martes, 14 de agosto de 2018

Síntomas de la Borrachera Seca (2° Sintoma)

Segundo síntoma: actitud permanente de deshonestidad ante si mismo y los demás.

Maestros de la excusa y campeones del pretexto


El gran problema de la mentalidad del alcohólico es que la mentira y la deshonestidad fueron utilizadas tanto tiempo para justificar su conducta adictiva que quedó condicionada a su mente como un mecanismo automático que le cuesta mucho trabajo manejar en la etapa de recuperación.
En el proceso de recuperación del alcohólico (y del adicto en general) uno de los elementos que más trabajo le cuesta lograr al que se está rehabilitando es recuperar la confianza de los demás. De hecho, uno de los objetivos claves en la rehabilitación de los adictos es recuperar la confianza de los demás, especialmente de sus seres queridos.

Y es que, en general, los alcohólicos y los adictos a otras drogas se vuelven unos mentirosos consumados, profesionales del engaño, la mentira o, en el mejor de los casos, la verdad a medias como un instrumento para obtener la droga, disimular sus efectos o justificar el sistemático abandono de las responsabilidades que generan la adicción al alcohol y a las drogas.
La más peligrosa de las herramientas psicológicas del adicto es la lengua. El alcohólico se torna un hablador profesional. Su inseguridad y sus complejos de inferioridad lo llevan a desarrollar fantasías compensatorias sobre su persona y su vida, fantasías que se convierten en mentiras que termina por creer él mismo. Sonia S., una alcohólica recuperada con seis años militando en los grupos de Alcohólicos Anónimos (AA), refería que ella siempre se avergonzaba de su familia, por ser de condición humilde. Cuando conoció a su novio, que era de una posición social y económica más alta, siempre le mintió sobre su familia diciéndole que radicaba en Estados Unidos y que ella vivía con unos parientes. Cada vez que tenía que contestar alguna pregunta que su novio le formulaba acerca de su familia, ella respondía con mentiras, mentiras que tenían que ser respaldadas por otras mentiras, hasta tejer una red de engaños en la que ella misma terminó atrapada, pues cuando decidieron formalizar los arreglos para la boda se descubrió toda la verdad. Tal fue la decepción del novio por la actitud deshonesta de ella que canceló la boda. Esta situación influyó para que Sonia desarrollara su alcoholismo, del que felizmente se ha recuperado, teniendo en la actualidad como principio fundamental de su recuperación decir siempre la verdad, pase lo que pase.

Sin embargo, muchos alcohólicos y adictos en recuperación continúan siendo maestros de la excusa y
campeones del pretexto; siguen haciendo promesas que no cumplen; presumen lo que no tienen; manipulan a los demás para obtener beneficios; chantajean para controlar a otros; engañan a sus cónyuges; hacen trampa; practican corruptelas; piden prestado y no pagan; venden kilos de 800 gramos; dicen que son solteros siendo casados; no respetan sus compromisos; son convenencieros y acomodaticios; no respetan la ley ni los reglamentos; no son sinceros, dicen una cosa y hacen otra y no logran recuperar la confianza de los demás, sobre todo la de sus seres queridos más cercanos.

Estos alcohólicos en recuperación son borrachos secos que no han logrado superar su deshonestidad. A estos borrachos secos les gusta que les digan que mintieron mucho en el pasado, pero odian que les digan que siguen mintiendo a pesar de que ya no beben.

Esta incapacidad de superar la deshonestidad no es más que un síntoma de inmadurez. Como dice Ann Landers: "Madurez significa confiabilidad; mantener la propia palabra, superar la crisis. Los inmaduros son maestros de la excusa, son los confusos y desorganizados, sus vidas son una mezcla de promesas rotas, amigos perdidos, negocios sin terminar y buenas intenciones que nunca se convierten en realidad". O como sentencia Patrón Luján: "Ser hombre es tener vergüenza, sentir pena de burlarse de una mujer, de abusar del débil o de mentir al ingenuo".

