ORAR
PIDIENDO EL ESPÍRITU SANTO
JESÚS
PROMETIÓ SOLEMNEMENTE: "mi padre dará el espíritu santo a los que se lo
pidan". Algunas personas preguntan: "Y cuántas veces tengo que
pedirle al Padre Celestial que me envía el Espíritu Santo?" -La respuesta
es ésta: -todas las veces que lo necesite. ¿Y cuándo es que no lo necesitamos?
Los
educadores dicen que nada puede reemplazar la repetición. Y en la oración hay
que repetir y repetir muchísimas veces una misma petición. Y además los
psicólogos afirman que la repetición de lo bueno acaba con lo malo. Sí
repetimos muchísimas veces la petición de que no se ha enviado el divino
espíritu, terminaremos Alejandro los malos espíritus de depresión y desánimo
que nos quieren paralizar.
Le
recomendamos que se lea un bellísimo librito de esta misma colección que se
titula: "maravillas del Espíritu Santo". Le va a
encantar. Las 12 ediciones que ha tenido en pocos años demuestran la enorme
aceptación que el tal libro tan pequeñito y tan barato, pero tan instructivo,
ha conseguido entre la gente creyente. Allí va a encontrar los efectos
verdaderamente maravillosos que consigue Quién se dedica a pedir que a su alma
venga el Espíritu Santo. Él es una persona supremamente activa y cuando llega a
un individuo le transforma su cerebro en luz. Su corazón en fuego de amor y su
voluntad en roca fuerte que resiste cualquier ataque del enemigo. Si la gente
supiera lo que va a cambiar su vida Si recibe al Espíritu Santo, no dejaría ni
un solo día de pedirle al Padre Celestial por medio de su hijo Jesucristo que
le envié tan poderoso y santo espíritu. Empiece usted a pedirlo desde ahora
mismo. Y lo recibirá.
Pero no
esperemos que el espíritu santo obre milagros, si no le colaboramos. Hay
individuos que desean que el divino espíritu sobre el milagro de quitarles su
autocompasión y su depresión, pero sin poner ellos nada de su parte.
"Ayúdate que yo te ayudare", no sigue diciendo Dios. El señor no hace
por nosotros lo que nosotros podemos hacer, pero nos capacita y nos envía su
santo espíritu para que nos dirija en la batalla contra la depresión. Y lo
primero que nos pide para no estar deprimido escuchamos lejos esos esquemas de
autocompasión y de tristeza que nos oprimen. Si dejamos de sentir lástima por
nosotros mismos, Entonces si el espíritu santo encuentra ya el campo listo para
llenarnos de abundantes frutos de alegría y de optimismo. Dejémoslo actuar.
Un
ejemplo de depresión por autocompasión
Por meses
y meses había ahorrado entre 4 amigos todo lo que nos sobraba de nuestros
gastos personales para poder comprar un campero que nos sirviera para salir a
visitar y ayudar a las personas pobres que necesitaban de nuestro trabajo
espiritual. Y al fin lo logramos conseguir. El equivalente de $20000 nos costó,
al contado. Un Toyota ordinario que podía subir por cualquier pendiente de los
barrios pobres y que tenía capacidad para llevar varios enfermos o para cargar
bastantes provisiones para los pobres. Estábamos felices (esta clase de carros
es sumamente costosa en nuestro país).
Pero a
uno de nuestros compañeros se le enfermó su papá y empezó a tener que ir a
visitarlo cada noche. Y no se había dado cuenta de que a Los Camperos los
ladrones les van siguiendo cuidadosamente sus itinerarios y los sitios por
dónde viajan. A la cuarta noche de visitar a su padre enfermo, Al subir al
segundo piso de su casa sintió un ruido, miró por la ventana y con terror vio
que se llevaba el campero que había dejado estacionado en la calle. Pusimos la
queja ante las autoridades, pero el Toyota no apareció. No lo teníamos
asegurado. Era una verdadera tragedia para nosotros.
Mi
depresión fue grande. Los ahorros de meses y años, todos perdidos en una sola
hora. Y tanta ilusión que teníamos de poder visitar a esas gentes pobres y
llevarles ayudas, y de poder traer enfermos a los hospitales.
Varios
amigos me visitaban para darme el pésame por tan grave pérdida; y el compañero
que tenía al papá enfermo estaba avergonzado de su descuido. Yo hasta llegué a
hacerle reclamos al mismo Dios. "Señor, si era para bien de la gente. Si
era para extender tu religión. Si lo habíamos comprado con el sudor de la
frente". Y rezaba y rezaba, pero el bendito Toyota no aparecía. Y mi
depresión aumentaba cada día.
Hasta que
una tarde paseándome por un bosque me puse a pensar: "¿Como, yo que le
insisto a tanta gente en que no se dejen vencer por la auto conmiseración me
estoy a gusto compadeciendo? Y yo que tantas veces se ha repetido a mis
consultantes la bellísima frase de San Pablo: "¿Todo lo permite Dios para
el bien de los que lo aman’, ahora me estoy dedicando a no aceptar lo que Dios
ha permitido que me suceda?". Y me quedé unos momentos ahí de pie bajo un
gran árbol y le di gracias al Señor por haber permitido que nos robaran el
campero aquel. En aquel momento sentí una oleada de alegría y de paz que inundó
todo mi ser, y la depresión se evaporo como agua echada sobre una parrilla
ardiente. Después, varias veces trato de volverme la depresión, pero cada vez
le volví a dar gracias a Dios por este suceso, y la depresión tuvo que irse.
Hasta que hace unos meses vino a visitar nuestra obra un benefactor
norteamericano y al saber que para visitar los barrios pobres en terrenos
empinados lo teníamos que hacer a pie y con dificultad, nos obsequió un hermoso
Toyota extra largo, último modelo. Y 3 amigos más nos brindaron cada uno su
camioneta de doble transmisión para muchísimos de nuestros viajes en favor de
los necesitados. El Señor nos quitó un bien con una mano, y nos ha llenado de
bienes con sus dos manos grandes y generosas. Pero antes quiso que alejar amos
la autocompasión y le diéramos Gracias a él por lo que nos había sucedido. Y dar
Gracias produce muy buen resultado.