EL AMOR EN LA PAREJA
Hay otro
sendero unos metros a mi derecha. Alguien con quien me encontré me hizo notar
su presencia, corre paralelo a éste pero está bastante mas arriba. Parece si me
tomara el trabajo de llegar hasta allí podría ver algunas cosas que desde donde
estoy no se alcanzan a distinguir (siempre se ve mas allá desde un lugar mas
alto). Me doy cuenta de que escalar no sería una tarea fácil y que aun después
de llegar, caminando a esa altura podrá caerme y lastimarme. También me doy
cuenta de que no estoy obligado a hacerlo.
Sin
embargo me invaden dos emociones, por un lado me frena la sensación del absurdo
esfuerzo inútil, ya que mirándolo desde aquí parecería que los dos caminos
llegan al mismo lugar, por otro me anima, misteriosamente, la intuición de que
solo lograré completarme si me atrevo a transitar el camino elevado. ¿Qué
hacer?.
Desde hace mas de medio siglo la sociedad
parece estar enseñando que la pareja es necesariamente una especie de antesala
del matrimonio, éste un pasaporte a la familia y aquélla la garantía del
hospedaje eterno (hasta que la muerte los separe) en una especie de sofisticado
centro de reclusión al que deberíamos ansiar entrar como si fuera la suprema
liberación.
h
El mecanismo
propuesto opera así: Uno escoge una pareja, se pone de novio, acuerda
una fecha de casamiento, participa de la tal ceremonia e ingresa con su cónyuge
en una especie de prisión llamada con cierta ironía el “nidito de amor”.
Llegados ahí, uno le echa el primer vistazo sincero al compañero de cuarto. Si
le agrada lo que se ve, se queda allí. Si no es así, empieza a planear su
escape de prisión para salir a buscar otra pareja, rogando tener mejor suerte o
reclamando ayuda para aprender a elegir mejor.
La solución del problema de la insatisfacción
en la vida de parejas desdichadas, planteada modernamente por la sociedad que
supimos construir, es separarse, comenzar otra vez con otra persona mejor para
uno. En otras palabras, para el 80% de todas las parejas, y el 50% de los
matrimonios, que la pareja haya fracasado es la consecuencia de la incapacidad
de cada uno para elegir la persona adecuada.
En la Argentina siempre nos jactamos de ser
capaces de encontrarle un problema a cada solución. el problema que aporta esta
solución es que el cambio de destino carcelario es siempre muy doloroso. Hay
que repartir los bienes, los males, los hijos y los regalos, hay que pasar por
el dolor de abandonar los sueños, hay que soportar perder los lugares y
abandonar a algunos amigos, y como si esto fuera poco, hay que vivir con el
residuo de miedo a la intimidad y con la desconfianza de que las siguientes
relaciones también puedan fallar. Ni que hablar del daño emocional a los otros
habitantes del nido, si los hay. Los hijos, que muchas veces se imaginan que
son de alguna forma responsables de esa
ruptura y otras son arrastradas a
permanecer en el lugar de trofeos disputados, terminarán preguntándose , de
cara a su propio dolor, si valdrá la pena transitar el proyecto de construir
una familia.
Planteado así, el único antídoto para todo este
dolor parece ser lamentablemente, permanecer prisionero, cerrar la puerta con
llave, abrir una pequeña ventana por donde espiar la vida y conformarse con
mejorar un poco la relación matrimonial durante el resto de nuestra existencia,
deseando secretamente que no sea
demasiado larga. En el mientras tanto se
supone que uno aprende a sobrevivir en un matrimonio hueco, a llenarse de
comida, de alcohol, de drogas, de trabajo, de televisión, o de fantasías de
infidelidad.
¿HAY OTRA POSIBILIDAD?
Existe un enfoque de las relaciones amorosas
mas alentador y a mi modo de ver, mas preciso.
La pareja no es un estado inmutable de dos
personas que no cambian. Es mas bien un viaje por un camino elevado psicológica
y espiritualmente que comienza con la pasión del enamoramiento, vaga a través
del escarpado trecho de descubrirse y culmina en la creación de una unión
íntima, divertida, y trascendente, capaz de renovarse en la reelección mutua,
una y otra vez, durante toda la vida.
La construcción de un vínculo de este tipo no
se apoya en la habilidad para poder conquistar al compañero o a la compañera
perfecta ni en la suerte de cruzarse algún día con la persona ideal, sino en el
darse cuenta definitivamente de que:
La creencia heredada del mito del amor como
prisión es falsa.
La pareja no es una prisión, ni un lugar donde
engancharse o quedarse atrapado, sino un camino
del desarrollo de ambos. Un camino elevado y quizás riesgozo. Pero sin
duda uno de los mas hermosos y nutritivos caminos que se puedan escoger.
Redefinir la pareja significa hablar sobre amor
y esto implica saber de que cosas hablamos cuando hablamos de ese sentimiento
en un vínculo tan especial como es el que se entabla entre un hombre y una
mujer que plantean seguir juntos el camino.
Este amor es, como está dicho, un sentimiento
idéntico a los otros amores y, como propuse muchas páginas atrás, se define
como el genuino interés por el bienestar del otro.
En la ensalada de la pareja, sin embargo, lo
vertical de mi capacidad de amar se entrelaza con lo horizontal de mi deseo.
Uno podría analizar el tema de esa mezcla desde
múltiples lugares, podríamos por ejemplo hablar de este amor romántico pensando
sólo en un paisaje hermoso, al lado de la persona amada, mirando el mar o las
estrellas y tomados de la mano, aunque si nos pusiéramos demasiado poéticos no
nos quedarían demasiadas ganas de seguir hablando.
Así que intentemos llegar a un acuerdo desde un
lugar mas reflexivo, empezando por preguntarnos que significa y que alcances
tiene esta atracción hacia otra persona.
EL MISTERIO DE LA ATRACCIÓN ROMÁNTICA
La idea del amor romántico surgió de un eco filosófico
tanto platónico como aristotélico literariamente derivado del poeta romano
Ovidio y sus Ars Amatoria. Nótese que
en la antigua Grecia la mujer estaba destinada a las tareas del hogar y al
servicio del hombre, y por lo tanto no existía el respeto o sentimiento de
consideración para con ella (recordemos que la Atenas de entonces no carecía en este sentido de sus propias
contradicciones. Por un lado se ufanaba de la ateniense igualdad de derechos
para todos los ciudadanos de la poli
y por otro determinaban autoritariamente que los esclavos, los extranjeros y
las mujeres no tenían ese privilegio simplemente porque no eran ciudadanos). El
griego practicaba entonces el amor de si o el amor a la idea. Amaba la belleza
de hombres y mujeres, pero no a esos hombres y a esas mujeres.
El amor medieval, en cambio, era motivado por
un respeto profundo hacia la dama, por ejemplo, pero no debía ser consumado.
Era etéreo y trascendental y activamente alimentado por actos de caballerosidad
y galantería, en absoluto contraste con la tradicional persecución acosadora de
los apasionados amantes enamorados.
Mas contemporáneamente asistimos a posturas
encontradas con lo que los sentidos nos dicen sobre nuestro interior. El
determinismo físico cree que el mundo se puede medir y determinar y por ende
cada acontecimiento es la consecuencia de los componentes biológicos de la
química del cuerpo humano. Por este mismo camino, los genetistas invocan la
teoría de los genes que forman los criterios determinantes en lo sexual o en el
tipo de elección romántica. Algunos neurobilogistas reducen todos los exámenes
del amor a la motivación fisicoquímica del impulso sexual.
Muchos conductistas dicen que el amor no es
otra cosa que una respuesta emocional frente a otro por quien se siente
físicamente atraído, y que por ello la acción de amar abarca gran parte del
comportamiento, inclusive cuidar, escuchar, ocuparse de alguien, preferir a
otros.
El expresionista considera el amor como la
manifestación de un estado interno hacia el amado que, no importa cómo se
manifieste (palabras, poesías, regalos, presencia, cuidados), tendrá como
finalidad el alivio catártico del enamorado. El placer de poner en acción mi
sentimiento mas allá del otro.
TEORIA DE LA PRESERVACIÓN DE LA ESPECIE
Últimamente, siguiendo el estilo de cómo se
encaran las nuevas investigaciones, científicos de varias disciplinas han
estado trabajado convergentemente para profundizar nuestro entendimiento del
amor en la pareja, y de cada área de investigación se han derivado valiosos
conocimientos. Los biólogos aportaron que hay una cierta “lógica” relacionada
con la elección de pareja. Los hombres se sienten naturalmente atraídos por
mujeres jóvenes, de piel suave, ojos brillantes, cabello brilloso, buena
estructura ósea, labios rojos, mejillas rosadas y senos turgentes, no en razón
de lo que está de moda sino porque estas características indican una buena
salud y buen nivel hormonal, signos de que una mujer se encuentra en el mejor
momento para procrear. Las mujeres escogen a su pareja desde otros lugares.
