SEXTO PASO
Estuvimos completamente dispuestos a dejar que Dios eliminase nuestros defectos de carácter
SÉPTIMO PASO
Humildemente suplicamos a Dios que nos librase de nuestros defectos No es sino hasta después de haber completado el Quinto Paso, cuando se ha experimentado humildad y la estimación propia ha sido restablecida como resultado de admitir ante Dios y ante otro ser humano la naturaleza exacta de nuestras faltas, que estamos en una condición espiritual apropiada para llevar a cabo sinceramente las estipulaciones de los Pasos Sexto y Séptimo.
Esta acción trae un hasta ahora desconocido sentimiento de fortaleza moral. Por primera vez nos encaramos con nuestro Yo Verdadero. El Yo cuyas raíces mustias han tocado fuentes de convicción, poder y seguridad de las que ahora se están nutriendo. En la consumación de estos Pasos encontramos una Nueva Paz. Una liberación de la Tensión y la Ansiedad a medida que ponemos en manos de Dios nuestras equivocaciones y nuestros defectos de carácter. Le estamos pidiendo que lo elimine de nuestra vida. Estamos haciendo un gran esfuerzo mental para cooperar con Dios. Sentimos una intensa humildad que clama reconocimiento y Ayuda Divina.
La Elevación Espiritual, la proximidad de nuestro Creador se experimenta como resultado de invocar humildemente su Ayuda, y nuestra buena voluntad para ser librados de pensamientos y hábitos voluntariosos son ambas esenciales para el logro satisfactorio de estos Pasos.
La higiene mental y la ventilación espiritual que hemos iniciado con nuestro inventario y continuado con el Quinto Paso alcanzan su punto culminante cuando sometemos de lleno nuestra voluntad a Dios y queremos entregarle todos nuestros defectos morales.
Los diversos objetivos del Sexto y Séptimo Paso son:
1. Llegar a ser honrados y humildes. Buscar sin reservas Su Ayuda.
2. Perfeccionarnos en la práctica de orar desinteresadamente.
3. Estar consciente de los defectos de nuestro carácter.
4. Querer que se nos quiten.
5. Renunciar totalmente a todo los defectos de carácter.
6. Creer que Dios puede librarnos de ellos.
7. Pedirle a EL que nos los quite todos.
Los resultados que esperamos de la busca de estos objetivos son:
a) Reconciliarnos con la manera de Dios de tratar las cosas. Llegar a sentirnos hartos de nuestra manera de hacerlas y cuando vemos mas allá, de tratar de manejarlo todo.
b) Buena voluntad para llevar a cabo nuestro plan para suprimir el egocentrismo mediante fe y contacto consciente con Dios.
c) Disgusto por nuestras costumbres de alcohólicos y búsqueda de una inspiración religiosa que nos proporcione una sensación interior de seguridad y de paz.
d) Acrecentamiento de nuestra fe, corazón y mente sana, capacidad de ser generosos en nuestras oraciones.
e) Valor espiritual que se traduzca en una actitud confiada hacia la vida; el deseo de hacer restituciones a quienes haya dañado nuestra manera de beber.
f) Un deseo de dejar nuestros caprichos y darle a Dios una oportunidad de remover de nuestra vida todo lo que impide que lo podamos servir a EL y a nuestros semejantes. Verdadera humildad.
g) Eliminación de nuestros defectos de carácter. Lograr tranquilidad mental y sobriedad. La actitud espiritual y el resto de ánimo necesario para la realización eficaz de estos Pasos se ha ido formando progresivamente en la consumación de los primeros cinco Pasos de nuestro Programa.
El conocimiento del alcoholismo, nuestra enfermedad, nos impulsa a acercarnos a Dios para que nos ayude. El Alcohólico tiene que rezar. No existe un tipo fijo de oración para nuestro Uso. Nuestro remordimiento por errores pasados y un deseo genuino de corregirlos nos indicaran como hemos de rezar. Todos llegamos a Dios como enfermos. No tratamos de justificarnos. No tenemos defensa. Nos presentamos a EL victimas del alcoholismo. Pedimos comprensión de esta enfermedad y Su Ayuda para frenarla. Queremos frenarla pero solo para propósitos desinteresados. Pedimos perdón por los errores que hemos cometido. Pedimos cordura y comprensión para conocer Su Voluntad.
Reconociendo nuestros defectos, rogamos a Dios pidiéndole sinceramente que nos libre de ellos.
La oración, nuestra forma suprema de energía mental, sirve para un propósito triple: por medio de ella pedimos la ayuda de Dios, le damos gracias por nuestra recuperación y mantenemos satisfactoria nuestra sobriedad.
No hay nada sobresaliente en la oración de un alcohólico dirige a Dios. Es algo sencillo y sincero en que el alcohólico no tiene nada que perder, pero si de lo que se pude ganar; Sobriedad, Conducta Sensata, Tranquilidad Mental y Felicidad para él y los Suyos.
Hay latente dentro de cada uno de nosotros un poder que se desarrolla mediante el contacto consciente con Dios. Reemplaza el miedo y la debilidad con la fortaleza y la comprensión espirituales. Por medio de ese poder se hace posible el milagro de A.A.
Los Pasos Sexto y Séptimo hacen uso de ese contacto, del que miles de alcohólicos se han valido humildemente para librarse de sus defectos de carácter.
En estos Pasos se encuentra la fragua en que calentamos y forjamos los eslabones separados que forman la cadena de la nueva personalidad que nos estamos forjando. Sin ellos es imposible nuestra recuperación.
Por “reservas” se entienden aquellas actitudes mentales que se oponen a la autoevaluación, así como a la cooperación, la honradez, la tolerancia, el perdón, la fe, el amor y la oración que no es egoísta. Estos “defectos de carácter” se interponen entre nosotros y una sobriedad satisfactoria. Perpetúan la enfermedad espiritual. La recuperación del alcoholismo depende de su eliminación.
En el Sexto y el Séptimo Pasos se indica un tipo de cirugía divina. La oración humilde es el escalpelo con el que Dios separa las partes lesionadas de nuestras personalidades enfermas. La entrega total y la voluntad de Dios nos asegura una operación sin dolor y venturosa. La entrega de nuestros “defectos” a un Poder Superior no es el acto exánime de un derrotista, sino que es el acto bien fundado de un alcohólico que cambiaría su miedo y su debilidad por fortaleza espiritual, comprensión, ánimo y sobriedad. Por lo tanto, “Encarecidamente suplicamos, a Dios que nos libre de nuestros defectos”.
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