Del engaño al autoengaño Además de la inmadurez, otro mecanismo psicológico que determina la deshonestidad es la negación. El adicto es negador por naturaleza. No acepta su realidad: ni su realidad alcohólica ni su realidad no alcohólica. Esto puede constituir la raíz de su tendencia a la deshonestidad.

"El engaño a los demás casi siempre tiene sus raíces en el engaño a nosotros mismos", sentencia el
Grapevine de agosto de 1961. El alcohólico es una persona que vive permanentemente autoengañada como consecuencia de la no aceptación de su realidad, y esto lo lleva a desarrollar el mal hábito de engañar a los demás. Pero como se cree sus propias mentiras, en ocasiones se siente víctima de los demás porque no le creen ni le tienen confianza.

Otra forma de deshonestidad es la proyección. Proyectarse es ver en otras personas nuestros propios defectos, debilidades y desviaciones. Cuando en el proceso de recuperación del alcoholismo o la drogadicción se piensa más en los defectos de otras personas que en los propios, se está cayendo en un mecanismo de evasión de nuestra propia realidad que no es más que una forma de deshonestidad hacia uno mismo. Bill W. en una de sus cartas (1966) se refiere a esta forma de deshonestidad de la siguiente manera:

"Esta es una forma sutil y perversa de la satisfacción de sí mismo que nos permite seguir  cómodamente inconscientes de nuestros defectos".
Finalmente, el otro mecanismo de defensa psicológico que hace del alcohólico el rey del pretexto es la racionalización.

El alcohólico y el adicto a drogas siempre racionalizaron su necesidad compulsiva de alcohol y drogas al tratar de justificar con pretextos el porqué consumían. Una vez que dejan el alcohol o las drogas siguen racionalizando alrededor de su realidad no alcohólica. Racionalizan sus actitudes deshonestas en su hogar o en su trabajo. Siempre encuentran un pretexto para justificar porqué no han cumplido una promesa o no terminaron un proyecto. Ya no beben, ya no consumen drogas, pero siguen fallando, siguen fracasando, siguen saboteándose el éxito, y siempre encuentran un pretexto para salir bien librados y no aceptar su verdadera realidad.

Precisamente cómo y cuándo decimos la verdad, o nos quedamos callados, a menudo puede representar la diferencia entre la auténtica integridad y la falta completa de ésta.

Complementamos esta idea con lo que se lee en la página 68 del libro grande de los Alcohólicos Anónimos:

"Más que la mayoría de las personas, el alcohólico lleva una vida doble, tiene mucho de actor. Ante el mundo exterior representa su papel de actor. Éste es el único que le gusta que vean sus semejantes. Quiere gozar de cierta reputación, pero sabe en lo más íntimo de su ser que no se la merece".
¿Honestidad absoluta?

Todo lo anterior no quiere decir que la única forma de no padecer de una borrachera seca sea practicar una férrea, absoluta y fundamentalista honestidad. Sólo Dios puede saber lo que es la honestidad absoluta, por lo tanto, cada uno de nosotros tiene que formarse una idea de lo que puede ser este magnífico ideal según su propia capacidad.

En otra de sus cartas (1966) Bill W. afirma: "Falibles como somos y que seremos todos en la vida, sería presuntuoso creer que pudiéramos en realidad lograr la honestidad absoluta. Lo mejor que podemos hacer es esforzarnos por mejorar la calidad de nuestra honestidad".

Lo anterior constituye una característica de la sobriedad que es el equilibrio. En la superación personal del alcohólico en recuperación hay que evitar los perfeccionismos y los fundamentalismos y la honestidad absoluta es, como se menciona líneas arriba, una cualidad exclusiva de Dios.
Algunas preguntas que me ayudará a saber si soy honesto Cada quién en su interior sabe perfectamente si está actuando con integridad en la vida, si es congruente con lo que piensa, lo que dice y lo que hace, y esgrime la verdad como herramienta fundamental de su existencia o si la mentira es una forma de hábito existencial.