Como la juventud y la salud física no son esenciales para la función
reproductiva masculina, las mujeres instintivamente prefieren parejas con
características de asertividad manifiesta, la capacidad para dominar, la
resistencia emocional, y sus habilidades económicas. La suposición es que estas
son las garantías de la supervivencia del grupo familiar.
Sin embargo, aunque los factores biológicos
desempeñan un papel clave en nuestros intentos amorosos, el amor debería ser
mas que esto.
TEORIA DE MERCADO DE VIRTUDES Y DEFECTOS
La idea básica de la teoría de intercambio es
que elegimos la pareja pensando que se adaptará a nosotros. Evaluamos y nos
fijamos mutuamente en el atractivo físico, el nivel económico y el rango social
de cada uno, lo mismo que en varios rasgos de la personalidad tales como la
amabilidad, la creatividad y el sentido del humor. Con la velocidad de un
computador, sumamos las clasificaciones y si los números son aproximadamente
equivalentes, una luz verde se enciende y avanzamos. Según los psicólogos
sociales, no solamente nos interesan la juventud, la belleza, y el rango
social, sino la totalidad de la persona. Por ejemplo, el hecho de que una mujer
se encuentre pasada de años o de que un hombre tenga un trabajo de baja
categoría puede compensarse por el hecho de que el o ella sean personas
encantadoras, inteligentes o comprensivas.
TEORIA DEL RECONOCIMIENTO
Una tercera idea agrega otra dimensión al
fenómeno de la atracción. La teoría de la búsqueda del reconocimiento sostiene
que el factor importante en la elección de pareja es la forma en que la
relación con ese otro podría incrementar nuestra valoración de nosotros mismos.
La pregunta que surge en este momento es: ¿Cómo afectará a mi ego el hecho de
estar con esta persona?. Todos hemos experimentado orgullo cuando la presa mas
apetecible de la reunión finalmente salía del salón con nosotros.
A este valor adicional que me confiere ser
elegido por el que es codiciado por otros lo voy a llamar la búsqueda del
placer narcisista de la relación. El reclamo de una mirada privilegiada,
selectiva y puntual que quizás empezó con la necesidad de ser el preferido de
mis padres y sobre todo el amado de mi madre. Porque la mirada de la madre no
es reemplazable. Tanto para los hombres como para las mujeres, la madre
representa la única persona con quien alguna vez fuimos uno.
A partir de esta idea, Lacan cree que
finalmente la búsqueda permanente del ser humano es la de alguien que me pueda
dar lo que alguna vez tuve de mi madre, ser uno con el otro.
Su planteo es que en cada persona que
encontrábamos buscamos este amor incondicional que creemos haber tenido con
ella y la unión de nuestra vida intrauterina.
Por eso dice Lacan: “El amor es pedirle un
imposible a alguien que no existe”.
Es decir, te imaginás que el otro es que no es
ya ese alguien imaginario le pedís algo que es imposible: que sea uno con vos,
que seas mas importante en su vida que el mismo.
En definitiva, ser tan imprescindible para su
existencia, que nunca te pueda abandonar...
TEORIA SOCIAL
Desde el
punto de vista sociopolítico, pueden verse incluso al amor como una instancia
de la dominación social de un grupo (hombres) sobre otro (mujeres), y esto se
refleja en el idioma y la etiqueta socialmente construida. La teoría es a
menudo atractiva para las posturas radicalizadas del feminismo, el cual plantea
el amor romántico como un subproducto del patriarcado y, análogamente a la
definición marxista de la religión (el opio de los pueblos), llega a decir que
el amor es el opio de las mujeres y considera las relaciones sociales (familia,
costumbres, idioma, política, instituciones) como reflejo de las estructuras
sociales mas profundas que dividen a la gente en clases, sexos, carreras y ni
que decir de la moda.
TEORIA DEL ENRIQUECIMIENTO ESPIRITUAL.
La visión espiritualista del amor incorpora
las nociones místicas de todos los
tiempos y culturas. Encontramos al otro con quien compartimos la sensación de
ser incompletos y nos valemos de nuestras ventajas para completarnos, para
complementarnos, para formarnos. El contacto con el otro nos permite indagar en
nuestras carencias, buscar, formarnos, darnos cuenta, cambiar, crearnos,
descubrirnos mejores.
La pareja permite que yo descubra y tenga el
placer de ayudar a que el otro se descubra.
La pareja
constituye, pues, un encuentro privilegiado en mi camino hacia mi mismo, un encuentro simultáneo con lo otro y
con lo mismo. Se parte de uno para llegar a la unidad.
El encuentro en pareja da lugar a la novedad, un
espacio compartido que propicia el conflicto y la creación de nuevos
paradigmas.
Si, como ya dije, el encuentro con el otro es
siempre una nueva oportunidad para encontrarse con uno mismo, el vínculo de
pareja es en ese sentido el mejor de los encuentros.
En este encuentro los dos marchamos hacia la
meta de la individualidad pero juntos.
TEORIA DEL 1 + 1 = 3
El amor
saca de su aislamiento a la personalidad individual conduciéndola a “nosotros”
de la completud. La idea de la media naranja, fantasía de la pareja como una
unidad, se apoya en esta concepción de ser uno con el otro, de que los dos
renunciemos a nuestra identidad para construir un yo superior mas elevado y
poderoso.
Platón cuenta que los seres humanos fueron
alguna vez mitad masculinos y mitad femeninos, de hecho tenían dos caras,
cuatro manos y genitales de ambos sexos. Esta unidad, parece ser, los volvía
extremadamente poderosos, y estos hermafroditas empezaron a desafiar a los
dioses. El Olimpo no era un lugar donde vivían deidades capaces de tolerar las
rebeldías, así que los dioses decidieron matar a los humanos. Cuenta el mito
que a último momento una toma de conciencia narcisista los frenó: “Si los matamos a todos no habrá quien nos
adore y nos ofrezca sacrificios”. Zeus ideó la solución: “Cortaré a cada uno de
los humanos en dos mitades con vida propia, así su fuerza disminuirá y no habrá
mas desafíos”. La idea fue aplaudida y la escisión tuvo lugar. Apolo volvió
invisibles las heridas. Y los humanos divididos en hombres y mujeres empezaron
a poblar la tierra. Sin embargo, cuenta la leyenda que el esfuerzo de todo el
Olimpo no puedo evitar que quedara algo del recuerdo de aquella unidad y que
por eso los seres humanos siguen buscando permanentemente su otra mitad, para
recuperar su fuerza y completud.
En esta teoría buscamos acercarnos a aquellos
que percibimos que serán capaces de sacrificar su identidad a cambio de que
nosotros hagamos lo propio en beneficio de la constitución de la pareja.
TEORIA DEL ROL COMPLEMENTARIO
Con aportes de muchas escuelas
psicoterapéuticas, estas teorías intentan demostrar que la búsqueda de la
pareja se encamina tendencialmente hacia las personas que sean mas capaces de
desempeñar el rol necesario para sostener nuestras neurosis. Es decir, buscamos
a aquellos y aquellas con quienes reproducir la situación de conflicto
internalizada que define a quienes somos
o reafirma la vigencia de nuestro argumento de vida.
Así, para el planteo psicológico clásico las
situaciones emocionales irresueltas en nuestra infancia configuran el trauma
que da punto de partida a nuestro conflicto y abre la puerta a la repetición
neurótica de la situación dolorosa. Para conseguirlo busco y encuentro personas
a quienes pueda percibir como capaces de actuar de forma similar a los personajes
de mi historia infantil. Quiero decir, personas suficientemente parecidas casi
siempre a alguno de mis padres por identidad o por oposición.
Un gran trabajador de los condicionamientos de
nuestra conducta, John Bradshaw, conmovió al mundo cuando desarrolló su
concepto de niño herido. Simplificando al extremo la idea, se diría que cada
uno de nosotros ha dejado la infancia con el registro del daño recibido a manos de los mayores (violencia, desprecio,
desamor, maltrato) y hemos archivado esas lastimaduras en una estructura que
Bradshaw llama “el niño interior”, interiorización del niño que alguna vez fuimos que sigue
sufriendo por aquellas heridas y busca sanarlas. Desde esta visión, si no me
doy cuenta de reparar por mi mismo ese condicionamiento, terminaré eligiendo mi
pareja entre aquellos que creo que pueden hacerse cargo de ese niño.
Eric Berne decía que anida en nosotros una
especie de experto en psicología, él lo llamó “El pequeño profesor”. Es tan
intuitivo, decía el creador del análisis transaccional, que con una sola mirada
es capaz de diagnosticar el juego que el otro juega y decidir si se complementa
con el nuestro.
