sábado, 15 de diciembre de 2018

Llegamos a Creer (Cap 9 - Parte 3)

OTRO TIMONEL
Por años, mi literatura favorita fue Homero: "La Odisea", porque toda la vida es un viaje; "La Ilíada", porque toda la vida es una batalla. Ahora me pregunto: ¿Empero necesita la vida ser tal como Homero parece haberla visto? ¿Por qué debo estar viajando constantemente, escapándome de mí mismo? ¿Constantemente batallando conmigo y resistiéndome de esta vida que Dios me ha dado? ¿Por que no relajarme y dejar que Alguien que está muchísimo más capacitado que yo, maneje el timón y haga los planes?.
Seattle, Washington.


TENGO QUE APRENDER
Muchos en nuestra Comunidad expresan nuestras tres etapas de aprendizaje y crecimiento de esta manera: "Yo llegué, Yo llegué a . . . Yo llegué a creer".

En mi caso, pasaron unos tres años antes de que comenzara la tercera etapa. En los años que siguieron, creo haber experimentado un fortalecimiento gradual y un crecimiento de la frecuencia en mi comunicación con Dios tal como yo le comprendo.

"El hombre está dispuesto a morir por una idea, siempre que esa idea no esté muy clara para él", escribió Paul Eldridge. Esa es la manera como el lado espiritual del programa de A.A. me parece a mí. Me meto en dificultades si intento analizarlo; no trato de comprenderlo. Estas notas al azar representan la mejor manera en que puedo expresarlo en palabras:

El Cardenal Newman, dijo, "Es la energía misma de tu pensamiento la que te mantiene alejado de tu Dios". Así me sucedía a mí, según creo. El dicho "Ríndete y Entrégate a Dios" debe hacer sido escrito precisamente para mí . . .

Para mí, Dios es esa tranquila, sosegada voz que oigo tantas veces durante cada día, diciendo, "¡Roy, eso no es suficientemente bueno!" . . .

Vivo a solas y hubo una vez en que me sentí solo. Pero ahora puedo disfrutar de las recompensas que vienen únicamente en los momentos de soledad . . .

A menudo protesto contra las cosas que me parecen limitaciones y obstáculos. Pero éstas podrían ser en verdad las cosas que más necesito. Porque lo que llamo impedimentos, obstáculos o desalientos son probablemente oportunidades que Dios me da.

Conforme trato de crecer en este programa de A.A., ocasionalmente debo "recordar cuando . . ." - pero no con objeto de cavilar acerca del pasado. A.A. me enseñó cómo manejarlo, cómo ponerlo en su propio sitio y perspectiva. Creo que necesito aprender que debo dejar que Dios me enseñe, que la única forma de poder liberarme de mi pasado, es lograr extraer de él un futuro. Dios no desperdicia nada . . .

Ahora que estoy sobrio y que he intentado poner mi voluntad y mi vida bajo el cuidado de Dios, creo que el regalo más grande que puedo otorgar - al mundo, a cualquier grupo de personas o a cualquier persona del mundo - es mi propia persona. Creo que Dios nos dio a cada uno de nosotros una personalidad única, para que a nuestra vez podamos dársela a otros. Ahora la puedo dar, con alegría de vivir, con calor, amistosamente feliz, ¡sobrio!. . .

Creo que Dios nos hizo a todos diferentes por otra razón: Estoy convencido de que hay alguna cosa en particular que puedo hacer mejor que cualquiera otro en este mundo. Es designio de Dios. ¡Y El quiere que yo la haga!. Por medio de los Doce Pasos, un buen número de miembros de A.A. han encontrado cuales son sus asignadas tareas en este tierra. Y las están haciendo.
Por eso, los Doce Pasos deben continuar siendo más apremiantes y más obligantes para mí que cualquier otra cosa que encuentre en mi vida. Porque sólo trabajando estos Pasos puedo estar cerca mucho más cerca de conocer las intenciones de Dios para conmigo.

Quizás Dios piense que una tarea muy modesta en mi comunidad es todo lo que soy capaz de hacer. Pero esta tarea está ahí. Es real. Y así, con la ayuda de mis amigos en A.A., debo buscar cual es esa tarea. ¡Luego, con su ayuda, tengo que hacerla!.
Toronto, Ontario, Canadá.


FUENTE DE FORTALEZA
Pocos años antes de venir a A.A. me di cuenta de que me estaba volviendo loca. Me recuerdo gritándole a Dios que me ayudara. En alguna forma, obtuve la fortaleza para dejar a mi esposo. (Tenía miedo que, en una de mis violentas borracheras lo matara, o me matara él). Fue un largo camino desde ese momento hasta la hora en que fui capaz de conseguir ayuda y saber que Dios estaba en mi vida.

Tuve el primer vislumbre de esperanza en mi primera reunión de A.A. Mí temor era que yo pudiera no tener la enfermedad del alcoholismo; si así fuera, sabía que nunca lograría salid adelante. La vida había dejado de funcionar para mí en cualquier forma normal; mis depresiones eran paralizantes.
A.A. parecía presentarme la dirección y la estructura que había anhelado. Comencé a tener apenas una leve motivación , débil voluntad de vivir. Durante meses de dolorosa supresión y hostilidad, lentamente comencé a escuchar dentro de mí una voz que tenía que ser oída. Me forcé a hablar en una reunión porque así podía demostrarme que existía. Luego empecé a sentir alguna libertad, pero en realidad no estaba en comunicación con los demás. Había encontrado amigos en A.A., y ésta se convirtió en una familia para mí; pero después de un tiempo esto no fue suficiente. Al enfrentar la vida por primera vez, estaba llena de miedo. Podía discutir problemas con estos amigos y con los médicos, pero había un ingrediente que faltaba en mi vida.

Anteriormente siempre me había puesto en las manos de un hombre y había hecho de él la única razón de mi existencia y de mi deseo de vivir. Sabía que si hacía esto de nuevo, mi desilusión sería difícil de soportar. Debía tener mi propio deseo de vivir. Y es así como empecé a confiar en Dios. Alguien que me protegiera, Alguien que no me poseería, Alguien a quien podía silenciosamente hablarle y orarle. Quizás llegué a estar dispuesto a creer.

Le decía a una amiga mía, quien estaba teniendo los mismos problemas, que yo rezaba a Dios, para no tomarme un trago hoy y para no casarme hoy. Era una especie de pacto. Fui muy seria al respecto. Parecía no poder manejar bien el romance y a Dios al mismo tiempo. Y Dios comenzó a darme la fortaleza que yo siempre creí vendría del hombre de mi vida.

Cada día necesito el poder, porque me hastiaba. Pero con A.A. como mi estructura, y Dios como fuente de mi fortaleza, puedo encarar la vida sin tomarme un trago. Ya no tengo que mirar fijamente a través de la ventana en completa desesperación. El océano, el sol, los árboles y toda la fantástica belleza que Dios ha creado, finalmente han llegado a ser muy reales para mí. Anhelo y necesito la presencia de la naturaleza. Pero también debo tener presente que es el espíritu dentro de mí, el cual viene de Dios, el que va a ser la fuerza curativa. Puedo entregarme a El en donde quiera que yo esté.
Ahora deseo muchísimo compartir de mí con otro ser humano. Temo dar ese paso. Pero, entonces pienso que también he estado temerosa de todo lo demás, y ahora sé que es posible superar el miedo.
New York, New York.

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