amor, y todas estas cosas son las posibilidades de relación entre un hombre y una mujer.

Como no va a pasar que uno se sienta atraído, movido, inspirado o seducido por alguien que a uno le gusta, por que no va a pasar. Esto no quiere decir que si uno encuentra a alguien que le guste tiene que salir corriendo a la cama, porque afortunadamente, si bien no somos los hacedores de lo que sentimos, si somos dueños de nuestras acciones.

Repito, no somos responsables de las emociones, pero si de lo que hacemos con las emociones.

Yo no puedo decidir si Fulana o Fulano me atrae o no me atrae, si lo quiero o no lo quiero, no es tema de mi decisión. Pero lo que hago con estas emociones si forma parte de mi decisión.
Yo no puedo evitar sentirme atraído por tal señorita que vive a la vuelta de mi casa, pero otra cosa es que yo no pueda evitar acostarme con ella. Por supuesto que puedo evitarlo, depende de mi. Eso es ejercer la libertad, y no ejercerla es decir quisiera pero no puedo.

La verdad  que yo me acuesto con quien quiero y que mi esposa se acuesta con quien ella quiere, por eso es tan valioso que ella se acueste conmigo.

Si en lugar de esto mi esposa pensara que yo me acuesto con ella porque estoy obligado por el casamiento y porque no tengo  ninguna posibilidad, ¿qué valor tendría que nos acostarnos juntos?.

Sin la libertad de elegir no puede haber un vínculo amoroso.

Decir que es amoroso aquel vínculo donde los dos andan como perro y gato celándose, es una estupidez.
Decir que yo no confío en vos porque te quiero mucho, es una taradez.
Decir que en realidad te controlo, te celo y te persigo porque tengo mucho miedo a perderte, es una pavada.

Los celos tienen como motor las propias inseguridades.
Confío en lo que yo te quiero y me siento querido por vos, no ando teniendo miedo de que vos tengas una historia por ahí.

Con la fidelidad pasan cosas muy interesantes. A veces la gente cree que los celos son una expresión del amor, que si alguien no te cela debe ser que mucho no te ama, y que si alguien te ama te tiene que celar. Para mi son asociaciones absurdas.

Ambrose Bierce define los celos como un miedo que uno tiene de perder al otro, aunque agrega: si lo perdiera por lo que tiene miedo de perderlo no valdría la pena haberlo conservado.

Que yo deje de acostarme con otra señorita porque tengo miedo de que mi esposa se entere es una porquería para con mi esposa, porque en realidad esto no es una elección, y la verdad que el amor es algo tan importante, tan sólido, tan fuerte y tan maravilloso, que solamente puede estar estructurado sobre la libertad.
No tengo espacio para mostrarte que te quiero si no puedo mover un paso porque ahí estás vos controlando.

No se puede amar sin libertad, no se puede amar estando prisionero.

En general, la fidelidad tiene que ver con una pauta social que se establece desde la posesividad y, también, con una pauta personal.
Si ella y él decidieron pactar que pueden tener aventuras extramaritales, ¿quién dice que no pueden?.

Dado que no necesariamente el sexo está ligado al amor, las personas pueden tener un juego de seducción que no sea necesariamente por amor. Puede ser sexualmente puro.
Cada vez mas hay parejas en el mundo donde la exclusividad no funciona y donde está establecido explícitamente que hay permisos sexuales pero no afectivos.
No en la Argentina, somos muy sicilianos para permitirnos esas cosas. Pero en países sajones, en algunos lugares de los Estados Unidos, en los países nórdicos sobre todo, el planteo es diferente.
Me la puedo imaginar a ella diciendo:
“Querido, ya vuelvo, me voy a acostar con el señor de enfrente”, y el mientras enciende su habano dice: “Cuidado al cruzar mi amor, que hay mucho tráfico”...

A mi no me parece ni bien ni mal.
La gente no pacta la libertad sexual porque en general es posesiva.

No se trata de aceptar la fidelidad como una pauta establecida socialmente, sino de abrir la puerta para que se quede el que se quiere quedar y que salga el que quiera salir.
Y entonces confirmar que el otro se queda. Eso es maravilloso.

