«Hemos sido expertos en autoengaños y excusas…»
Texto Básico, p. 32
Cuando llegamos a nuestra primera reunión y oímos que debemos ser honestos, quizás pensemos: «Bueno, no debe ser muy difícil. Lo único que hay que hacer es parar de mentir». A algunos nos resulta fácil.
Ya no tenemos que mentir a nuestro jefe por haber faltado al trabajo, ni a nuestra familia sobre dónde estuvimos anoche. Nos damos cuenta de que como no consumimos drogas, tenemos menos cosas sobre las que mentir. Es posible que algunos tengamos dificultades con este tipo de honestidad; pero aprender al menos a no mentir es sencillo: no se miente y listo, pase lo que pase.
La mayoría - si tenemos valor, estamos decididos a practicarlo y contamos con el apoyo de nuestros compañeros de NA y la ayuda de nuestro Poder Superior - con el tiempo logramos este tipo de honestidad.
Honestidad, sin embargo, significa mucho más que no mentir. El tipo de honestidad realmente indispensable en recuperación es la que se tiene con uno mismo, que no es fácil ni sencilla de lograr.
Durante nuestra adicción, creamos una tormenta de autoengaño y excusas, un torbellino de mentiras en el que la pequeña voz de la honestidad con uno mismo ni se oía. Para lograr este tipo de honestidad, primero debemos dejar de mentirnos. Al practicar la meditación del Undécimo Paso, debemos quedarnos callados. Después, en la quietud resultante, debemos escuchar para oír la verdad.
Cuando nos quedemos en silencio, la honestidad con uno mismo estará a nuestro alcance.
Sólo por hoy: Me quedaré quieto y en silencio, escuchando la voz de la verdad dentro de mí. Respetaré la verdad que encuentre.