La teoría del complemento sustenta también de
alguna manera la tesis que desarrollo en nuestro libro Amarse con los ojos abiertos. Nos acercamos por las afinidades pero
nos mantenemos juntos por las diferencias, porque son ellas las que nos
permiten utilizar los conflictos como herramientas de nuestro crecimiento y
considerar al otro mi maestra o maestro cuando discutimos (en lugar de tratarlo
como un enemigo), para poder enriquecerme con todo aquello de lo que el otro es
capaz y yo no...
Y podría seguir enunciando teorías que intentan
explicar el encuentro de dos que deciden armar una pareja. Pero hay un aspecto
enigmático relacionado con la selección
de pareja que ninguna teoría termina de explicar.
Durante el curso de tu vida, vos has conocido a
miles de personas, haciendo un cálculo conservador, supongamos que varios
cientos de ellas resultaron lo suficientemente atractivas físicamente o tenían
el suficiente éxito como para llamar tu atención. Cuando reducimos este
campo la teoría de intercambio social
podríamos llegar a cincuenta o cien personas de este grupo selecto, quienes
tendrían un “valor de puntos” combinando igual al tuyo o superior. Lógicamente,
vos tendrías que haberte enamorado de varios cientos de personas. Y sin
embargo, la mayoría de los individuos solamente se han sentido profundamente
atraídos por algunas pocas personas. Conclusión: algo falta en las teorías.
Y creo que lo que falta es justamente lo
inexplicable, el verdadero misterio, la magia.
Porque es ciertamente inexplicable que alguien
“pierda la cabeza” por otra persona, que alguien no pueda pensar en otra cosa
que el amado, que alguien llore durante semanas esperando un llamado de
aniversario que no llegó... Estas emociones violentas e irracionales que pueden suceder únicamente
cuando ese alguien está enamorado.
Es que estar enamorado no es amar.
Porque amar es un sentimiento y estar enamorado
es una pasión.
Las pasiones por definición son emociones
desenfrenadas, fuertes, absorbentes, intensas y fugaces como el destello de un
flash, que son capaces de producir transitoriamente una exaltación en el estado
de ánimo y una alteración de la conciencia del mundo del que la siente.
Hay que entender esto para poder diferenciar
después el enamoramiento del amor.
Este caos emocional tiene, lamentablemente y
afortunadamente, una duración muy corta: Digo lamentablemente porque mientras
vivimos nos gustaría, a pesar de todo, permanecer en la fascinante intensidad
de cada una de las vivencias, y digo afortunadamente porque creo que nuestras
células explotarían si este estado se prolongara mas allá de unas cuantas
semanas.
Inmerso en esa pasión perturbadora, nadie puede
hacer otra cosa que no sea estar, pensar o recordar a la persona de la cual
está enamorada. Se trata pues de un estado fugaz de descentramiento (uno cree
que el centro de la vida de uno es el otro), una especie de locura transitoria
que, como dije, se cura sola y en general sin dejar secuelas.
Durante el tiempo que dura el enamoramiento
(dicen los libros que entre cinco minutos y tres meses, no mas), uno vive en
función del otro, si llamó, si no llamó, si está, si no está, si me miró, si no
me miró, si me quiere, si no me quiere...
Estar enamorado es enredarse en un doloroso
placer, el de la disolución en el otro.
Si nos detuviéramos a pensarlo en serio nos
daríamos cuenta de lo amenazante para nuestra integridad que sería vivir en ese
estado.
Juan Carlos Benítez, un escritor costarricense,
describe la felicidad de estar enamorado en un texto que creo maravilloso:
Cuando
estaba enamorado, había mariposas por todas partes, la voluptuosidad de la
pasión me carcomía la cabeza. Durante todo ese tiempo no escribí, no trabajé,
no me encontré con los amigos. Vivía pendiente de los movimientos o de la
quietud de mi amada, consumía montañas de cigarrillos y toneladas de vitaminas,
me afeitaba dos y hasta tres veces por día, hacía dietas, caminatas. Me perseguía
hasta la certeza de la paranoia del engaño, pensaba todo el tiempo en besarla,
en mirarla, en acariciarla. Durante
semanas gasté demasiado dinero, demasiada esperanza, demasiada crema
para el sol, demasiado esperma y demasiado perfume. Escuchaba demasiada música
clásica, utilizaba demasiado tiempo, consumí toda mi tolerancia y agoté hasta
la última de mis lágrimas. Por eso siempre digo recordando s esos momentos.
Nunca he sufrido tanto como cuando era feliz.
La confusión reinante entre estos términos, mas
la malintencionada idea de homologarlos, ha sido y es causante de horribles
desencuentros en las parejas.
“Ya no es como antes...”, “Las parejas con el
tiempo se desgastan...” y “No estoy mas enamorado... me voy”, son algunas de
las frases que escucho en mi consultorio y leo en los medios, apoyadas en la
idea de que los matrimonios deberían continuar enamorados “como el primer día”.
Es muy lindo pensarlo posible, y a uno le gustaría creérselo, pero es mentira.
El estado ideal de una pareja no es el de
aquellos primeros meses en que estaban enamorados, sino el de todo el tiempo en
que se aman en el sentido cotidiano, verdadero.
Probablemente desde la fantasía, a mi me
gustaría estar enamorado de mi esposa después de veinte años, porque estar
enamorado es algo realmente encantador. Aunque, con toda seguridad, si yo
estuviera enamorado de mi esposa, de verdad enamorado de mi esposa, en este
preciso momento no estaría escribiendo este libro.
Si yo estuviera enamorado, sentiría que esto es
perder el tiempo.
Si yo estuviera enamorado de mi esposa, en este
preciso momento no tendría nada de ganas de estar acá, porque estaría pensando
en estar allá, en encontrarme con ella, o en todo caso en escribirle un poema,
pero siempre alrededor de ella, porque ella sería el centro de mi vida.
Cuando un vínculo que comienza con esa pasión,
estar enamorado da paso al amor, todo sale bien. De hecho nada mejor podría
pasarnos.
Pero cuando no conduce allí, el
desenamoramiento sólo deja detrás de si una sensación de ciudad devastada, la
ruina emocional, el dolor de la pérdida, el agujero de la ausencia.
Y uno se pregunta: ¿Por qué terminó? ¿Porque no
cierto?
¿Porque era poco? ¿Porque era mentira?...
no. Se terminó simplemente porque era una
pasión.
En un vano intento de aportar algunos datos
sobre la magia y sin ninguna posibilidad de saber por que sucede, me atrevo
solamente a establecer dos hechos que, sin lugar a dudas, son necesarios para
que el enamorarse suceda:
1. El otro debe tener (o yo imaginar que tiene)
una virtud o cualidad que yo (aunque sea por el momento) sobrevaloro. Quiero decir, eso que el otro es, tiene o
hace me parece increíblemente valioso. (Si en ese momento de mi vida
sobrevaloro la estética, me enamoraré de alguien que se ajuste a los modelos de
belleza del momento, si en ese momento me parece fundamental el dinero, me
enamoraré de alguien que tenga buena situación económica, y lo mismo con la
inteligencia, el color de la piel, la simpatía, etc.)
2. Para enamorarme es imprescindible que yo
tenga la predisposición “enamoradiza”. Quiero decir, que yo esté dispuesto a
perder el control racional de mis actos enamorándome. Si bien este concepto
está en contra de nuestra idea de que enamorarme me pasa mas allá de mi deseo,
parece ser que esto es cierto después, cuando ya estoy enamorado. Es decir,
antes, si yo no estoy dispuesto a dejarme arrastrar por la pasión, si no estoy
decidido a vivir descentrado, si me niego a perder el control, el enamoramiento
no sucede.
En una charla una señora me preguntó si no podía ocurrir que uno hiciera centro en
otro, no por estar enamorado, sino por no poder hacerse cargo de su propia
vida. Yo le contesté que a simple vista puede parecerse, pero que es bien
diferente.
Uno siempre sabe que está enamorado cuando está
pasando, y sabe que el otro se volvió el centro de su vida por esa
circunstancia. Cuando esto sucede porque soy un imbécil que no puede hacerse
cargo de su propia vida, a los demás puede parecerles, como no es lo mismo.
Una cosa es estar enamorado, otra cosa es ser
un idiota irresponsable, son cosas diferentes.
Una cosa es ser un soñador y otra es no
despertarse para ir al trabajo.
Una cosa
es que yo te mire con ojos embelesados y parezca un bobo, y otra muy distinta
que yo sea un bobo y que mis ojos parezcan embelesados.
Es verdad que cuando estoy enamorado a veces
parezco un imbécil, pero no necesariamente lo soy. (Podría suceder que un
imbécil esté enamorado, pero una cosa no debe deducirse de la otra.)