Ser fiel por norma no es un acto de amor, es un absurdo.

CONVIVENCIA
Convivir es mucho mas que estar juntos, mucho mas difícil, mucho mas desgastaste, mucho mas movilizador, mucho mas...
La convivencia implica necesariamente la constitución de una lista de pactos que mientras no convivíamos no eran necesarios.

Por eso la convivencia representa en si misma una gran puesta a prueba para el vínculo amoroso. Es bien diferente que nos peleemos y te lleva a tu casa y vuelva a la mía, o te corte el teléfono y no te llame hasta que se me pase, o no atienda el timbre para ignorarte, que discutir a rabiar pero dormir en la misma cama toda la noche.
Las parejas mas jóvenes parecen haber tomado conciencia de estas dificultades y han diseñado pactos de convivencia transitoria.

Primero fueron las escapadas de vacaciones, después la convivencia desde unas semanas antes de casarse, luego se fueron  a vivir juntos para después casarse, y ahora conviven en lugar de casarse. Esta evolución no me alegra, pero es lo que está sucediendo.
Yo creo que el establecimiento formal de un vínculo no puede ni debe ser motivo de burla. Mucho tiempo me llevó entender que casarse, tanto para hombres como para mujeres, cierra un ciclo que de otras maneras queda abierto.. el casamiento es parte de un rito que separa un antes y un después,
Casarse o no casarse no cambia gran cosa de cara al futuro, quienes quieren separase lo harán de todas maneras. Primero, porque el divorcio existe en la Argentina. Segundo, porque aunque el divorcio no existiera, ¿que me podría retener a mi al lado de mi esposa si yo no quisiera estar con ella?. ¿Qué juez va a venir a decirme: No, usted tiene que vivir acá?. Esto es estúpido, es ridículo pensar que estás obligado a vivir al lado de quien no querés vivir. Nadie puede obligar a nadie a quedarse donde no quiere.
La gente que quiere irse y no se va se queda porque no está dispuesta a pagar el precio.

El tema de los papeles ha dejado de ser importante con el paso del tiempo.
Nos hemos dado cuenta todos de que somos nosotros quienes decidimos nuestro lugar de residencia. Soy yo el dueño de mis relaciones.

Y si sucede que, por ejemplo, te enamoraste de alguien mas allá de tu posibilidad, si no lo pudiste evitar y querés vivir ese amor, vas a venir, te vas a sentar conmigo  y con mucho dolor me vas a decir: me pasa esto, y como me pasa esto quiero esto y pretendo esto otro.
Y se terminó. Entonces decidiremos que hacer, y después... después veremos.
Porque no tengo dudas que si me querés, no vas a hacerme daño a sabiendas.
Hay cosas que ni hace falta pactar y hay cosas que si.
Hace algunos años diseñé para una pareja de amigos un contrato conyugal. Esta serie de acuerdos y aseveraciones no funciona como una lista maniqueta sobre lo que se debe y lo que no. Funciona como una referencia sobre la cual pensar los pactos que cada uno tiene explícitos o implícitos en el propio matrimonio.

CONTRATO CONYUGAL

Mas allá del amor
Por  Jorge Bucay

1- Definición: El matrimonio es un compromiso afectivo, espiritual  y social pensado para proyectar, compartir y disfrutar, en un marco seguro y transcendente.

2- Duración: El contrato se firma para toda la vida, pero el pacto debe ser renovado cada cinco años, debiendo renegociar los términos. Si no hubiera acuerdo de un nuevo contrato, este convenio expira.

3- Propiedad: Las partes acuerdan definitivamente no considerar al otro como parte de sus propiedades. Se entiende que mi esposa, mi marido o mi pareja son términos coloquiales que no implican dominio.

4- Vida en común: La mayor parte del tiempo habitarán juntos. Las tareas serán compartidas. Los dos se abstendrán de regañar al cónyuge, aunque cada uno puede recordar al otro sus responsabilidades con tacto y delicadeza. Cada uno lavará su propia ropa interior.

5- Dinero: Marido y mujer compartirán a partes iguales la responsabilidad e los gastos, cada uno conservará su cuenta bancaria y abrirán una compartida para el proyecto en común. Si en la división de tareas uno de los dos generara mas dinero que el otro, el ingreso será de todos modos compartido, disponiendo cada uno del dinero que necesite. Ambos evitarán decir al otro como y en que debe gastar el dinero.

