Empezamos la recuperación. Empezamos a cuidar de nosotros mismos.
Nuestro programa de recuperación empieza a funcionar en nuestra vida y empezamos a sentirnos bien con nosotros mismos.
¡Y luego nos golpea la culpa!
Cada vez que empezamos a experimentar la plenitud y la alegría de vivir, podemos sentirnos culpables por aquellos que hemos dejado atrás, aquellos que no están en recuperación, aquellos que aún sufren. Este sentimiento de culpa del sobreviviente es un síntoma de codependencia.
Podemos pensar en el esposo de quien nos hemos divorciado y que sigue bebiendo. Podemos pensar en un hijo ya mayor o adulto, que sigue sufriendo. Podemos recibir una llamada telefónica de uno de nuestros padres que no esta en recuperación y que nos relata sus desgracias. Y sentimos que nos envuelve su dolor.
¿Como podemos estar tan bien, tan felices, cuando aquellos que amamos siguen aun en desgracia?
¿Podemos realmente romper con ellos y llevar una vida satisfactoria, a pesar de las circunstancias?
¡Si, podemos!.
Y si, duele dejar atrás a los que amamos. Pero sigue hacia adelante de todas maneras. Se paciente. La recuperación de otras personas no es nuestra labor. Nosotros no podemos hacer que se recuperen. No podemos hacerlas felices.
Debemos preguntarnos por que fuimos escogidos nosotros para tener una vida más plena. Tal vez nunca sepamos la respuesta. Algunos podrán entrar a su debido tiempo, pero su recuperación no es asunto nuestro. La única recuperación que podemos reclamar realmente es la nuestra.
Podemos dejar ir a los demás con amor, y amarnos a nosotros mismos sin sentimientos de culpa.
“Hoy estoy dispuesto a superar mi tristeza y mis sentimientos de culpa. Me permitiré estar sano y feliz, aunque alguien a quien ame no haya elegido el mismo camino”.