De todas maneras, y aunque aceptemos que no es
un estado permanente, convengamos en que durante esos fugaces momentos de
pasión uno parece abrir su corazón a otra realidad mayor y vive cada pequeño
hecho con una intensidad que posiblemente añore cuando la pasión se termine. Al
decir del poeta Antonio Machado.
En
el corazón tenía
la
espina de una pasión.
Logré
arrancármela un día
Ya
no siento el corazón
...
Aguada
espina dorada
quién
te pudiera sentir
en
el corazón...
clavada.
Estar
enamorado y amar son dos cosas maravillosas, pero no hay que confundirlas.
Hay que entender que si bien la pasión de estar
enamorado es maravillosa, en realidad amar no es menos maravilloso. Amar es
fantástico porque si bien es verdad que no tiene la intensidad de las pasiones,
seguro que no, tiene una profundidad de la que el estar enamorado adolece.
Es por esa profundidad que el amor es capaz de
aportar estabilidad al vínculo pagando con la desaparición del embrujo y la
fascinación. Porque se puede amar con los pies sobre la tierra, mientras que
estando enamorado se vive en las nubes.
Lo cierto es que, me guste o no, el
enamoramiento se acaba. Y cuando esto sucede con suerte vuelvo a centrarme en
mi y desde allí puedo permitir que florezca el amor verdadero.
La mas bella definición de amor que escuché en
mi vida es la de Josef Zinker:
El amor es el regocijo por la sola existencia
del otro mismo.
La frase evoca un sentido casi supremo del
amor, el mas profundo y el mas intenso.
Posible o no, éste será el objetivo mas
deseable: llegar a amar tanto que me alegre sólo por el hecho de que el otro
exista.
¿Y no existe un amor apasionado que pueda durar toda la vida?
El otro
día corregí a una paciente que hablaba de su noviazgo y me decía que estaba
“perdidamente” enamorada de el.
Entonces
yo le decía: que lástima que no puedas decir “encontradamente” enamorada.
Amor apasionado es el nombre que le reservo a
aquellos vínculos donde, amándonos tanto como para poder construir una pareja
sin dejar de ser nosotros mismos, de vez en cuando podemos encontrarnos
enamorándonos de esa misma persona con la cual vivimos desde hace años.
Encontradamente enamorados.
Cuando esto pasa es siempre hermoso, aun cuando
nuestros enamoramientos no coincidan en el tiempo.
A veces pasa que llego a mi casa feliz y
sonriente y la veo a Perla distinta, está mas linda, mas joven, mas
comprensiva.
Me doy cuenta (por experiencia) de que estoy
enamorado.
Y entonces con cara de no-se-que le digo
“Hooooolaaaaa...”, y ella me contesta “Hola”. Y yo ya sé que esta vez no
coincidimos.
Que esto ocurra no quiere decir que nos
rechacemos mutuamente, sólo no hay encuentro desde ese lugar. Esa noche
podremos charlarlo y quizás hacer el amor, pero no es como aquellas otras
noches.
Cuando nos sorprendemos los dos enamorados cada
uno del otro en el mismo momento, es grandioso. Durante el tiempo que dure
(unos días o un par de semanas) sentimos la intensidad del enamoramiento mas la
profundidad del amor. Nuestra relación se ilumina y nosotros con ella. Todo es
espectacular y maravilloso... Y pasa. Y volvemos encantados nada mas y nada
menos que al puro amor, ya sin la pasión, pero con las pilas llenas de ganas
hasta el próximo romance.
Los
re-enamoramientos ocasionales son la condición para mantener joven una pareja a
lo largo del camino compartido.
Por supuesto que la lógica mas simple nos puede
informar que enamorarse no es algo que se puede programar y, por lo tanto, que
encontrarse enamorado con el otro en el mismo momento depende del azar.
Nadie puede decir: “Bueno, yo tengo vacaciones
en tal fecha, así que vamos a enamorarnos ahí”. ¡No puede ser!.
Y sin embargo ahí está la magia.
Igual sucede.
Sucede que el y ella se van de vacaciones, se
sustraen del mundo cotidiano, se van a una playita lejana, solos porque los
chicos ya son grandes y se fueron por su lado, y de pronto junto al mar algo
pasa, de pronto la química olvidaba que se quedó en aquel tiempo en el cual nos
enamoramos renace. Y sucede que ella y el se vuelven a enamorar. Igual que
antes pero diferente porque ellos son diferentes aunque convivan durante ese
tiempo los seis: los dos que son, los dos que fueron, el sentimiento y la
pasión.
Claro que cuando la pareja vuelve dice: ¡ah...
se terminó!. Y le echa la culpa a Buenos Aires.
Pero no es cierto, se terminó porque de verdad
era bueno que se terminara.
Muchas personas, especialmente mujeres, me
dicen que sería bueno que ese enamoramiento no se termina “al volver de la
playita”, que viajara con nosotros de
vuelta a Buenos Aires. Yo creo que no. Creo que hay que dejarlo en la Patagonia,
en Cancún, en donde sea y viajar nosotros hacia el cada vez que ambos los
deseemos.
No vivas acá pensando que lindo era allá.
Tampoco pensando que lindo era cuando estábamos enamorados, añorando el pasado.
Esto que sucede ahora, que es amor, es fantástico comparado con el desamor. Así
que ¿por qué compararlo con lo que pertenece a otro club?.
LAS PRUEBAS DEL AMOR: DEMOSTRACIÓN, FIDELIDAD,
Y CONVIVENCIA
DEMOSTRACION
Uno de
los temas que surgen cuando hablo de enamorarse, reenamorarse y amar de verdad, es la demostración, es
decir, cuán demostrativo es el otro.
Siempre digo que demostrar quiere decir probar
sin lugar a dudas que algo es verdad. Si yo tengo que demostrarte es porque
parto de la idea que vos no me creés, de lo contrario no hay demostración
necesaria.
Entonces pregunto: ¿Por qué tendría que
demostrar que te quiero? ¿Para probártelo?.
¿Quién es el que duda y necesita pruebas?
Si vos sos el que no creés este es un problema
tuyo, no un problema mio. ¿Por qué habría yo de demostrarte que te quiero?.
Nadie “tiene que” demostrar nada.
Borremos de la frase el verbo demostrar, porque
suena terrible.
Para mi, el reclamo de la demostración afectiva
implica en si mismo un sinsentido.
Si yo te dijera que tengo una cicatriz verde en
la palma de mi mano, vos podrías creerme o no creerme. Si me creés, lo hacés
antes de que abra la mano. Porque si me creés sólo cuando abro la mano y la pongo frente a tus ojos, entonces,
le creés a tu vista, no a mi. Si yo tengo que demostrar que tengo una cicatriz
verde en la mano, es porque no me creés, entonces te la muestro y luego vos
pensás que me creés porque la viste. Pero seguís sin creerme, sólo le creés a
tus ojos.
Nadie te puede demostrar el amor, porque en la
demostración le creés a lo que ves, al otro no le creés nada. Otro tanto pasa
con la palabra mostrar, que presupone que no ves.
Si de vez en cuando me decís te quiero para mostrarme que me querés,
la verdad es que no me sirve, así que no lo hagas. Ahora, si vos me decís te quiero porque es lo que sentís, mas
allá de demostrarme nada, por favor no
dejes de hacerlo, porque quiero que sepas que me place escucharte. Y a
pesar de mi placer nunca lo hagas en función de
mi, hacelo en función tuya y de tu sentir o no lo hagas.
No sirven los actos de amor dirigidos a que el
otro se entere de que lo quiero.
“Mirá que lindo lo que te regalé para tu cumpleaños, ¿viste cuanto
te quiero?...
Esta es una historia mezquina e irrazonable para conseguir que el
otro devuelva con la misma moneda.
Claro que me encanta que me quieran, que la
gente se acerque y me diga te quiero,
pero no para mostrarme que me quiere, sino porque siente ganas de decírmelo.
Basta de la aprendida historia absurda de decir Te quiero para escuchar Yo también te quiero.
“Tengo que
acordarme de que tengo que comprar un regalo de aniversario, porque si no mi
esposa va pensar que ya no la quiero
mas”.
(Agrego yo: Mas que pensar, se va a dar
cuenta).
Lo
importante de toda relación interpersonal no es que yo te diga que te quiero,
ni que te lo demuestre. Lo importante es si vos te sentís querido o no.
Por eso propongo que la próxima respuesta que
des cuando alguien te diga te quiero
sea:
Lo se.
Cuando
uno recibe esta respuesta del otro, siente que su sentimiento llega, no
hay un eco enfrente, el otro lo registra. Y entonces uno cierra el círculo.
Hay que explorar esto.
Cuando otro me quiere y yo me siento querido,
la sensación de satisfacción de ambos es grandiosa. El siente que lo percibo
que lo registro, que, de verdad, lo que el siente es importante.