6- Disputas: Los desacuerdos no serán considerados nefastos. Dado que se trata de dos individuos diferentes, se da por sentado que habrá desacuerdos. En esos caso la pareja encontrará el tiempo para buscar un acuerdo. Si no lo encontraran acordarán el desacuerdo. Si hace falta una decisión urgente, se dará prioridad a la decisión del mas capacitado o idóneo en el tema.

7- Peleas: Dado que los miembros son seres humanos y no máquinas, las disputas pueden generar discusiones y peleas. Las partes se comprometen a discutir sin faltarse el respeto ni psíquica ni físicamente.

8- Comunicación: Las partes se comprometen a estar siempre abiertas al diálogo. El tratará de hablar con ella aunque esté enfadado y ella tratará de no castigarlo a él restringiendo el contacto físico.

9- Sexo: Queda claramente establecido que la sexualidad de la pareja estará regulada únicamente por el deseo. Ninguno de los dos se sentirá obligado nunca a satisfacer los deseos del otro salvo que esto satisfaga sus propios deseos. A todos los demás efectos se establece que ninguna conducta sexual está prohibida, es sucia o pecaminosa si ambos acuerdan explorarla.

10- Fidelidad: La pareja puede pactar libremente esta regla optando entre cualquiera de las siguientes posibilidades:
a) La relación sexual es excluyente.
b) Podría haber otras relaciones pero sin compromiso afectivo
c) Cada uno decide libremente sobre sus relaciones extramaritales.
En b) y en c) habría que acordar si estas otras experiencias deben contarse o deben ocultarse.
Cualquiera sea la opción, derechos y obligaciones serán idénticas para los dos.

11- Niños: La pareja tendrá hijos solo en caso de que ambos deseen tenerlos (y en el momento en que ambos coincidan en el deseo). Mientras tanto, los dos acuerdan que un aborto sería una decisión hiriente y por lo tanto será responsabilidad de ambos evitar un embarazo no deseado.

12- Familias: Cada uno tendrá con su familia de origen las relaciones que crea conveniente y aceptará la actitud que el otro tenga con ellos. Esto incluirá el derecho de cada uno de no dejarse presionar por sus suegros.

13- Amigos: Cada uno conservará sus amigos y amigas. No es imprescindible acordar ni hacer amistad con los amigos del otro, ni tampoco incluir los propios a la pareja.

14- Control: Cada uno renuncia expresamente a ejercer control sobre el tiempo, el aspecto, el cuerpo, los gustos y la forma de actuar del otro. Cada uno se hará responsable de sus acciones y de las acciones decididas en conjunto, pero no de las decisiones individuales del otro.

15- Divorcio: Cualquiera de los dos puede querer divorciarse cuando sienta que lo que han proyectado juntos ha perdido vigencia. El otro no se opondrá. Si existieran hijos menores, la pareja acuerda agotar los recursos para salvar el vínculo y proteger a los niños. Respecto de los bienes se  acuerda que todo lo adquirido durante la vida en común será repartido y todo lo personal será conservado por cada uno.

16- De forma: Estos artículos podrán ser revisados a solicitud de cualquiera de los dos y modificados con el acuerdo de ambas partes. Violar alguna de estas cláusulas se considera suficiente causa para la ruptura del contrato y el infractor soportará como única pena el pleno derecho de su cónyuge de abandonar el vínculo.

17- Firma del contrato: El presente contrato no tiene ninguna validez jurídica, civil ni comercial. Es de uso exclusivamente privado y no puede ser esgrimido como argumento en un litigio. Para dejar esto claramente establecido debe ser firmado con la mano izquierda, sin ceremonia ni testigos.


Fecha:     /     /                                                firmas
¿Y hará falta tomarse tanto trabajo?
Contesto: Creo que si.
Pero ¿no alcanza con el amor y con el deseo?
Contesto: Creo que no  (aunque, sin lugar a dudas, es un maravilloso lugar desde donde empezar a compartir un camino).

