2. Remedio: pidámosle perdón
a Dios por nuestra autocompasión. Ella es un no aceptar aquella
enseñanza divina que dice: "todo sucede para bien de los que aman a Dios "hasta
ahora nos hemos rechazado y revelado por potros salvajes que no quieren dejarse
llevar por la brida de que nos quiere guiar hacia el puerto de la paz y de la
eterna tranquilidad. Pues vamos a decirle a nuestro Señor las palabras que le
dijo el santo Job, cuando después de haber dedicado un tiempo al auto compadecerse,
recibió una fuerte reprimenda del justo Dios, y convencido de que el dedicarse
a auto compadecerse había sido grave error y perder su tiempo, y un disgustar
el Creador, exclamó: "señor Dios, yo trataba de corregir tu sabiduría
infinita con razones y alegatos sin sentido, y Me dediqué a hablar de lo que no
entendía. Retracto las palabras quejumbrosas que pronuncié Y te pido perdón por
ellas, y me dedicaré a ofrecerte penitencias por estas ofensas que te hice
hablando sin razón".
No
olvidemos: Mientras más veces le pidamos Perdón al Señor por haber cometido El
pecado de andar sintiéndonos compasión y creyendo en los pobres eres, Víctimas
de injusticias; Mientras más le pidamos Perdón al buen Dios por esta Rebeldía
nuestra que nos impide aceptar lo que su sabiduría infinita permite que no
suceda, más seremos perdonados por él, y una gran paz y una Incontenible
alegría inundará nuestro corazón. Y repetiremos con el salmista: "mientras
no confesaba mi pecado, mi alma desfallecía de amargura. Confesé al Señor mi
pecado y goce de mucha paz.
3. Pidamos
a Dios la victoria contra la autocompasión. Hay una frase del apóstol San
Juan que verdaderamente llena de emoción al oírla y leerla. Hay una frase del
apóstol San Juan que verdaderamente llena de emoción al oírla y leerla. Dice
así: "Esta es la confianza que tenemos en Dios: que si le pedimos
algo que haga agrande su voluntad, Él nos escucha, y si no se escucha es señal
de que va a responder nuestras peticiones". ¿Y Acaso no será algo que
agrada mucho a la santa voluntad de Dios el pedirle que nos libre de andar
cometiendo el pecado de la auto conmiseración que a él le disgusta y que a
nosotros nos hace tanto mal?
Seamos
realistas: por nosotros mismos no somos capaces de resistir y rechazar los
pensamientos de autocompasión. Son demasiado fuertes y demasiado frecuentes e
insistentes para que logremos alejarlos. Pero con la ayuda de Dios sí
lograremos echarlos lejos. Oremos con fe y podremos decir con San Pablo:
"Todo lo puedo en aquél que me fortalece". ¡Si, todo lo puedo,
orando, todo, hasta ser alegre y, no Auto compadecerme!
4. Démosle
gracias a Dios por las penas y contrariedades que nos quieren llevar a la auto
conmiseración. Esta es
una práctica que trae efectos increíbles. Miles de personas en el mundo entero
han hecho esta experiencia y anotado un cambio inesperado en su vida y en su
comportamiento. Antes mal decían y renegaban y sentían lástima y compasión. Pero
en el momento en el que empezaron a darle gracias a nuestro señor por esas
penas y amarguras que les llegan, se han encontrado como sumergidas en un mar
de paz y tranquilidad y como en un oasis de alegría y de Gran paciencia y
valor.
Cuando
hacemos esto estamos cumpliendo a que el mandato divino que dice Cuando hacemos
esto estamos cumpliendo a que el mandato divino que dice: "Dar gracias al
Señor en toda ocasión, porque ésta es la voluntad de Dios en Cristo
Jesús".
Ahora le
damos gracias al bondadoso Dios sin entender el porqué permite que no sucedan
estas cosas. Pero un día en la eternidad veremos claramente que todo esto por
amargo y duro Que nos haya parecido, entraba en un plan maravilloso que la
sabiduría divina hizo para nuestro bien, y siempre para nuestro mayor bien. Y
veremos cuando sabiamente procedimos cuando le dijimos con el padre Foucauld:
"me pongo en tus manos padre. Haz de mi lo que quieras. Sea lo que sea lo
que tú permites que me suceda, bendeciré siempre tu santísima voluntad porque
estoy seguro de que me amas inmensamente y que nada de lo que permitas que me
suceda será para mí mal. Lo único que me puede suceder para daño mío es mi
pecado. Lo demás que el amadísimo Dios permita que me suceda será siempre para
mí verdadero bien. Por eso le diré muchas veces en mi vida: 'Aleluya' que
significa: Bendito sea mi Dios, alabado sea mi Dios, Gracias sean dadas a mi
Dios. Aleluya para siempre. Amén. ¡Aleluya!"
Haga un
ensayo: la
próxima vez que sienta dolores y enfermedades, bendiga a Dios por esos dolores
y males y dígale un "muchas gracias "por permitirme participar así de
esa manera de la pasión de Jesucristo. Y cuando alguien le insulté olé trata
injustamente O diga de usted lo que no es verdad o le demuestre desprecio,
bendiga a Dios y dale gracias porque le permite asemejarse tanto a Cristo que
fue humillado y calumniado. Y cuando sienta que su situación económica es
deplorable, en vez de maldecir, por renegar, bendiga a Dios que le permite
imitar a Jesús que nació pobre en su pesebre y no tuvo en su vida apostólica
donde reclinar la cabeza y murió despojado en una cruz. Haga el ensayo, y en
vez de dedicarse a auto compadecerse, dedícale a darle gracias a Dios por estas
contrariedades y sentirá que una oleada de paz y de alegría inunda su alma.
Haga el ensayo y verá que sí.