También puede quererme y no ser capaz de actuar
lo que siente.
Hay gente que te manda flores todos los días y
no te quiere nada. Y también hay gente que vive con otros que nunca han
mostrado nada en toda su vida, y sin embargo se siente querida, gente que sabe
que aunque el otro no haga las cosas que otros hacen, cuando lo mira a los ojos
sabe.
Yo tengo
un amigo entrañable que es un tipo de llamar por teléfono, de ocuparse y mostrar y actuar.
Me siento
muy querido.
Y yo, que
por ahí no soy tan actuador de esas cosas o estoy mas ocupado, a veces me
siento y le pregunto:
- ¿Vos
sabés que yo te quiero mucho?
Y el
entonces me dice:
- Si,
claro que lo se...Vos sos así, yo ya lo se.
Y no está
precisando que yo le diga, que me acuerde
de su cumpleaños y que le mande un regalo, porque la verdad es que no le
hace falta a nuestro amor.
Cuando
hago alguna de estas cosas, entonces el registra y agradece.
¿Puedo querer al otro y que el otro no me
quiera?
¿Puede ser que a mi me importe mucho del otro y
que al otro no le importe nada de mi?.
¿Por qué no?.
Tengo un
paciente que, harto ya de que su novia lo despreciara y lo dejara plantado y se
fugara los viernes a la noche, un día le dijo:
- Mirá, el
viernes te espero en mi casa, si no venís esa noche no vengas mas porque me voy
a suicidar.
Entonces
ella le dijo:
- ¡Pero
no! ¿Cómo te vas a suicidar?. Escuchame...
- No
hablemos mas. Si no venís, vas a enterarte de mi por los diarios.
El sábado a la mañana suena el teléfono en la
casa de el. Mi paciente atiende.
- Hola -
escucha
Era la
novia
- Hola, no
viniste – recrimina el
Pausa.
Ella contesta
- ¡Como! ¿No te mataste?
Sucede cotidianamente no es forzoso ni
obligatorio que al otro le importe lo que a mi me importa, o que al otro yo le
importe tanto como el me importa a mi. Y hay que asumirlo..
Los suicidios relacionados con el amor no son
pertinentes.
Se suicida por amor aquel que necesita tanto
ser amado por el otro que no se quiere
lo suficiente a si mismo.
Se suicida por amor aquel que no puede soportar
la idea de que la persona que tanto quiere no lo quiera.
El suicidio es en este caso una salida
obviamente poco práctica y muy poco saludable.
Pero el mayor problema es que la gente utiliza
la amenaza suicida para joder al otro.
La idea de amenazar con el suicidio para hacer
sufrir, esta protesta a lo Bonzo s una de las pelotudeces que todos deberíamos dejar de pensar.
“Mirá como
me mortifico por vos” o ”Te quedás conmigo o salto por la ventana”,
constituyen planteos nefastos.
¿Cuál es la ganancia si el otro no te va a
querer para disfrutar con vos, sino para que no te mueras?. Se trata de un
manejo de culpa. Y la culpa es un sentimiento inventado.
Estamos entrenados para tratar de manejar la
conducta del otro. Si yo consigo que vos te sientas culpable, entonces estás en
mis manos.
No hay que
morir por el otro, sino vivir para disfrutar juntos...
FIDELIDAD
Estudiando
psicología comparada para encontrar raíces de la conducta humana en la
conducta animal, observamos algunos hechos muy simbólicos que sirven para
pensar en nuestros hábitos monogámicos.
Estudiando cualquier especie nos encontramos
con una norma: Cuando uno de los dos, el macho o la hembra, es mas agresivo que
el otro, la comunidad se organiza en harenes. Por ejemplo entre los leones,
donde el macho es mas agresivo que la hembra, cada macho se aparea con varias
leonas que “le pertenecen”.
Entre las arañas, en cambio, donde la agresiva
es la hembra, sucede al revés, cada hembra tiene varios machos que le sirven.
Ahora bien, si ninguno de los dos individuos de
la especie es tendencialmente agresivo, entonces se organizan en comunidades.
Todos los machos se relacionan sexualmente con todas las hembras y las crías
pertenecen a la manada. Y cuando en una especie
macho y hembra son agresivos, entonces el esquema tendencial es la
monogamia.
Pensemos en nosotros. Traslademos este esquema
a la raza humana.
Aquellas culturas donde el hombre detenta
cierta agresividad y tiene un lugar hegemónico respecto de la mujer, por
ejemplo en las viejas culturas de Oriente, tiene una estructura donde el hombre
tiene varias esposas. Por el contrario, en el mito de las amazonas, donde la
mujer guerrera tiene el papel hegemónico, son las mujeres las que sostienen
harenes de hombres.
En los años 60, durante el movimiento hippie en
el mundo, partidario de la no violencia, hombres y mujeres vivían en comunidad,
los miembros del grupo tenían relaciones no excluyentes entre todos y los hijos
pertenecían a la comunidad.
La mayor parte de la sociedad se apoya en
estructuras sociales monogámicas. ¿Qué te parece que dice esto de nuestra
agresividad?
Si yo necesito establecer que mi esposa es
parte de mi territorio y mi esposa necesita establecer que yo soy parte del
suyo, es razonable pronosticar que reclamemos la fidelidad de la monogamia.
Yo creo que se trata de una elección en cada
momento, y que en este sentido no hay diferencia entre las mujeres y los
hombres.
La fidelidad forma parte de nuestro desarrollo
social, en esta cultura y en este momento es así, no me atrevo a asegurar que
dentro de treinta años esto siga siendo vigente.
La palabra infidelidad viene de fidelidad y
fidelidad viene de fiel y fiel de fe.
Fiel es el que tiene o profesa una determinada
fe, por eso los creyentes de una religión se llaman fieles. El fiel de la
balanza se llama sí porque es digno de credibilidad, porque es fiel al peso.
Fiel es que cree, infiel el que no cree.
Cuando una señora tiene una aventurilla con un
profesor de tenis, por decir algo, o con un señor cualquiera, llegado el caso
se dice que es infiel.
Ahora, infiel quiere decir que no cree. ¿En que
no cree?. No cree que en su vínculo de pareja pueda encontrar lo que está
buscando. Esta es la infidelidad.
Infidelidad
es no creer que vas a encontrar en el vínculo que tenés conmigo lo que estás
buscando y que lo vas a buscar en otro lado.
El que es infiel no le es infiel al otro, sino
a su vínculo de pareja.
A veces es cierto que no encuentro en mi
relación de pareja lo que estoy buscando. Siempre tengo dos posibilidades:
elegir renunciar por lo menos transitoriamente a lo que estaba buscando o
elegir no renunciar y salir a buscarlo. En la segunda posibilidad tengo que
correr el riesgo que implica no creer en la pareja que armé.
Cuando mi abuela decía: “Busca afuera el marido
lo que no encuentra en su nido”, todos nos
reíamos, nos parecía una chochera de la vieja. Y hoy, medio siglo
después, me encuentro diciendo casi lo mismo...
Tanto un hombre como una mujer salen a buscar
fuera del matrimonio, o fuera de la pareja, cuando creen que obtendrán
algo que suponen que no pueden encontrar
en su vínculo actual (a veces ese “algo” es pasión, romance y aventura, pero
otras es peligro, novedad y juego).
La salida de buscar lo que me falta en otro no
suele ser la salida que soluciona.
La idea de que al estar con otro u otra, donde
no hay rutina y desgaste, todo va a estar fenómeno, es falsa. La verdad es que
lo novedoso también se volverá rutina si yo no modifico mis actitudes.
A veces la motivación es mas oscura.
Por ejemplo: Un señor de 56 años un día se da
vuelta, mira su historia y dice:
¡Que vida
de mierda!
Mira a un lado, ve a su esposa y dice:
¡Es culpa
de esta bruja!
¿Por qué lo dice?. Porque es mas fácil pensar es culpa de esa bruja que pensar yo soy un idiota.
Y sigue el señor cincuentón con su soliloquio:
¿Cuándo
empezó todo?
Cuando
tenía 25 años y me casé con esta boluda.
Y por
culpa de ella llevé la vida que tuve hasta ahora.
¡Tengo que
volver a buscar la vida perdida!.
¿Dónde?
En una
mina de 25 que me haga recordar quién
era yo a los 25.
Y siguiendo este mecanismo básico, sale a
buscar el camino perdido.
Es siempre una actitud negadora la que culpa al
otro de cagarnos la vida.
Y lo peor de todo (lo he visto) es que a veces
la pareja cree que es así y lo justifica.
Obviamente, sin necesidad de estar buscando
“una nueva vida”, a cualquiera le puede pasar cruzarse con alguien, tener
fantasías y sentir el deseo. Esto es así. Creo que hay que ser muy tonto o muy tonta para pensar que aquella persona a
la cual uno ha elegido presumiblemente
para toda la vida es única en el mundo que nos erotiza, la única que nos genera
fantasías, la única linda entre todas las demás.
Me parece que hay en el mundo otras personas
que uno puede encontrar atractivas.
Ahora bien. Cada uno decidirá después que
hace con esas fantasías.
“Ah no,
doctor si voy a admitir que tengo estas fantasías y no voy a actuarlas eso
sería una represión, no seguir adelante me puede provocar un trauma... yo lo
leí en un libro...”.
Yo creo
que no, que es un tema de elección, que uno evalúa costos en diferentes
momentos de su vida y elige. Puede elegir seguir adelante o no hacerlo, sin
tener que padecer ningún trauma por eso. (Respecto de la represión, por
supuesto que es un poco mejor que la necesaria para negar las fantasías y
anestesiar el deseo.)
Ahora, si me lo prohibo por estar casado y vivo
haciéndote responsable de todo el placer que me estoy perdiendo por culpa tuya,
en algún momento te voy a pasar una factura. Y esto es espantoso. En tal caso
sería bueno ver que pasa con nuestro matrimonio y no que pasa con mi deseo.
Lo que mas me gusta de mi relación de pareja es
que mi esposa y yo sabemos que cualquiera de los dos podría hacer una elección
diferente.
Lo que nos gusta de nuestra relación es saber
que nos elegimos mutuamente porque así se nos da la gana.
Esta es la verdad historia de la fidelidad.
No es que yo viva en la pecera.
Yo se que hay en el mundo mujeres mas lindas
que mi esposa, mas altas que mi esposa, mas inteligentes, y algunas hasta
tienen mas dinero, ya lo se. Yo supongo que mi esposa sabe que hay en el mundo
hombres mas altos, mas flacos mas inteligentes, mas buen mozos y que hablan
mucho menos que yo...
Los dos sabemos esto. Lo que a mi me pasa es
que yo no dejo de tener una aventura porque me lo prohibe mi matrimonio, porque
eso sería engañarla. Dejo de tenerla porque yo lo decido.
El pacto entre mi esposa y yo surge porque
nosotros no queremos otra cosa, no porque nos sometamos a una ley que viene
fijada desde afuera.
Mi esposa sabe, tan bien como yo, que no
debería dejar de hacer nada porque yo estoy en su vida. En todo caso es una
elección de ella, que ella haga lo que quiera, y yo haré después lo que me
parezca, o lo que pueda. Si ella decide tener una aventura, después yo decidiré
si quiero seguir teniendo una esposa que tiene una aventura o no, y ella
decidirá si yo tengo una aventura, si
quiere o no seguir. De lo que estoy seguro es de que no cabría entre nosotros
la mentira.
Estoy hablando de mi relación de pareja, cada
uno puede hacer el pacto que quiera.
Este es el pacto entre nosotros, podríamos
haber pactado otra cosa y pactamos esta.
Cualquier violación de ese pacto implica de
alguna manera falsear al otro, implica una transgresión respecto de lo pactado.
Esto no tiene nada que ver con que yo pueda
querer a otra persona, amar a otra persona y hasta sentirme atraído por otra
persona. Lo que en todo caso tenemos entre nosotros pactado es no tener
historias con esas otras personas.
No pactamos no sentir, porque sería estúpido no
sentir. Sería estúpido que yo le diga a mi esposa: a partir de ahora vamos a
pactar que ningún otro hombre te va a resultar mas atractivo que yo. Lo que si
podemos pactar es que ella y yo no tengamos aventuras sexuales.
El pacto con la pareja puede ser verbalizado o
implícito. La mayoría de las parejas que yo conozco tiene un pacto de fidelidad
conyugal implícito. Yo creo que si no se pacta nada en cotarro, el pacto
establecido es éste.
Pero cuidado, porque hay parejas que no tiene
este pacto. En Latinoamérica, en la mayoría de los matrimonios de clase media o
media alta, el pacto virtualmente establecido es el de mutua fidelidad, pero el
que realmente se lleva a la práctica es un pacto donde él tiene permiso de
tener alguna aventura y ella no.
Este es el verdadero pacto establecido mas allá
de lo que se diga.
La prueba es que cuando el tenía una aventura,
la familia, la sociedad, le decía a ella:
“Bueno, mirá, fue una canita al aire, lo tenés
que perdonar, pensá en tu familia...”
Y cuando
ella tenía una aventura, le decían a el:
“¿Te vas a quedar ahí, cornudo consciente?. Sos
un pelotudo..”
Esta es la historia del contexto doméstico,
claramente un pacto diferente para el hombre que para la mujer. Posiblemente,
la cultura quiere convencer a los hombres de que somos polígamos por naturaleza
y a las mujeres que son monógamas. Pero esto ha cambiado.
Las mujeres tienen sensaciones y registros,
inquietudes sexuales no ligadas a los afectos, exactamente igual que a los
hombres.
Que algunas mujeres se lo permitan y otras no
se lo permitan, que crean que está bien o crean que está mal, que repriman o no
repriman, es otra historia.
Pero el sexo sin amor existe, como existe el
amor sin sexo, como por suerte existe el sexo con amor, y como por suerte
existe nada, ni sexo ni amor, y todas
estas cosas son las posibilidades de relación entre un hombre y una mujer.
Como no va a pasar que uno se sienta atraído,
movido, inspirado o seducido por alguien que a uno le gusta, por que no va a
pasar. Esto no quiere decir que si uno encuentra a alguien que le guste tiene
que salir corriendo a la cama, porque afortunadamente, si bien no somos los
hacedores de lo que sentimos, si somos dueños de nuestras acciones.
Repito, no
somos responsables de las emociones, pero si de lo que hacemos con las
emociones.
Yo no puedo decidir si Fulana o Fulano me atrae
o no me atrae, si lo quiero o no lo quiero, no es tema de mi decisión. Pero lo
que hago con estas emociones si forma parte de mi decisión.
Yo no puedo evitar sentirme atraído por tal
señorita que vive a la vuelta de mi casa, pero otra cosa es que yo no pueda
evitar acostarme con ella. Por supuesto que puedo evitarlo, depende de mi. Eso
es ejercer la libertad, y no ejercerla es decir quisiera pero no puedo.
La verdad
que yo me acuesto con quien quiero y que mi esposa se acuesta con quien
ella quiere, por eso es tan valioso que ella se acueste conmigo.
Si en lugar de esto mi esposa pensara que yo me
acuesto con ella porque estoy obligado por el casamiento y porque no tengo ninguna posibilidad, ¿qué valor tendría que
nos acostarnos juntos?.
Sin la
libertad de elegir no puede haber un vínculo amoroso.
Decir que es amoroso aquel vínculo donde los
dos andan como perro y gato celándose, es una estupidez.
Decir que yo no confío en vos porque te quiero
mucho, es una taradez.
Decir que en realidad te controlo, te celo y te
persigo porque tengo mucho miedo a perderte, es una pavada.
Los celos tienen como motor las propias
inseguridades.
Confío en lo que yo te quiero y me siento
querido por vos, no ando teniendo miedo de que vos tengas una historia por ahí.
Con la fidelidad pasan cosas muy interesantes.
A veces la gente cree que los celos son una expresión del amor, que si alguien
no te cela debe ser que mucho no te ama, y que si alguien te ama te tiene que
celar. Para mi son asociaciones absurdas.
Ambrose
Bierce define los celos como un miedo que uno tiene de perder al otro, aunque
agrega: si lo perdiera por lo que tiene miedo de perderlo no valdría la pena
haberlo conservado.
Que yo deje de acostarme con otra señorita
porque tengo miedo de que mi esposa se entere es una porquería para con mi
esposa, porque en realidad esto no es una elección, y la verdad que el amor es
algo tan importante, tan sólido, tan fuerte y tan maravilloso, que solamente
puede estar estructurado sobre la libertad.
No tengo espacio para mostrarte que te quiero
si no puedo mover un paso porque ahí estás vos controlando.
No se
puede amar sin libertad, no se puede amar estando prisionero.
En general, la fidelidad tiene que ver con una
pauta social que se establece desde la posesividad y, también, con una pauta
personal.
Si ella y él decidieron pactar que pueden tener
aventuras extramaritales, ¿quién dice que no pueden?.
Dado que no necesariamente el sexo está ligado
al amor, las personas pueden tener un juego de seducción que no sea
necesariamente por amor. Puede ser sexualmente puro.
Cada vez mas hay parejas en el mundo donde la
exclusividad no funciona y donde está establecido explícitamente que hay
permisos sexuales pero no afectivos.
No en la Argentina, somos muy sicilianos para
permitirnos esas cosas. Pero en países sajones, en algunos lugares de los
Estados Unidos, en los países nórdicos sobre todo, el planteo es diferente.