Quizás deba aclarar una vez mas que éste no es “EL PACTO CONYUGAL del matrimonio normal”, sino sólo una idea. Habrá otras parecidas y diferentes. Habrá algunas mas rígidas y otras mas elásticas, adaptables a cada matrimonio y a cada momento del matrimonio. Habrá finalmente quienes piensen que no hay duda que pactar y menos por escrito, quienes consideren ridículo establecer normas de conducta acordadas, quienes se fastidien frente a la sola idea de un contrato conyugal... y quizás tengan razón. Hablo sólo de aquellas cosas que han servido par mi vida y de las señales que fui encontrando en MI camino. Las comparto... por si acaso.

Creo que la resistencia de algunos de nosotros a los pactos se debe a que los vivimos como si fueran las paredes de aquella prisión a la que me refería al principio.
Intento  demostrar que no solo no es tal, sino que mas bien es todo lo contrario.
Un pacto de respeto a la individualidad, un contrato de mutuo acuerdo  explicitado y consensuado, un modelo renovable de convivencia, un conjunto de pautas que por definición son cuestionables y modificables permanentemente, lejos de esclavizar liberan. Mas que transformase en la celda, un pacto se constituye en una llave de entrada y de salida de cada encuentro.
Faltaría contestarse, con toda sinceridad, si somos capaces de establecer una pareja pactando clara y definitivamente que no tenés por que desear lo que a mi me gusta.
Y nos debemos mutuo respeto por encima de todas las cosas.
Y que esto implica no solo aceptar sino HONRAR nuestras diferencias.
Y que la prisión no es tal porque la pareja es una elección de un lugar donde  estar.
Y que la puerta estará siempre abierta (por lo menos para salir).    

No  solemos elegir voluntariamente esa libertad para nosotros, seguramente porque no queremos concedérsela a los demás, sin embargo, de todas maneras la tenemos porque la libertad es un derecho irrenunciable y una condición inevitable.
Aunque escojamos armarnos nuestra propias cárceles de ideas, levantando paredes y forjando rejas de acero detrás de las cuales nos sentiremos encerrados, claro, pero con la seguridad que solamente se puede obtener de lo previsible, de lo estático, de lo eterno. Aunque allí dentro me muera de asfixia, de angustia o de aburrimiento.

Queremos pensar que se ama una sola vez en la vida y para siempre, aunque sepamos que no es verdad. Preferimos retorcernos de miedo controlando lo que el otro hace cuando no estamos juntos y seguir aferrados a la idea de que no podríamos vivir el uno sin el otro, aunque sabemos que sin el amado la vida igual continúa aunque no  continúe igual.

Y lo pensamos, en gran medida, porque hemos sido enseñados a creer en estas mentiras. Falsedades para sostener la idea de la prisión deseable, pero también para condicionar una forzada fidelidad o una machista exclusividad (hasta hace 30 o 40 años los hombres pretendían ser únicos en la historia de las mujeres de bien, y las mujeres se conformaban con ser la última de los hombres de bien).
En este aspecto  nuestra medrosa educación ni siquiera ha sido equitativa. Las víctimas sindicadas de esta distorsión son las mujeres. Se hayan dado cuenta o no, gran parte de las mujeres de aquellos tiempos han sido condicionadas por esta idea de que la mujer tenía que conformarse con un solo amor y con un solo varón, para toda la vida.
Angeles Mastretta le hace decir a uno de sus personajes.

“Cuando la expectativa de la vida de una mujer era de 45 años, con un amor era suficiente, pero ahora que una va a vivir como 80... con un solo amor no alcanza. ¡Por lo menos dos!”.

La historia de que se ama una sola vez en la vida y para  siempre, es mentira.
Es mentira que sea necesariamente para siempre y es mentira que no pueda ser mas que una vez en la vida.

