Las promesas, los regalos, los cambios repentinos de actitud, las palabras bellas, el esfuerzo laboral son simples motivaciones, no aseguran nada.
Muchas personas las reciben, pero no cambian en su corazón la decisión tomada y no porque no quieran, sino porque -de alguna manera- también el amor es libre. Esto es, ni yo mismo puedo obligarme a sentir por el otro lo que no siento.
En algunos casos la cuestión está terriblemente condimentada por la manera tan “cruel” como las actitudes del otro, sus comportamientos maltratadores, sus indiferencias y sus agresiones verbales nos han matado lo que sentíamos.
Es doloroso pero así es. De este modo, lo único que puedo decir a las personas que tienen una relación –insisto, de cualquier tipo- es: cuídenla, porque corremos el riesgo de matarla y no poder resucitarla nunca. Por ello, cada uno tiene que preguntarse, todos los días, si está teniendo el comportamiento adecuado para que su relación se consolide, crezca, se potencialice y los haga felices.
Hay que revisar las palabras, las actitudes, los comportamientos que se están teniendo en la relación para ver si son los adecuados. Ahora, aunque duela, hay que tener claro que podemos pedir perdón, arrepentirnos de lo hecho y proponernos una nueva relación, pero estamos expuestos a la decisión y el sentir de la otra persona, a la que no podemos obligar a nada. Algunos están tan heridos -y tan golpeados- que no pueden volver a intentarlo aunque quisieran.
Sé que esto no es fácil de aceptar, pero así es. La relación hay que cuidarla y trabajarla mientras pueda hacerlo y depende de mí.
TAREA DEL DÍA:
Cuida a las personas que amas.
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