Me la puedo imaginar a ella diciendo:
“Querido,
ya vuelvo, me voy a acostar con el señor de enfrente”, y el
mientras enciende su habano dice: “Cuidado
al cruzar mi amor, que hay mucho tráfico”...
A mi no me parece ni bien ni mal.
La gente no pacta la libertad sexual porque en
general es posesiva.
No se trata de aceptar la fidelidad como una
pauta establecida socialmente, sino de abrir la puerta para que se quede el que
se quiere quedar y que salga el que quiera salir.
Y entonces confirmar que el otro se queda. Eso
es maravilloso.
Ser fiel
por norma no es un acto de amor, es un absurdo.
CONVIVENCIA
Convivir es mucho mas que estar juntos, mucho
mas difícil, mucho mas desgastaste, mucho mas movilizador, mucho mas...
La convivencia implica necesariamente la
constitución de una lista de pactos que mientras no convivíamos no eran
necesarios.
Por eso la convivencia representa en si misma
una gran puesta a prueba para el vínculo amoroso. Es bien diferente que nos
peleemos y te lleva a tu casa y vuelva a la mía, o te corte el teléfono y no te
llame hasta que se me pase, o no atienda el timbre para ignorarte, que discutir
a rabiar pero dormir en la misma cama toda la noche.
Las parejas mas jóvenes parecen haber tomado
conciencia de estas dificultades y han diseñado pactos de convivencia
transitoria.
Primero fueron las escapadas de vacaciones,
después la convivencia desde unas semanas antes de casarse, luego se
fueron a vivir juntos para después
casarse, y ahora conviven en lugar de casarse. Esta evolución no me alegra,
pero es lo que está sucediendo.
Yo creo que el establecimiento formal de un
vínculo no puede ni debe ser motivo de burla. Mucho tiempo me llevó entender
que casarse, tanto para hombres como para mujeres, cierra un ciclo que de otras
maneras queda abierto.. el casamiento es parte de un rito que separa un antes y
un después,
Casarse o no casarse no cambia gran cosa de
cara al futuro, quienes quieren separase lo harán de todas maneras. Primero,
porque el divorcio existe en la Argentina. Segundo, porque aunque el divorcio
no existiera, ¿que me podría retener a mi al lado de mi esposa si yo no
quisiera estar con ella?. ¿Qué juez va a venir a decirme: No, usted tiene
que vivir acá?. Esto es estúpido, es ridículo pensar que estás obligado a vivir
al lado de quien no querés vivir. Nadie puede obligar a nadie a quedarse donde
no quiere.
La gente que quiere irse y no se va se queda
porque no está dispuesta a pagar el precio.
El tema de los papeles ha dejado de ser
importante con el paso del tiempo.
Nos hemos dado cuenta todos de que somos
nosotros quienes decidimos nuestro lugar de residencia. Soy yo el dueño de mis
relaciones.
Y si sucede que, por ejemplo, te enamoraste de
alguien mas allá de tu posibilidad, si no lo pudiste evitar y querés vivir ese
amor, vas a venir, te vas a sentar conmigo
y con mucho dolor me vas a decir: me pasa esto, y como me pasa esto quiero
esto y pretendo esto otro.
Y se terminó. Entonces decidiremos que hacer, y
después... después veremos.
Porque no tengo dudas que si me querés, no vas
a hacerme daño a sabiendas.
Hay cosas que ni hace falta pactar y hay cosas
que si.
Hace algunos años diseñé para una pareja de
amigos un contrato conyugal. Esta serie de acuerdos y aseveraciones no funciona
como una lista maniqueta sobre lo que se debe y lo que no. Funciona como una
referencia sobre la cual pensar los pactos que cada uno tiene explícitos o
implícitos en el propio matrimonio.
CONTRATO CONYUGAL
Mas
allá del amor
Por Jorge Bucay
1- Definición: El matrimonio es un
compromiso afectivo, espiritual y social
pensado para proyectar, compartir y disfrutar, en un marco seguro y
transcendente.
2-
Duración: El contrato se firma para toda la vida, pero el pacto debe
ser renovado cada cinco años, debiendo renegociar los términos. Si no hubiera
acuerdo de un nuevo contrato, este convenio expira.
3- Propiedad: Las
partes acuerdan definitivamente no considerar al otro como parte de sus
propiedades. Se entiende que mi esposa,
mi marido o mi pareja son términos coloquiales que no implican dominio.
4- Vida
en común: La mayor parte del tiempo habitarán juntos. Las tareas
serán compartidas. Los dos se abstendrán de regañar al cónyuge, aunque cada uno
puede recordar al otro sus responsabilidades con tacto y delicadeza. Cada uno
lavará su propia ropa interior.
5- Dinero: Marido y
mujer compartirán a partes iguales la responsabilidad e los gastos, cada uno conservará
su cuenta bancaria y abrirán una compartida para el proyecto en común. Si en la
división de tareas uno de los dos generara mas dinero que el otro, el ingreso
será de todos modos compartido, disponiendo cada uno del dinero que necesite.
Ambos evitarán decir al otro como y en que debe gastar el dinero.
6- Disputas: Los
desacuerdos no serán considerados nefastos. Dado que se trata de dos individuos
diferentes, se da por sentado que habrá desacuerdos. En esos caso la pareja
encontrará el tiempo para buscar un acuerdo. Si no lo encontraran acordarán el
desacuerdo. Si hace falta una decisión urgente, se dará prioridad a la decisión
del mas capacitado o idóneo en el tema.
7- Peleas: Dado que
los miembros son seres humanos y no máquinas, las disputas pueden generar
discusiones y peleas. Las partes se comprometen a discutir sin faltarse el
respeto ni psíquica ni físicamente.
8- Comunicación:
Las
partes se comprometen a estar siempre abiertas al diálogo. El tratará de hablar
con ella aunque esté enfadado y ella tratará de no castigarlo a él
restringiendo el contacto físico.
9- Sexo: Queda
claramente establecido que la sexualidad de la pareja estará regulada
únicamente por el deseo. Ninguno de los dos se sentirá obligado nunca a
satisfacer los deseos del otro salvo que esto satisfaga sus propios deseos. A
todos los demás efectos se establece que ninguna conducta sexual está
prohibida, es sucia o pecaminosa si ambos acuerdan explorarla.
10- Fidelidad: La pareja
puede pactar libremente esta regla optando entre cualquiera de las siguientes
posibilidades:
a) La
relación sexual es excluyente.
b) Podría
haber otras relaciones pero sin compromiso afectivo
c) Cada uno
decide libremente sobre sus relaciones extramaritales.
En b) y en c) habría que
acordar si estas otras experiencias deben contarse o deben ocultarse.
Cualquiera sea la
opción, derechos y obligaciones serán idénticas para los dos.
11- Niños:
La
pareja tendrá hijos solo en caso de que ambos deseen tenerlos (y en el momento
en que ambos coincidan en el deseo). Mientras tanto, los dos acuerdan que un
aborto sería una decisión hiriente y por lo tanto será responsabilidad de ambos
evitar un embarazo no deseado.
12- Familias: Cada uno
tendrá con su familia de origen las relaciones que crea conveniente y aceptará
la actitud que el otro tenga con ellos. Esto incluirá el derecho de cada uno de
no dejarse presionar por sus suegros.
13- Amigos: Cada uno
conservará sus amigos y amigas. No es imprescindible acordar ni hacer amistad
con los amigos del otro, ni tampoco incluir los propios a la pareja.
14- Control: Cada uno
renuncia expresamente a ejercer control sobre el tiempo, el aspecto, el cuerpo,
los gustos y la forma de actuar del otro. Cada uno se hará responsable de sus
acciones y de las acciones decididas en conjunto, pero no de las decisiones
individuales del otro.
15- Divorcio:
Cualquiera de los dos puede querer divorciarse cuando sienta que lo que han
proyectado juntos ha perdido vigencia. El otro no se opondrá. Si existieran
hijos menores, la pareja acuerda agotar los recursos para salvar el vínculo y
proteger a los niños. Respecto de los bienes se
acuerda que todo lo adquirido durante la vida en común será repartido y
todo lo personal será conservado por cada uno.
16- De
forma: Estos artículos podrán ser revisados a solicitud de
cualquiera de los dos y modificados con el acuerdo de ambas partes. Violar
alguna de estas cláusulas se considera suficiente causa para la ruptura del
contrato y el infractor soportará como única pena el pleno derecho de su
cónyuge de abandonar el vínculo.
17- Firma
del contrato: El presente contrato no tiene ninguna validez
jurídica, civil ni comercial. Es de uso exclusivamente privado y no puede ser
esgrimido como argumento en un litigio. Para dejar esto claramente establecido
debe ser firmado con la mano izquierda, sin ceremonia ni testigos.