Un día por el caminito de un country, me cruzo con un señor que después de separase de su primera mujer se había vuelto a casar. Yo lo conocí cuando todavía estaba casado con la primera. Aquella relación aparentaba ser espectacular. En un momento determinado, cada uno por su lado había dedicado toda su locuacidad a describir el amor que sentía.
En la mesa, mientras las mujeres freían unas empanadas, alguien le pregunta como le va con este segundo matrimonio, y el cuenta de lo mucho que ama a su segunda mujer. Cuando ese alguien, que había conocido su relación anterior, le pregunta si pudo dejar de amar a la primera para poder amar a la segunda, el responde:
- ¡No! ¡Aquello no era amor, el verdadero es éste!.
¿Por qué negar ese amor?. El no podía aceptar que había amado, que había dejado de amar y que ahora amaba a otra mujer. Tenía que desprestigiar el otro amor para poder darle lugar a éste. Los viudos y las viudas a veces hacen lo mismo, dicen: éste es el verdadero amor, el otro no lo era y ahora me doy cuenta, o pero, aquél era el verdadero amor y entonces no podré nunca volver a amar verdaderamente.
Me gusta remarcar que se puede amar a alguien, que se puede dejar de amar y que se puede después amar a otra persona.

En una de mis charlas, alguien me preguntó:
“¿Y no se puede amar a dos a la vez?”
Tenemos mucho miedo a esta pregunta, porque si aceptáramos y  asumiéramos que se puede amar a mas de una persona o la vez, ¿qué sería de nuestra seguridad?.

Si sostengo:
Que se ama una sola vez en la vida es mentira...
Que el amor está indisoluble ligado al sexo es mentira...
Que el verdadero amor es eterno es mentira...
Si declamo:
Que no se puede volver a amar después de haber amado es mentira...
Que  mis afectos dependen de mi voluntad es mentira...
Defenderme contándome la historia de los tipos de amores, es mentira...
Si, encima de todo, ahora dijera que es posible  amara a mas de una persona a la vez...
¿qué nos quedaría? ¿la catástrofe?
Es una posibilidad: la absoluta inseguridad sobre el futuro, por mucho que estemos juntos hoy, mañana no se puede saber.
Pero hay otra posibilidad: junto con las mentiras, desterrar también la idea de la catástrofe y valorar la relación que realmente uno tiene.
Porque...
Ahora yo  sé que no se ama una sola vez ni para siempre, me doy cuenta de que mi esposa bien podría haberme dejado de amar o podría dejar de amarme mañana...
Ahora que sé que el sexo no necesariamente está ligado al amor, me entero de que ella podría elegir con quién va a tener relaciones sexuales.
Ahora que sé que la persona que amo puede amar a mas de una persona a la vez, me doy cuenta de que sentirme querido no garantiza que ella no ame a otros.
Ahora que yo sé que se deja de amar y que ella elige sobre su propia vida...
Ahora...
Cuando yo llego a mi casa y mi esposa realmente está para encontrarse conmigo y para amarnos, entonces le doy a ese encuentro el valor que tiene.
Ahora que sé todo esto, y estoy seguro de que ella lo sabe, la conciencia de nuestra libertad de elección lejos  de ser una catástrofe es el pasaporte a una relación de pareja mas plena y trascendente.

Si a pesar de la conciencia, ella y él deciden seguir juntos, entonces es maravilloso.
Si negamos la conciencia de los hechos para sostener lo que ya no  sucede, aparece la verdadera catástrofe.

- Vieja – dice él -, ¿por qué no matamos un pavo para nuestro aniversario?.
- No me parece una buena idea – dice ella, que ya no lo aguanta - . ¿Qué culpa tiene el pavo? ¿Por qué no matamos mejor a tu amigo José que nos presentó?.
Un matrimonio vivo es un vínculo donde todavía palpita la pareja y no un museo recordatorio de todo lo que fuimos, ni un panteón donde se guardan los restos de nuestra pareja muerta.
La única pareja posible es la que se da entre dos individuos iguales que deciden establecer un acuerdo y lo hacen. Rousseau dice puesta de límites, este pacto no está en oposición a la libertad de cada uno, por el contrario, la observación del contrato y la posibilidad de revisarlo y repactar constituyen la libertad.
Son estos puntos de acuerdo con el otro los que nos vinculan cono unidad.
Pero atención, esta unidad no es estática, está en continuo  movimiento y cambio. Es imprescindible ir modificando lo pactado para mantener el equilibro inestable que es el vínculo de pareja.
El cambio es constante y gracias a él que seguir juntos tiene sentido.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario