LOS TRES
MÉTODOS QUE SE ENSAYARON PARA CURAR DEPRIMIDOS
En la universidad Católica hicimos un ensayo de decoracion de deprimidos, dividiéndolos
en tres grupos. Al primer grupo se le enseñaron varios métodos de curación de
la depresión y se les dejo que lo practicaran por su cuenta. Al segundo se les
enseñaron estos métodos y se les motivo muy fuertemente para que se dedicaran a
orar al Señor para lograr superar la depresión y la autocompasión. Y al tercer
grupo además de enseñarle los otros métodos de curación y de insistir las en la
necesidad de orar se les trata de convencer de que Hay que orar dando gracias y
que hay que agradecer al Señor cada pena, cada contrariedad y cada sufrimiento
que nos sucede.
Al cabo
de varias semanas Los del primer grupo habían adelantado muy poco en la
curación de su depresión y autocompasión. Los del segundo grupo que habían
orado y se habían dedicado emplear los métodos para curarse de su tristeza, el
50% había mejorado notablemente. Y los del Tercer grupo, los que se habían
dedicado a dar gracias a Dios por sus penalidades, el 85% había progresado
maravillosamente en su lucha contra la compasión. Es que "dar
gracias" produce buen resultado.
Un
accidente y una acción de gracias
Habíamos
logrado comprar un automóvil nuevo después de muchos meses de estar ahorrando.
Y al poquito tiempo de haberlo estrenado llegó un imprudente y le dio un fuerte
golpe que lo dejo todo sumido y arrugado. Me puse pálido de la ira. El estómago
se me encogió y empecé a planear como vengarme de aquel irresponsable. Pero
enseguida elevé mi pensamiento al cielo y exclamé: "Bendito sea Dios.
Gracias a Dios. Él nos lo dio, él nos lo quitó. Bendito sea Dios". Recordé
el consejo del apóstol: "no andéis afanados. Qué vuestra oración se le ve
a Dios Dándole gracias". Y como resultado de mi oración no guarda ninguna
amargura por aquel accidente. No me habría podido conservar así de tranquilo si
no hubiera dicho una plegaria de acción de gracias al Señor por lo que permitió
que sucediera. Yo no entendía porque tenía que haber sucedido aquel accidente
tan irracional. Pero no hace falta entender para dar las gracias a Dios. El, sí
sabe muy bien porque permite que sucedan las cosas. Y ante estos hechos
inesperados nos quedan dos caminos a seguir: o quejarnos, maldecir, renegar y
llenarnos de autocompasión y de depresión, o en cambio dar gracias a Dios por
lo que sucede y conservar la paz en el alma y verse libre de la auto conmiseración
que es la que lleva a la depresión. Y es más provechoso escoger El Camino Que
Lleva a no auto compadecerse.