Hoy dar gracias no está muy de moda, ya ni lo enseñan a los niños, en parte porque no estamos acostumbrados a ver el esfuerzo de los otros por darnos lo que recibimos y porque creemos, muchas veces, que lo que hacen es sencillamente su trabajo y están pagando por dicho servicio.
Es el pan de cada día ver en un supermercado gente que se cree dueña de los empleados del lugar, y entonces les dan órdenes, los maltratan verbalmente y nunca son capaces de agradecer, como si los demás estuvieran obligados a hacer lo que un cliente quiere solo porque pagan.
Y así, se ve en colegios, en parroquias, en bancos, en la calle…
En esos casos, es bueno repensar la humanidad, repensarnos como seres humanos y preguntarnos si vale la pena ser tan secos y toscos, ¿no es mejor ser amables y aprender a decir gracias a los demás por el servicio que nos prestan?
Esta situación la pasamos muchas veces también al plano de lo espiritual, y con mucha frecuencia volvemos la oración una lista de mercado en la que le pedimos y le pedimos a Dios como si Él estuviera obligado a darnos, y de esta manera olvidamos -pasamos por alto- lo importante que es decirle “gracias” por todo lo que hace en nuestras vidas. Siempre hay motivos para dar gracias, ya sea por lo que hace o tan solo por su compañía.
Hoy te invito a ser agradecido por todo, aun por lo que tú crees que está mal en tu vida, sé agradecido por tu trabajo, por tu casa, por lo que tienes, agradece, estoy seguro de que tú tienes hoy mucho más que otros. Revísalo
Tarea del día:
Agradece a los que te prestan algún servicio
Alberto Linero
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