Fecha:
/ / firmas
¿Y hará falta tomarse tanto trabajo?
Contesto: Creo que si.
Pero ¿no alcanza con el amor y con el deseo?
Contesto: Creo que no (aunque, sin lugar a dudas, es un maravilloso
lugar desde donde empezar a compartir un camino).
Quizás deba aclarar una vez mas que éste no es
“EL PACTO CONYUGAL del matrimonio normal”, sino sólo una idea. Habrá otras
parecidas y diferentes. Habrá algunas mas rígidas y otras mas elásticas, adaptables
a cada matrimonio y a cada momento del matrimonio. Habrá finalmente quienes
piensen que no hay duda que pactar y menos por escrito, quienes consideren
ridículo establecer normas de conducta acordadas, quienes se fastidien frente a
la sola idea de un contrato conyugal... y quizás tengan razón. Hablo sólo de
aquellas cosas que han servido par mi vida y de las señales que fui encontrando
en MI camino. Las comparto... por si acaso.
Creo que la resistencia de algunos de nosotros
a los pactos se debe a que los vivimos como si fueran las paredes de aquella
prisión a la que me refería al principio.
Intento
demostrar que no solo no es tal, sino que mas bien es todo lo contrario.
Un pacto de respeto a la individualidad, un
contrato de mutuo acuerdo explicitado y
consensuado, un modelo renovable de convivencia, un conjunto de pautas que por
definición son cuestionables y modificables permanentemente, lejos de
esclavizar liberan. Mas que transformase en la celda, un pacto se constituye en
una llave de entrada y de salida de cada encuentro.
Faltaría contestarse, con toda sinceridad, si
somos capaces de establecer una pareja pactando clara y definitivamente que no
tenés por que desear lo que a mi me gusta.
Y nos debemos mutuo respeto por encima de todas
las cosas.
Y que esto implica no solo aceptar sino HONRAR
nuestras diferencias.
Y que la prisión no es tal porque la pareja es
una elección de un lugar donde estar.
Y que la puerta estará siempre abierta (por lo
menos para salir).
No
solemos elegir voluntariamente esa libertad para nosotros, seguramente
porque no queremos concedérsela a los demás, sin embargo, de todas maneras la
tenemos porque la libertad es un derecho irrenunciable y una condición
inevitable.
Aunque escojamos armarnos nuestra propias cárceles
de ideas, levantando paredes y forjando rejas de acero detrás de las cuales nos
sentiremos encerrados, claro, pero con la seguridad que solamente se puede
obtener de lo previsible, de lo estático, de lo eterno. Aunque allí dentro me
muera de asfixia, de angustia o de aburrimiento.
Queremos
pensar que se ama una sola vez en la vida y para siempre, aunque sepamos que no
es verdad. Preferimos retorcernos de miedo controlando lo que el otro hace
cuando no estamos juntos y seguir aferrados a la idea de que no podríamos vivir
el uno sin el otro, aunque sabemos que sin el amado la vida igual continúa
aunque no continúe igual.
Y lo pensamos, en gran medida, porque hemos
sido enseñados a creer en estas mentiras. Falsedades para sostener la idea de
la prisión deseable, pero también para condicionar una forzada fidelidad o una
machista exclusividad (hasta hace 30 o 40 años los hombres pretendían ser
únicos en la historia de las mujeres de bien, y las mujeres se conformaban con
ser la última de los hombres de bien).
En este aspecto
nuestra medrosa educación ni siquiera ha sido equitativa. Las víctimas
sindicadas de esta distorsión son las mujeres. Se hayan dado cuenta o no, gran
parte de las mujeres de aquellos tiempos han sido condicionadas por esta idea
de que la mujer tenía que conformarse con un solo amor y con un solo varón,
para toda la vida.
Angeles Mastretta le hace decir a uno de sus
personajes.
“Cuando la
expectativa de la vida de una mujer era de 45 años, con un amor era suficiente,
pero ahora que una va a vivir como 80... con un solo amor no alcanza. ¡Por lo
menos dos!”.
La
historia de que se ama una sola vez en la vida y para siempre, es mentira.
Es mentira
que sea necesariamente para siempre y es mentira que no pueda ser mas que una
vez en la vida.
Un día por
el caminito de un country, me cruzo con un señor que después de separase de su
primera mujer se había vuelto a casar. Yo lo conocí cuando todavía estaba
casado con la primera. Aquella relación aparentaba ser espectacular. En un
momento determinado, cada uno por su lado había dedicado toda su locuacidad a
describir el amor que sentía.
En la
mesa, mientras las mujeres freían unas empanadas, alguien le pregunta como le
va con este segundo matrimonio, y el cuenta de lo mucho que ama a su segunda mujer.
Cuando ese alguien, que había conocido su relación anterior, le pregunta si
pudo dejar de amar a la primera para poder amar a la segunda, el responde:
- ¡No!
¡Aquello no era amor, el verdadero es éste!.
¿Por qué negar ese amor?. El no podía aceptar que
había amado, que había dejado de amar y que ahora amaba a otra mujer. Tenía que
desprestigiar el otro amor para poder darle lugar a éste. Los viudos y las
viudas a veces hacen lo mismo, dicen: éste es el verdadero amor, el otro no lo
era y ahora me doy cuenta, o pero, aquél era el verdadero amor y entonces no
podré nunca volver a amar verdaderamente.
Me gusta remarcar que se puede amar a alguien,
que se puede dejar de amar y que se puede después amar a otra persona.
En una de mis charlas, alguien me preguntó:
“¿Y no se puede amar a dos a la vez?”
Tenemos mucho miedo a esta pregunta, porque si
aceptáramos y asumiéramos que se puede
amar a mas de una persona o la vez, ¿qué sería de nuestra seguridad?.
Si sostengo:
Que se ama una sola vez en la vida es mentira...
Que el amor está indisoluble ligado al sexo es
mentira...
Que el verdadero amor es eterno es mentira...
Si declamo:
Que no se puede volver a amar después de haber
amado es mentira...
Que mis
afectos dependen de mi voluntad es mentira...
Defenderme contándome la historia de los tipos
de amores, es mentira...
Si, encima de todo, ahora dijera que es
posible amara a mas de una persona a la
vez...
¿qué nos quedaría? ¿la catástrofe?
Es una posibilidad: la absoluta inseguridad
sobre el futuro, por mucho que estemos juntos hoy, mañana no se puede saber.
Pero hay otra posibilidad: junto con las
mentiras, desterrar también la idea de la catástrofe y valorar la relación que
realmente uno tiene.
Porque...
Ahora yo
sé que no se ama una sola vez ni para siempre, me doy cuenta de que mi
esposa bien podría haberme dejado de amar o podría dejar de amarme mañana...
Ahora que sé que el sexo no necesariamente está
ligado al amor, me entero de que ella podría elegir con quién va a tener
relaciones sexuales.
Ahora que sé que la persona que amo puede amar
a mas de una persona a la vez, me doy cuenta de que sentirme querido no
garantiza que ella no ame a otros.
Ahora que yo sé que se deja de amar y que ella
elige sobre su propia vida...
Ahora...
Cuando yo llego a mi casa y mi esposa realmente
está para encontrarse conmigo y para amarnos, entonces le doy a ese encuentro
el valor que tiene.
Ahora que sé todo esto, y estoy seguro de que
ella lo sabe, la conciencia de nuestra libertad de elección lejos de ser una catástrofe es el pasaporte a una
relación de pareja mas plena y trascendente.
Si a pesar de la conciencia, ella y él deciden
seguir juntos, entonces es maravilloso.
Si negamos la conciencia de los hechos para
sostener lo que ya no sucede, aparece la
verdadera catástrofe.
- Vieja –
dice él -, ¿por qué no matamos un pavo para nuestro aniversario?.
- No me
parece una buena idea – dice ella, que ya no lo aguanta - . ¿Qué culpa tiene el
pavo? ¿Por qué no matamos mejor a tu amigo José que nos presentó?.
Un matrimonio vivo es un vínculo donde todavía
palpita la pareja y no un museo recordatorio de todo lo que fuimos, ni un
panteón donde se guardan los restos de nuestra pareja muerta.
La única
pareja posible es la que se da entre dos individuos iguales que deciden
establecer un acuerdo y lo hacen. Rousseau dice puesta de límites, este pacto
no está en oposición a la libertad de cada uno, por el contrario, la
observación del contrato y la posibilidad de revisarlo y repactar constituyen
la libertad.
Son estos
puntos de acuerdo con el otro los que nos vinculan cono unidad.
Pero
atención, esta unidad no es estática, está en continuo movimiento y cambio. Es imprescindible ir
modificando lo pactado para mantener el equilibro inestable que es el vínculo
de pareja.
El cambio
es constante y gracias a él que seguir juntos tiene sentido.
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