Sin embargo, la mente del alcohólico es traicionera y lleva, con frecuencia, al autoengaño, por lo que,
muchos alcohólicos en recuperación creen que son muy honestos cuando en realidad no lo son tanto.

Estas cinco preguntas ayudarán al alcohólico en recuperación a reconocer el grado de honestidad en su comportamiento.

1. ¿Soy honesto conmigo mismo acerca de mis motivaciones?
Aquí la respuesta correcta obviamente es Si. Sin embargo, es común que los alcohólicos en recuperación se auto engañan con respecto a la autenticidad de sus motivaciones, por ejemplo: el miembro del grupo de AA que muestra un desusado interés por ayudar a la compañera que acaba de incorporarse, cuando su motivación real es seducirla; o aquel otro que asiste diariamente a sus juntas y se queda varias horas charlando con los compañeros después de la sesión, cuando su verdadera motivación es evadir de los problemas que tiene con su esposa.

2. ¿Trato de buscar pretextos para justificar mis faltas?
La respuesta correcta es No. No busco pretextos sino que acepto mis faltas y trato de superarlas. El borracho seco practica a la perfección el libro de oro de los pretextos. Nunca asume la responsabilidad de sus fallas o de sus defectos. Siempre encuentra un culpable a quien responsabilizar: "Llegué tarde porque había mucho tráfico", "No fui a trabajar porque se enfermó mi abuelita", "Reprobé por culpa del profesor", "No tengo dinero por culpa del gobierno", etcétera.

3. ¿Procuro no decir mentiras, ni siquiera pequeñas?
Aquí se debe responder Si. Procuro nunca mentir ni siquiera decir mentiras piadosas.
La mayoría de los adictos en recuperación siguen diciendo mentiras, sobre todo de las pequeñas, hábito que adquirieron en su etapa de alcoholismo activo. Muchos piensan que no tiene importancia decir mentiras pequeñas o mentiras piadosas; algunos prefieren las medias verdades. No hay que olvidar que las medias verdades son medias mentiras y, por tanto, una forma de deshonestidad.

4. ¿Puedo ser íntegro con los demás manifestándoles quien soy?
La respuesta correcta es Si. No me apena decirles a los demás quien soy y qué enfermedad padezco.
Muchos alcohólicos, presuntamente en recuperación, siguen negándose a sí mismos porque les apena
mucho que los demás se enteren. Niegan su origen, niegan su situación social y económica, niegan su
enfermedad, niegan sus debilidades y se convierten en actores que están representando un papel para
cuidar su imagen ante los demás, Esto les impide ser auténticos y, en consecuencia, no son sinceros y
mienten con frecuencia.

5. ¿Tengo cuidado de no ser hostil o maligno bajo la capa de la honestidad?
La respuesta aquí también deberá ser afirmativa. Muchos alcohólicos que llevan mucho tiempo en
recuperación y que han adquirido cierto prestigio ante sus compañeros de grupo, caen con frecuencia en la tentación del poder o del prestigio y quieren controlar o manipular a los compañeros menos antiguos. En ocasiones sienten envidia, resentimiento o antipatía y entonces los agreden o satanizan argumentando que lo hacen por su bien. Asimismo, asumen estas actitudes con sus seres queridos, amigos o compañeros de trabajo.
Desarrollar el hábito de la sinceridad, la honestidad y la honradez es una de las metas fundamentales para quien aspira a alcanzar la sobriedad. Esto requiere de una gran disciplina, autoobservación y auto vigilancia.
Ser auténtico, íntegro y congruente con lo que se piensa, lo que se dice y lo que se hace implica desarrollar a satisfacción la virtud de la honestidad.

Terminamos con el pensamiento de Confucio:
"El hombre honrado es el que subordina su derecho a su deber".

por el Doctor José Antonio Elizondo López

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